La noticia sobre el diseño de una vacuna española contra el alzhéimer apareció este jueves en diversos medios nacionales con gran cobertura. El doctor Ramón Cacabelos, del Centro Médico EuroEspes de A Coruña, presentaba la vacuna EB-101.
A continuación, y por su interés, se reproduc el coemunicado íntegro de la Sociedad Española de Neurología:
«Ante las informaciones aparecidas recientemente acerca de una nueva y primera vacuna preventiva y terapéutica para la enfermedad de Alzheimer, el Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología desea realizar las siguientes puntualizaciones:
1. Los datos están basados en resultados obtenidos en modelos experimentales con ratones. Sin embargo estos modelos distan mucho de lo que constituye la enfermedad de Alzheimer, cuya duración, impacto e intensidad no es reproducible por el momento con animales.
2. Por ahora los estudios realizados con fármacos y vacunas que se han mostrado útiles en los modelos animales han fracasado en los ensayos en humanos, sin poder recomendar su utilización en la enfermedad de Alzheimer.
3. La enfermedad de Alzheimer es muy compleja, progresiva y de larga duración. Todavía no se conocen totalmente sus causas, aunque los esfuerzos a nivel mundial para prevenir y tratar esta enfermedad son muy importantes. Es por tanto prematuro anunciar resultados positivos en esta enfermedad basándose exclusivamente en resultados obtenidos con animales.
4. El desarrollo de fármacos para la enfermedad de Alzheimer es largo, muy costoso y con una tasa de fracaso muy elevada. Por lo general, se requieren unos 10 años desde que un fármaco muestra resultados positivos en el laboratorio hasta que este tratamiento se puede aplicar a los pacientes.
5. Pedimos por tanto cautela ante resultados obtenidos en trabajos no realizados en pacientes. La comunidad científica y médica debe también sopesar el impacto y las expectativas que pueden generar en los enfermos de alzhéimer y sus familiares. Con la debida modestia que esta grave enfermedad requiere, tenemos la esperanza que el trabajo conjunto de investigación y clínico dé resultados en la prevención del alzhéimer.
Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología.
La prestigiosa investigadora italiana Rita Levi-Montalcini ha muerto este domingo en Roma a la edad de 103 años. El coraje y la dedicación profesional de Rita Levi-Montalcini la han convertido no sólo en una de la científicas más destacadas de Europa sino sobre todo en un referente de la dignidad humana.
Rita Levi-Montalcini y su hermana gemela, Paola, nacieron en Turín el 22 de abril de 1909, hijas de una familia judía. A los 20 años, Rita plantó cara a su padre-que esperaba que sus hijas siguieran el papel tradicional de las mujeres de la época-y completó los estudios para cursar la carrera de medicina. En 1936 ganó el doctorado e inició la especialización en neurología y psiquiatría.
La política racista de Mussolini impidió que Levi-Montalcini ejerciera su profesión en Italia, y la obligó a marchar primero en Bélgica y más tarde en Estados Unidos, con un breve intervalo en el que trabajó a escondidas en un laboratorio casero improvisado el domicilio donde la familia escondía de las bombas.
En 1986 el Instituto Karolinska concedió el premio Nobel de medicina y fisiología a Rita Levi-Montalcini y Stanley Cohen (Estados Unidos). La investigadora italiana había descubierto el factor de crecimiento nervioso (NGF), la molécula que promueve el crecimiento y el desarrollo del sistema nervioso en los vertebrados; un hallazgo trascendental que durante muchos años nadie quería creer como cierta.
“Addis alla Levi Montalcini, scienza e Passione”. Diario La Republica ‘http://ves.cat/b7iB
Fuente: Ciencia y medioambiente
Sólo en EEUU, los ancianos perdieron más de 2200 millones de euros en estafas en 2010. En España, el escándalo de las preferentes se ha cebado en especial con los mayores. Pero no se trata de ignorancia sino que, como ellos, su cerebro se ha hecho viejo y en ese camino se ha vuelto más confiado. Instigados por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, investigadores estadounidenses han descubierto que, a medida que se envejece, el cerebro ve honestidad donde sólo hay un sinvergüenza. El área de la ínsula anterior, asociada a la percepción subjetiva de los pros y los contras de una situación, sufre una menor activación en las personas de edad avanzada.
