Cuanto más conocimiento tenga, más críticamente puedo pensar. Esta no es la única relación entre conocimiento y pensamiento crítico. También está la relación en contrasentido, que mi capacidad de pensamiento crítico sobre algo denota el conocimiento que tengo sobre ese algo. En definitiva, conocimiento y pensamiento crítico son como hermanos siameses.
Conocimiento es entender, interpretar y, en última instancia, tener una idea sobre cómo se ha de intervenir, cuáles son las apuestas que hay que hacer o hacia dónde hay que transformar.
Escuchaba hace unos días una entrevista en la radio en la que hablaban de coeficientes intelectuales, niños prodigio, superdotados y genios. Pusieron el ejemplo de William James Sidis [Link wikipedia], que considerado una de las personas más inteligentes de la historia, no ha legado ninguna aportación destacable a la humanidad. Una cosa es la capacidad potencial y otra la capacidad que desarrollamos.
Tanto el pensamiento –crítico–, como –su hermano siamés– el conocimiento, para desarrollarse necesitan unos ingredientes que, sin ánimo de exhaustividad, voy a tratar de identificar:
Artículo completo en: Maite Darceles
Ya está disponible el último podcast de Pensando Críticamente. En esta ocasión, las entrevistadas son Almudena Martínez sexóloga y Montse Ibáñez matemática. Ellas han sido las últimas ponentes de Escépticos en el Pub(Madrid). Con ellas hablamos sobre la monogamia y otras opciones sexuales del animal humano.
Os podéis suscribir al podcast de diferentes maneras: a través de iTunes, o enYahoo.
Fuente: ARP-SAPC
Foto: Ostrosky Photos via photopin cc
Hurtar deliberadamente a los niños esta clase de conocimientos debería calificarse como un modo de abuso infantil, aunque, por desgracia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos no menciona expresamente el derecho de los niños a recibir una educación científica. En cualquier caso, si el artículo 26 de la Declaración garantiza el derecho genérico de los padres «a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos», esto vale tanto para padres religiosos como no religiosos.
Habida cuenta de que la educación religiosa empieza desde la más tierna infancia (es comprensible, dado que los niños jamás se convertirían en creyentes de una religión de forma instintiva por más que sean «teleologistas promiscuos»), desarrollar recursos escépticos orientados a niños parece una buena idea.
Hasta ahora estos recursos son escasos, quizás porque tradicionalmente se ha entendido que el escepticismo y el racionalismo son posiciones relacionadas con la madurez y con estadios avanzados de la educación. Algunas excepciones interesantes son el libro de pensamiento crítico para niños publicado por Richard Dawkins y el ilustrador Dave McKean, un «Diccionario Escéptico para Niños» en internet (De «Abracadabra» a «Zombie»), y el libro Parenting beyond belief de Dale McGowan.
Fuente: La revolución naturalista
Experimento de supuesta videncia/lectura en frío/lectura en caliente realizado en Radio Euskadi la mañana de l 16 de febrero de 2013 con dos voluntarios, en una operación diseñada por Almudena Cacho, activista de la razón y presentadora del programa «Más que palabras».
Fuente: ivoox
Bajo licencia Creative Commons
Pautas para ejercer el pensamiento crítico. No todo el mundo valora la necesidad de ejercer un pensamiento crítico. Es común que las personas que se caracterizan por ser metódicas y objetivas sean vistas como seres fríos, estériles y sobre todo, aburridos. Sin embargo, el pensamiento crítico es una herramienta que empleada del modo adecuado, nos proporciona una habilidad bien trabajada para poder tomar decisiones inteligentes y poder estar emocionalmente tranquilos. El pensamiento crítico es en esencia, el modo en que usamos nuestra inteligencia y conocimiento para alcanzar puntos de vista racionales y objetivos.
A continuación se enumeran criterios básicos para ejercer e incrementar nuestra capacidad de pensamiento crítico:
American Philosophical Association, Critical Thinking: A Statement of Expert Consensus for Purposes of Educational Assessment and Instruction. “The Delphi Report,” Committee on Pre-College Philosophy. Estados Unidos, 1990.
Hace pocos días, el psicólogo canario Eparquio Delgado logró que la Asamblea Federal de Izquierda Unida aprobase una resolución por la que se compromete a apoyar los tratamientos médicos basados en la evidencia científica, rechazando aquellos otros que no hayan demostrado su eficacia, como la homeopatía o la acupuntura, y apoyando el control de la publicidad engañosa sobre procedimientos terapéuticos.
La noticia es importante, en primer lugar, porque curiosamente (o no) es la primera vez que un partido político español asume públicamente una postura así. Hasta ahora, expresa o tácitamente, los partidos han adoptado la posición contraria: tolerar o incluso favorecer este tipo de prácticas, a pesar de que en la mayoría de los casos se trata de timos que incluso pueden resultar peligrosos para la salud de quienes las emplean, a cambio de la esperanza de rebañar unos cuantos votos entre los partidarios de esas “terapias alternativas”. Pero la resolución pasa de lo llamativo a lo insólito si tenemos en cuenta quién la ha aprobado: nada menos que un partido de izquierdas.
El mundillo de lo paranormal también tiene sus divisiones ideológicas, hasta el punto de que a menudo es fácil adivinar la tendencia política de una persona simplemente conociendo sus creencias pseudocientíficas más arraigadas. Así, la izquierda se suele abonar incondicionalmente a la defensa de las medicinas alternativas y la vertiente más visceral (y menos racional) del ecologismo, así como al rechazo a las radiaciones electromagnéticas o las técnicas de manipulación genética, en una deriva neoludita que resulta incluso paradójica si tenemos en cuenta que, tradicionalmente, la izquierda se ha presentado siempre como defensora del progreso, no sólo social, sino también científico y técnico. En este sentido, la postura de la derecha es más coherente (aunque igual de irracional), dejando que la moral conservadora de raíz religiosa impregne sus políticas y rechazando cuestiones económicamente incómodas, como el problema del calentamiento global y el deterioro del entorno.
Artículo completo en: LA COLUMNATA
A lo largo del tiempo ha sido la causa de guerras, actos deleznables y, por supuesto, de muchísimas frustraciones humanas. El juego de la culpabilidad es muy sencillo y tiene una única regla: culpar a los otros de cualquier evento indeseable.
En la base de esta forma de comprender el mundo se esconden tres creencias bastante irracionales:
En la actualidad, debido a la crisis económica que está atravesando Europa, cada vez más personas se quedan sin trabajo y ven cómo sus derechos sociales se reducen. Si aplicamos las tres creencias anteriores, lo más lógico sería buscar a un culpable. Algunos culpan a los bancos, otros a los extranjeros y un tercer grupo pone la responsabilidad en los políticos. Una vez más, vemos que cualquier chivo expiatorio es válido con tal de no asumir nuestras propias cuotas de responsabilidad.
o que piensa Mauricio-José Schwarz al respecto, sobre el pensamiento crítico:
Sin el método científico puedes creer que los cerdos vuelan y no tienes ningún motivo para dudarlo. Con el método, te tienes que limitar a soñar que los cerdos vuelan (que sería divertido) pero sabes que no hay pruebas de que lo hagan y que, hasta donde sabemos, es bastante poco plausible.
El pensamiento crítico (más que el método científico) es precisamente lo que usamos para poner un límite entre lo que sabemos con razonable certeza que es verdad y lo que sabemos con razonable certeza que es fantasía. Por su culpa, nos ponemos límites como no cruzar la calle con el semáforo en rojo y sin ver a ambos lados. O cuando tenemos prisa por salir de casa no nos tiramos por la ventana sino que aceptamos la limitación de bajar por las escaleras o el ascensor. Si queremos viajar a Oslo, limita a nuestro libre pensamiento para que compremos un pasaje en un medio de transporte comprobado impidiendo tiránicamente que empleemos ese dinero en adquirir una alfombra voladora por eBay.
Ese pensamiento nos limita muchísimo: nos coarta para impedir que comamos alimentos en descomposición que nos pueden hacer daño, nos detiene cuando pensamos que en vez de enseñarle a los niños a nadar habría que contratar a un gurú indostano de túnica y barba flotantes para que les enseñe a caminar sobre el agua.
Cuando abandonamos el pensamiento crítico, nos liberamos de los límites. Podemos reírnos de todo lo que se sabe sobre las formas de cáncer de páncreas y rechazar los tratamientos científicos para usar remedios naturales, y nos da la libertad de morir jóvenes como Steve Jobs. También rompe las cadenas que tenemos con ideas de alimentación y nutrientes para que nos intentemos alimentar de luz siguiendo a otro maestro indostano y nos dejemos morir de hambre creyendo que hacemos la fotosíntesis. Y rompemos las amarras con otros límites similares.
El pasado viernes nueve de noviembre fue el llamado “día de Carl Sagan”. Uno de los aspectos en los que más incidió como científico divulgador fue la importancia del pensamiento crítico.
Hoy en día, vivimos rodeados de misticismos, pseudociencias y demás que pretenden aprovecharse de nuestra credulidad y buena fe para sacar provecho. Abrimos el periódico y tenemos páginas de horóscopo, encendemos la tele y vemos a médiums que predicen el futuro, las farmacias venden productos homeopáticos, hay un sinfín de prácticas sin fundamento que se llevan a cabo a diario y que pretenden aprovecharse de la buena fe del cliente.
El principal problema del pensamiento crítico es su incomodidad. Es mucho más cómodo ser crédulo, no cuestionar nada, creerse las verdades que nos gustan o que, por simple sentido común, nos parecen más razonables. El método científico se ideó precisamente para eso, para no asegurar nada sin aportar pruebas concluyentes, únicamente aceptando verdades empíricas. Recordemos que el sentido común muchas veces ha sido el peor enemigo de la verdad. El sentido común nos dice que la tierra es plana y que el sol gira alrededor de la tierra.
Hay que hacer hincapié en que hay temas más peligrosos en los que la credulidad puede tener consecuencias nefastas, por ejemplo, los sanitarios. Nunca se debe reemplazar una terapia alternativa por una avalada científicamente. Si se quiere probar con ella, debe usarse de forma complementaria.