Un equipo de psicólogos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) seleccionaron una serie de fotografías de individuos que, por sus expresiones faciales, catalogaron como honestas o de confianza, neutrales o gente de poco fiar. Después se las mostraron a dos grupos de personas, uno con menores de 55 años y una media de edad de 23 años y otro con más de un centenar de mayores de 55 años y una media de 68 años. Ambos grupos casi coincidieron en considerar que las imágenes clasificadas como de honestos transmitían confianza. Con los rostros neutrales apenas hubo diferencias de criterio. Sin embargo, los menos fiables fueron percibidos claramente como más confiables por los viejos.
Sin embargo, esta merma de la actividad neuronal que les hace más vulnerables a la estafa y el engaño puede que sea el precio a pagar por una mayor felicidad. De hecho, muchos de los estafados son habituales inversores en bolsa, rentabilizando su seguro o pensión. Así que no se trata de ignorancia.
Los investigadores concluyen que sus resultados son consistentes con las ideas básicas de la teoría de la selectividad socioemocional. Como han demostrado anteriores investigaciones, la regulación de las emociones varía con la edad. Los ancianos tienden a ser más positivos, viven las experiencias negativas con menos dureza y se recuperan antes de los golpes de la vida. Aquella teoría sostiene entonces que, a medida que se envejece, dejamos atrás las personas y experiencias negativas para conseguir así un mayor bienestar. A cambio, el sistema visceral de alerta que pone en guardia a los jóvenes ante expresiones de confianza/desconfianza casi desaparece en los mayores.
Artículo completo en: Materia
Un grupo de neurocientíficos holandeses y británicos han dirigido el primer estudio orientado a indentificar la prevalencia de concepciones erróneas sobre la neurociencia entre profesores. En concreto, la muestra incluía un total de 242 participantes británicos y holandeses, en su mayor parte profesores de primaria y secundaria.
Estos profesores participaron en un encuesta online para que evaluaran 32 afirmaciones sobre la influencia del cerebro en al aprendizaje. 17 de ellas eran afirmaciones generales sobre el cerebro, como “El hemisferio derecho e izquierdo del cerebro siempre trabajan a la vez” y las otras 15, “neuromitos”, como “Los individuos aprenden mejor cuando reciben información en su estilo preferido de aprendizaje” o, el preferido por el público, “Sólo empleamos el 10% del cerebro”.
Como media, resultó que los profesores creyeron la mitad de los neuromitos, y en particular aquellos que estaban relacionados con programas educativos comerciales. El 26% de los profesores británicos y el 42% de los holandeses (en la muestra) también creyeron que sólo empleamos el 10% del cerebro.
De modo general, se sabe que la neurociencia goza de un prestigio social importante, hasta el punto de que la gente está más dispuesta a aceptar los resultados de un trabajo científico si están acompañado con imágenes del cerebro y explicaciones aparentemente neurocientíficas (Weisberg et al., 2007; McCabe y Castel, 2008). En el caso de los profesores del estudio, lo más curioso es que el conocimiento general del cerebro resultó estar positivamente relacionado con la creencia en neuromitos. Es decir, a mayor conocimiento general del cerebro, por ejemplo, a través de las revistas científicas populares, mayor tendencia a creer en las afirmaciones científicas erróneas, sugiriendo que “los profesores que son entusiastas sobre la posible aplicación de los hallazgos de la neurociencia en la escuela encuentran difícil distinguir la pseudociencia de los datos científicos.”
Para evitar los efectos potencialmente dañinos de los neuromitos en la educación, los investigadores hacen una sugerencia final evidente: mejorar el conocimiento científico de los profesionales de la educación e incluso incorporar cursos sobre neurociencia fiable como parte del entrenamiento previo de los profesores. Además de la supuesta “aptitud pedagógica”, que tantos recursos mueve en España, quizás sería deseable que los futuros profesores tuvieran conocimientos más sólidos de neurociencia.
Referencia: Dekker S, Lee NC, Howard-Jones P and Jolles J (2012) Neuromyths in education: Prevalence and predictors of misconceptions among teachers. Front. Psychology 3:429. doi: 10.3389/fpsyg.2012.00429.
Fuente: Cultura 3.0
Según la neurocientífica Susana Martínez-Conde, que recientemente ha publicado el libro ‘Los engaños de la mente’, El cerebro vive en un estado de perpetuo engaño y de eso se aprovecha la magia, cuyos trucos funcionan porque el proceso de atención y conciencia del ser humano tiene un cableado fácil de ‘piratear’.
Fuente: EXPERIENTIA DOCET
El ser humano es optimista hasta un punto casi enfermizo. Creemos que las cosas malas, como enfermedades o accidentes, solo pueden sucederle a los demás y tendemos a infravalorar los riesgos. Los científicos conocen este fenómeno como «sesgo optimista» o «sesgo de las buenas y malas noticias» y es el que explica por qué casi todo el mundo se considera más atractivo e inteligente que la media (lo que no tiene sentido estadístico) y por qué algunas personas siguen fumando, se meten en una hipoteca o no se ponen el cinturón de seguridad.
Este sesgo cognitivo se puede contrastar realizando algunas pruebas sencillas. Si a alguien se le pregunta qué posibilidades tiene él de desarrollar un cáncer, por ejemplo, la mayoría tenderá a dar un porcentaje sensiblemente inferior al que da cuando se refiere al riesgo de los demás. Y aún más, si se le da la cifra real y se le vuelve a preguntar al cabo de un tiempo, su tendencia sigue siendo a minusvalorar sus posibilidades de desarrollar la enfermedad.
La circunvolución frontal inferior del hemisferio izquierdo, es una pequeña área del encéfalo que inhibe de alguna manera el efecto de las malas noticias. Para comprobar si la tesis es correcta, el equipo de Sharot ha realizado un experimento, publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), que consiste en desactivar esta región mediante estimulación magnética transcraneal y comprobar qué sucede. Su equipo aplicó esta técnica, que consigue inhibir una zona concreta del cerebro durante un lapso de tiempo, con 30 sujetos voluntarios, a los que se les pidió que estimaran las posibilidades de sufrir 40 «episodios vitales adversos», como desarrollar alzhéimer, tener un cáncer o ser víctimas de un robo.
Los resultados mostraron que en las personas que recibieron estimulación en la circunvolución frontal inferior izquierdo el sesgo de optimismo desaparecía momentáneamente, es decir, mostraron una mayor tendencia a incorporar las malas noticias a su percepción de la realidad. Los que recibieron estimulación en la región derecha, en cambio, se mostraron tan optimistas – y quizá un poco inconscientes- como siempre.
Según los psicólogos, esta tendencia a infravalorar los riesgos podría estar detrás de fenómenos como las burbujas inmobiliarias o la falta de previsión ante las catástrofes naturales, de modo que conocer esta limitación de nuestro cerebro puede resultar muy útil. La idea de Sharot es tratar de incorporar el conocimiento de este sesgo en la toma de decisiones de distintas instituciones.
Artículo completo en: lainformacion.com
Para el científico e investigador argentino Marcelino Cereijido (1933), la mala calidad humana es un problema genético, según explica en su ensayo “Hacia una teoría general sobre los hijos de puta” (Tusquets 2011). No se trata de un estudio sobre el popular vocativo, sino de un serio trabajo de divulgación que se sumerge en una duda sobre la que todos tienen certezas, pero nadie una explicación.
“Fue sencillo. Si usted abre el diario de cualquier día en cualquier página, se dará cuenta de que la mayor parte de las desgracias en el mundo son causadas por la hijoputez humana”, dice este doctor en fisiología celular y molecular que ha repartido su trabajo en universidades como Harvard y Munich, y como asesor de la OEA y la Unesco.
Desde una perspectiva genética, el científico aclara que “es cosa fácil convertirse en un hijo de puta, pero lo difícil es encontrar una cura a ese mal que sería la causa de flagelos históricos de la humanidad o más recientes como Guantánamo, guerras y exterminios varios”.
“Mire usted, ahí tiene a Alemania que ha producido gente como Beethoven, artistas y genios y sabios como Einstein. De repente ese pueblo se pone a meter gente a las cámaras de gas y aunque uno dice que depende de las circunstancias, uno rastrea qué tan poderosas son estas circunstancias para que una persona que hasta ayer era un vendedor de pescado, se convierte en alguien reclutable por la policía o las Fuerzas Armadas y se pone a trabajar para Augusto Pinochet”, explica el profesor.