Alguien escéptico no es alguien difícil de convencer, todo lo contrario, es muy fácil convencerle, únicamente hay que aportarle pruebas.
Fuente: Guillermo Soler Aguilar
Se sabía que este día llegaría, pero no por ello es más fácil de escribir: Paul Kurtz ha muerto. Tenía 86 años de edad. Aunque los detalles son escasos, su hijo Jonatán Kurtz (presidente de Prometheus Books) dijo que sucedió anoche.
Antes de que el nuevo ateísmo fuera la corriente principal, Kurtz hizo más para difundir el humanismo y el escepticismo que cualquier otro en la historia moderna. Si lee los libros escritos por los apologistas cristianos antes del año 2000, su enemigo en jefe no era Sam Harris o Richard Dawkins o Christopher Hitchens. Fue Paul Kurtz. Ellos le tenían miedo.
Su currículum es extenso, pero muchos de sus mayores logros todavía están teniendo un impacto en nuestra comunidad hoy. Lo que él ayudó a iniciar, todos debemos continuar.
Fundó Prometheus Books, la editorial primera que imprimió libros exclusivamente para y sobre el mundo escéptico. Algunos de sus libros incluyen El ateísmo George H. Smith: El caso en contra de Dios y Dios Victor Stenger: La hipótesis fallado (la primera compañía bestsellers del New York Times).
Kurtz fundó el Comité (en la actualidad con el nombre) para la investigación escéptica, el Consejo para el Humanismo Secular, y el Centro de Investigación, organizaciones cuyas misiones se centran en la difusión de escepticismo, la razón y el humanismo.
Fue editor en jefe de Free Inquiry, una revista que introdujo el humanismo a muchas personas a través de las librerías o bibliotecas mucho antes de que internet lo hiciera, y ex editor de The Humanist (una publicación de la Asociación Humanista Americana). También ayudó a establecer Skeptical Inquirer.
En 1973, Kurtz (con Edwin H. Wilson) escribió el Manifiesto Humanista II. una versión actualizada del original 1933.
En 2009, Kurtz dimitió como presidente emérito de la CFI / CSH / CSI y dejó su puesto en Free Inquiry después de que el New York Times lo llama un gran «Lear-like» en caída desde altura. Se sentía frustrado con la dirección que la organización estaba tomando y no estaba dispuesto a renunciar a ella por completo. Después de hacer una pausa, prácticamente limpio de su pasado, comenzó el Instituto para los Valores Humanos y Ciencias, una organización que nunca despegó (tal vez porque en ese momento, teníamos libros / blogs / internet / alternativas).
Académicamente, era un profesor emérito de Filosofía en la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo y autor de más de 800 artículos y 40 libros.
En 1996, Alan Sokal consiguió que un artículo de investigación falso fuera publicado en el Journal of Social Text. Era una parodia llena de declaraciones sin sentido en la jerga de la filosofía posmoderna y los estudios culturales. Los editores no pudieron encontrar la diferencia entre Sokal y los elementos habituales que publican.
Ahora, un profesor británico de educación médica, el Dr. John McLachlan, ha perpetrado un engaño similar (hoax) a los partidarios de la llamada medicina «integrativa». Informa sobre su artículo de broma en el British Medical Journal (BMJ).
Después de recibir la invitación a presentar ponencias a una «Conferencia Internacional de Medicina Integrativa», inventó una historia ridícula de una nueva forma de la reflexología y acupuntura con los puntos representados por un mapa en las nalgas. Afirmó haber hecho eso en los estudios que muestran que las respuestas son más fuertes y de mayor valor terapéutico que los de la reflexología auricular convencional de los mapas homunculus. En algunos casos, el mapa puede ser usado para fines diagnósticos.
Los organizadores le pidieron que presentara un resumen. Él lo hizo. En el resumen dijo que este caso sólo consideraba historias, testimonios, y resultados positivos, ya que sus métodos no se prestan a ensayos controlados aleatorios, y sugirió que su «nuevo paradigma» puede conducir al rechazo automático por mentes cerradas.
Recibió esta respuesta:
Nos complace informarle que la Comisión Científica ha aceptado su trabajo ha sido – y usted deberá estar presente para su lectura.
Comentarios
Este engaño especial parodió el absurdo y la credulidad de la medicina llamada «integrativa». No creo que la medicina racional podría haber sido engañada con algo tan intrínsecamente ridículo como en este caso. Normas mínimas de sentido común, creo, habrían dado lugar a un rechazo cortés pero firme. La medicina alternativa no es conocida por su investigación rigurosa, por la investigación, destinada a probar la hipótesis nula.
Se han tratado frecuentemente casos así en SBM, pero nunca de una manera tan vívida y entretenida. Felicitaciones al Dr. McLachlan! Las palabras iniciales de su artículo lo dice todo, mejor que pude:
La llamada medicina integrativa no debería ser utilizada como una forma de práctica alternativa a la medicina racional, bajando los estándares del pensamiento crítico. Si no se detectó este año engaño tan obvio, esto no es un signo alentador.
Fuente: Science-Based Medicine