«Como en el mismo caso de la tuberculosis, esperamos que en un futuro venga la parte terapéutica. Si Fulano ya tiene tuberculosis, la idea es que haya algo para recuperarlo. En tal caso existen antibióticos, pero actualmente no conozco remedios para curar la hijoputez, salvo intervenir con anterioridad con una mejor educación y una religión menos perversa. Nosotros le enseñamos a nuestros hijos que adoren a un ser sublime, pero que se enojó cuando se comieron una manzana, la única forma de que se le pase la rabia es pasarle a mi hijo para que se lo sacrifiquen».
Entrevista completa en: Nación.cl
Kenneth Hayworth es un brillante ingeniero cuyo trabajo tiene un impacto en el proyecto conectoma para mapear la red neuronal del cerebro humano. Cuando se plantea llegar a ser inmortal a través del suicidio de joven para asegurar la conservación de su cerebro, no es una locura. Pero cuando explica cómo una descarga va a revivir el espíritu, puede parecer estúpido …
Transhumanismo, la singularidad, telecarga de la mente, extropía, estas palabras, probablemente no hay mucho que decir, increíble paradoja mientras estamos en la tierra de Descartes. Pero no nos equivoquemos al respecto Page, uno de los dos fundadores de Google y Thiel Peter, que ha ayudó a financiar a Facebook y fue cofundador de PayPal, estas palabras tienen un significado muy real.
Page y Thiel son de hecho partidarios de mostrar las ideas transhumanistas. Se encuentran entre los patronos de la Universidad de la Singularidad fundada por Raymond Kurzweil y Peter Diamandis, el hombre que propone catalizar el uso de los asteroides. Se podrían citar muchos otros nombres famosos como Jaan Tallinn, uno de los creadores de Skype, que no dudan en vincularse con el transhumanismo o mostrar su simpatía por la idea de la singularidad tecnológica.
Los transhumanistas, los herederos de Descartes
Para entender lo que es, definitivamente vale la pena leer el texto de Max Moore, el transhumanismo y el de Eliezer Yudkowsky. Sin lugar a dudas, si Descartes e incluso Platón se encontraran entre nosotros, se sentirían en sintonía con estos ideales. Un tema central es que debe ser posible utilizar la ciencia y la tecnología para extender la evolución más allá de los límites físicos y mentales de la condición humana. La limitación más obvia es la más insoportable y se trata del envejecimiento seguido de muerte.
« La condición humana me irrita. Tenemos una vida muy corta. Las personas que piensan que «la muerte es simplemente la condición humana». Tenemos que aceptar que puede ser fuerte. Pero yo no soy como ellos. Esta declaración, de acuerdo con el sentimiento de los transhumanistas, es de Kenneth Hayworth, un ingeniero que trabaja en el campo de la neurociencia y se habla mucho en este momento ».
Plastinación
Hayworth iniciará su camino a la inmortalidad y de un estado post-humano con una fiesta con su familia, es decir, su esposa e hijos, y amigos. Luego sería anestesiado en un hospital. Aún con vida, sería «asesinado» por inyección en el cerebro de un cóctel de metales pesados y una resina capaz de mantener lo más perfectamente posible sus neuronas y su médula espinal.
La técnica básica es bien sabido, es de la plastinación, también conocido como impregnación de polímero, que pretende conservar los tejidos biológicos mediante la sustitución de los diferentes fluidos corporales con silicona. Sin embargo, actualmente no mantienen largas estructuras a nanoescala en los tejidos biológicos, lo que sería fundamental para lo que se propone Hayworth.
Su razonamiento para alcanzar la inmortalidad se basa en dos pilares
En primer lugar, que el cerebro humano es una variación muy complejo de los ordenadores actuales, pero sigue siendo, en última instancia, una máquina de Turing. Manteniendo esta analogía, los componentes de una persona, su conciencia y su individualidad, son su conectoma, es decir, todos los detalles de las conexiones de las neuronas en el cerebro. Los recuerdos y los algoritmos de procesamiento de información de la mente de una persona, sólo se encuentra en el cableado.
El segundo pilar es que, para asegurar la inmortalidad de una persona, debemos encontrar una manera de mantener este conectoma, lo que sería el equivalente del genoma, hasta que las computadoras sean lo suficientemente poderosas como para simular un cerebro completamente determinado a partir de esta conectoma.
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Existe un caso clínico, una patología, que convierte a una persona en un muerto viviente real. El Dr. Cotar describió por primera vez esta rara enfermedad y quién además se interesó muchísimo, como demuestra el estudio realizado sobre Mademoiselle-X, obviamente un alias para defender la intimidad de la paciente. Esta señora, por ejemplo, creía carecer de diversas partes de su cuerpo y de la necesidad de alimentarse, ya que estaba muerta. Como había muerto pero no había ido ni al cielo ni al infierno comenzó a negar la existencia de Dios y el diablo. Más adelante llegó al punto de creer que estaba eternamente condenada y que ya no podría morir de una muerte natural.
Los pacientes con este síndrome llegan a creer que sus órganos internos han paralizado toda función, que sus intestinos no funcionan, que su corazón no late e incluso que se están pudriendo, llegando a presentar alucinaciones olfativas que confirman y alimentan su delirio, como olores a carne putrefacta o deformaciones visuales.
En sus estadíos más profundos el paciente llega a defender la idea de que en realidad él mismo está muerto e incluso que han fallecido familiares o amigos, aunque pueda verlos e interaccionar con ellos. En ocasiones, como en el caso de Md.-X, presentan un una idea de inmortalidad, como si se hubiera convertido en un “alma en pena” o un zombie. Cuando el síndrome aparece de manera aguda, el afectado comienza a negar la existencia del exterior y e incluso la propia existencia, provocando un aislamiento del mundo. En ocasiones, también presentan una ausencia de sensación de dolor, unida a automutilaciones, ideas suicidas y diversos tipos delirios, como por ejemplo los de sentir gusanos bajo la piel.
Este síndrome de irrealidad profunda ha sido descrito ya en algunas ocasiones modernas y tratado con terapia Electroconvulsiva (o TEC) la cual parece dar buenos resultados al restablecer el flujo sanguíneo en zonas afectadas de la corteza frontal, ganglios basales y tálamo, según indican los análisis de IRMf aplicados a los pacientes. Sin embargo, no se ha hallado todavía un patrón significativo o repetitivo en las lesiones cerebrales por lo que se desconoce la causa del mismo.
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El negocio de tratar a los niños autistas con cosas que no sirven para absolutamente (como psicoanálisis) nada salvo para esquilmar a los padres parece tan lucrativo que hay otras sugerencias igual de ilógicas, por ejemplo:
–Equinoterapia: genera estímulos eléctricos en el cerebro, lo que hace que el niño esté más alerta. También ayuda al área vestibular (equilibrio) y propioceptiva (percepción interna).
– Musicoterapia: la mayoría de niños autistas tienen hipersensibilidad auditiva y áreas disfuncionales. La música les permite relajarse y algunos logran hasta interpretar canciones y tocar un instrumento.
– Hidroterapia: trabaja la tonificación muscular, el equilibrio y la disminución de la ansiedad.
– Trabajo con sistemas: actividades lúdicas y terapéuticas a través del ordenador. Se empieza con lo fundamental, conocer el monitor y el ratón, hasta el manejo de programas que enseñan colores, formas, sonidos, etc.
Nuevas imágenes impresionantes del cerebro revelan un patrón aparentemente simple de organización en el cableado de este órgano complejo.
En lugar de las fibras nerviosas que viajan de cualquier manera a través del cerebro como los espaguetis, y que algunas imágenes ha sugerido, los nuevos retratos revelan que las dos dimensiones de las hojas de fibras paralelas se entrecruzan con otras hojas en ángulos rectos en una estructura reticular que se pliega y se contorsiona con las circunvoluciones del cerebro.
Este mismo patrón apareció en los cerebros de los seres humanos, los monos rhesus, monos búho, titíes y galagos, informan los investigadores en la revista Science.
«El resultado es que las fibras en el cerebro tienen la forma de una red 3D y se organizan de esta manera excepcionalmente simple», dijo el líder del estudio Van Wedeen, un neurocientífico de la Escuela Médica de Harvard y el Hospital General de Massachusetts, a LiveScience. «El motivo del cruce de tres ejes es el motivo básico del tejido cerebral.»
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En la década de 1940, el neurocirujano Wilder Penfield descubrió que sus pacientes recordaban la información aparentemente al azar – el olor de las galletas, por ejemplo – cuando se estimulan distintas áreas del cerebro con descargas eléctricas. Dos estudios han encontrado evidencia que apoya la teoría de almacenamiento de memoria que Penfield encontró. La investigación, en ratones, demuestra que es posible manipular las células del cerebro para crear falsos recuerdos.
Marcos Mayford del Instituto de Investigación Scripps en San Diego, California (EE.UU.) y colegas diseñaron ratones genéticamente para que las neuronas se dispararan de nuevo cuando en el cerebro se inyectó un medicamento.
El equipo puso a los ratones de forma individual en una casilla en la que cada uno estaba expuesto a un color y olor, lo que alentó un grupo de neuronas para formar una memoria de las condiciones. Debido a que estas neuronas están encendidas durante la toma de memoria, podrían ser reactivadas cuando el fármaco se inyectó, permitiendo a los investigadores inducir una memoria involuntaria de la casilla.
Luego, los investigadores colocaron a cada ratón en una segunda casilla, con diferentes colores y olores. Se inyectó la droga, por lo que el ratón recuerda el primer cuadro, y luego se le dio una pequeña descarga eléctrica.
Normalmente, el impacto sería fomentar en el ratón temor por su entorno inmediato – la segunda casilla. No en este caso, sin embargo: cuando el ratón se sorprendió, que estaba sentado en la segunda casilla, mientras que tenía recuerdo de la primera. Por consiguiente, se desarrolló un temor de una mezcla de ambas cajas – en efecto un entorno imaginario. La única vez que en el ratón cundió el pánico fue cuando estaba en la segunda casilla y se le inyecta la droga.
Mayford dice que esta falsa memoria»híbrida» sugiere que dos grupos diferentes de neuronas codifican cada recuerdo y no interfieren entre sí.
«Suena como algo que diría mi madre: si quieres recordar algo, has de ir al lugar donde lo has aprendido», dice Sheena Josselyn del Hospital para Niños Enfermos de Toronto, Ontario (Canadá). «El hecho de que se pueden introducir nuevos trozos de información en la memoria abre todo un nuevo universo de la investigación.»
Susumu Tonegawa, del Instituto de Tecnología de Massachusetts informa de una manera diferente el crear falsas sensaciones. Los ratones fueron manipulados genéticamente para que cuando se formó un recuerdo de una casilla, las neuronas implicadas se convirtieran en respuesta a la luz.
Mientras que el ratón estaba formando la memoria de la casilla, el equipo de Tonegawa le dio una descarga eléctrica. Luego lo puso en una caja diferente y envió pulsos de luz a través de fibras ópticas implantadas en el cerebro del ratón. Esto activa las neuronas asociadas con la memoria y no importa donde, el ratón se quedó inmóvil, aterrorizado de un choque.
Cuando los investigadores observaron que las neuronas se habían activado, se encontró que alrededor del dos por ciento de las células de una zona específica del hipocampo – el centro del cerebro de la memoria – estuvieron involucradas. Tonegawa dice que el método podría ser utilizado para inducir diferentes tipos de comportamiento complejo en ratones basado ??en sus experiencias. A continuación, los planes de su laboratorio son ver que partes del cerebro detrás de los centros de memoria se conectan para lograr la congelación del ratón. Este es el «experimento definitivo» para mostrar que los recuerdos se guardan en áreas discretas del cerebro, afirmó.
Fuentes: Mayford’s study: Science, DOI: 10.1126/science.1214985. Tonegawa’s study: Nature, DOI: 10.1038/nature11028
La conferencia está en ingles pero tiene subtítulos en varios idiomas, pinchen en View Subtitles, y aparece un desplegable con varios idiomas, seleccionen spanish y listo, ya pueden disfrutar de la conferencia:
Fuente: Homínidos
Bajo licencia Creative Commons
Catedrático de las universidades Complutense y de Iowa (EE.UU,), el autor del libro ‘El dios de cada uno’ visitó Bilbao para hablar de Dios, dentro de los ‘Coloquios Escépticos’.
– Sostiene que la neurociencia niega la existencia de un dios universal.
-Sí. La biología evolutiva nos dice que el hombre es consecuencia de un proceso azaroso, en el sentido de que los genes mutan aleatoriamente y solo el determinante ambiental hace que tengan un valor y el portador sobreviva o no. La ley sagrada en biología es la superviviencia. No hay más ley que aquélla que empuja al ser vivo a mantenerse vivo. No hay ningún ‘diseño inteligente’, ninguna fuerza sobrenatural detrás de la aparición del hombre.
– Somos fruto del azar.
-Sin duda. Y el resultado, tras tres o cuatro millones de años de evolución, es el cerebro humano, que desde los australopitecinos hasta nosotros ha aumentado su peso y complejidad enormemente. Ha pasado de 400 gramos -lo que pesa el de un chimpancé- a 1450, lo que pesa el nuestro. Y hay otra diferencia importante: el cerebro de un chimpancé pesa al nacer el 75% del peso que alcanzará en su máximo desarrollo.
– El nuestro mucho menos, ¿no?
– Un 25%, aproximadamente, de lo que pesará de adulto. Eso quiere decir que el cerebro humano se construye y desarrolla casi todo fuera del claustro materno, es decir, en interacción constante con el entorno físico, emocional y social, al que absorbe transformándolo en física y química cerebral. Y, así, la bioquímica cambia la anatomía, la anatomía cambia la fisiología -que es la función- y la función da expresión a cada ser humano. Es algo extraordinario porque esa plasticidad que se da fuera del claustro materno es la que hace al ser humano lo que es.
– ¿A qué se debe esa particularidad?
– A que hubo un momento en la evolución en que la posición erguida impidió el desarrollo de una pelvis acorde con lo que habían sido las normas biológicas hasta entonces. Hubiese sido necesaria una pelvis cada vez más grande para albergar un canal del parto que permitiese dar a la luz un ser vivo con una proporcionalidad del cerebro tal cual había sido hasta ese momento. La postura erguida implica que la defensa radica en correr y, para correr eficientemente en esa postura, hay que tener la pelvis pequeña. Por eso, fue saliendo cada vez una cría con un cerebro más inmaduro. Pero gracias a eso, insisto, el ser humano es el que es.
Dios y la evolución
– ¿Dónde y cuándo entra Dios en escena?
– Dios es solo una idea sin contrapartida alguna en la realidad sensorial. El hombre es un producto evolutivo. No parece necesario acudir a nada sobrenatural para explicar que estemos aquí. Esto lo comparten la mayoría de los científicos y, particularmente, los biólogos. Toda nuestra interacción con el mundo es a través del cerebro. No hay nada que no haya sido producido por nuestro cerebro y sus códigos. Dios es una idea, como todas, construida por los códigos cognitivos. Incluso la realidad que vemos es producida, en parte, por nuestro cerebro. Son los códigos que traes de serie en el cerebro los que construyen para ti el mundo solo con un objetivo: ¡mantenerte vivo!
– Para mantenerse vivo él, que soy yo.
-Naturalmente. Nuestro cerebro tiene la capacidad de construir ideas. Usted sabe que tiene una idea de caballo que no concuerda con ninguno de los caballos que existen. Después de ver muchos caballos y por el aprendizaje, los códigos neuronales del cerebro son capaces de crear una especie de patrón en el que encajan todos los caballos. Esto es un abstracto, una idea, esa esencia inteligente, como la llamaría Platón. Ahora bien, esa idea de caballo cobra realidad cada vez que ve un caballo concreto, que cada vez es diferente. Y lo mismo pasa con todo. Nacemos con patrones que crean esas ideas, que constituyen la esencia del lenguaje humano. Y, gracias a ellas, podemos comunicarnos tan rápidamente con los demás sin bajar ‘a los concretos’, utilizando los abstractos.
– ¿Y Dios?
– Como todas, la de Dios es una idea creada por el cerebro; pero nunca cobra realidad porque Dios no está en el mundo.Si tratamos de encontrar en la realidad un reflejo de la idea de Dios, nos damos cuenta de que no existe. El mundo no alberga nada que encaje con la idea de Dios que tengo en mi cabeza. Por eso, Dios es solo una idea.
Entrevista completa en: blog Sin Dioses
Andrew Newberg, director de investigación en Myrna Brind Center of Integrative Medicine at Thomas Jefferson University and Hospital in Philadelphia, responde:
Los investigadores han identificado las diferencias entre los cerebros de creyentes y no creyentes, pero la imagen neural no se ha completado.
Varios estudios han revelado que las personas que practican la meditación o han orado por muchos años presentan una mayor actividad y tienen más tejido cerebral en los lóbulos frontales, las regiones asociadas con la atención y la recompensa, en comparación con las personas que no meditan o rezar. Un estudio más reciente reveló que las personas que han tenido experiencias de «nacer de nuevo» tienen un hipocampo más pequeño, una parte del cerebro involucrada en las emociones y la memoria, que los ateos. Estos hallazgos, sin embargo, son difíciles de interpretar porque no aclaran si tener más lóbulos frontales o un hipocampo más pequeño hace que la persona sea más religiosos, o si ser piadoso provoca cambios en estas regiones del cerebro.
Varios experimentos han tratado de dilucidar si creer en Dios provoca cambios cerebrales similares como creer en otra cosa. Los resultados, hasta ahora, muestran que pensar en Dios puede activar las mismas partes del cerebro, como pensar en un avión, un amigo o una farola. Por ejemplo, un estudio mostró que cuando la gente religiosa oró a Dios, utiliza algunas de las mismas áreas del cerebro que cuando habló con una persona promedio. En otras palabras, en el cerebro de la persona religiosa, Dios es tan real como cualquier objeto o persona.
La investigación también sugiere que un cerebro religioso presenta mayor nivel de dopamina, una hormona asociada con una mayor atención y motivación. Un estudio demostró que los creyentes eran mucho más propensos que los escépticos para ver palabras y rostros en la pantalla cuando no había ninguno, mientras que los escépticos a menudo no ven las palabras y las caras que estaban realmente ahí. Sin embargo, cuando a los escépticos se les dio la droga L-dopa, que aumenta la cantidad de dopamina en el cerebro, tenían la misma probabilidad de interpretar los patrones codificados como las palabras y las caras al igual que las personas religiosas.
¿Qué hace la investigación? Por el momento, no tenemos una manera clara de conectar todos los puntos. Por ahora podemos decir que los cerebros religiosos y ateos tienen diferencias, pero las causas de estas disparidades se desconoce.
Artículo completo en: Scientific American
Científicos alemanes observaron que en el cerebro de las personas que se suicidan existe una alta densidad de una familia particular de células, las llamadas “neuronas de von Economo”.
La investigación, citada en la revista Scientific American, fue coordinada por Martin Brne, de la Universidad de Bochum (Alemania), y publicada en la revista científica PLoS ONE. Las neuronas de von Economo son células grandes y fusiformes que se hacen más densas sobre todo en zonas del cerebro cruciales para la emotividad, como la corteza cingulada anterior y la ínsula anterior.
Su superficie es rica en receptores para reaccionar a los neurotransmisores de las emociones, como la vasopresina y la serotonina. Por otra parte estas neuronas son patrimonio solo de los animales más evolucionados y con complejas reacciones gregarias, como el hombre, algunos monos, las ballenas y los elefantes. Esta presencia es un indicador de que sirven solo allí donde se establecen complejas interacciones sociales.
Es posible -según la hipótesis evaluada en este estudio- que demasiadas neuronas de este tipo vuelvan al individuo hipersensible emotivamente, y por lo tanto más sujeto a disturbios o problemas favorecidos por la interacción social, al punto de sentir la vida como un peso insoportable.
Brne precisó, sin embargo, que no necesariamente una amplia concentración de neuronas de von Economo lleva al suicidio, sino que es posible trabajar en la construcción de emociones positivas para escapar de la depresión y desarrollar la habilidad empática de relacionarse con otras personas.
En 2009, un equipo de investigadores de las universidades de California y de Florida (EEUU) afirmaban que, según sus investigaciones, cuando alguien ve una película de terror, lo que siente realmente es excitación. Y es que la estimulación de la amígdala, después del miedo inicial, produce una sensación de gratificación real. “Por eso, tras una escena de terror intensa, los espectadores se sienten felices. La gente disfruta al tener miedo”, aseguran los autores de esta investigación. Además, durante este tipo de películas también se activa la corteza prefrontal, la zona en la que se procesan los pensamientos más sofisticados y donde se evalúa el peligro.
Así es como llegamos a la conclusión de que no estamos ante una situación real de peligro, que solo es una película y que no tenemos que salir corriendo del patio de butacas. Y este sentimiento de alivio también nos hace sentir bien.
Pues todo esto es lo que comprueba, en el mismo momento en que está sucediendo, el neurocine, una nueva disciplina que utiliza imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para observar qué zonas del cerebro estimula cada escena de una película. De este modo, cada director puede comprobar sin lugar a dudas cómo captar la atención de su espectador, e incluso, si así lo quisiera, mantener su cerebro continuamente estimulado hasta llegar a la extenuación.
El artículo científico que dio pie a la creación de esta nueva disciplina fue el resultado de varias investigaciones llevadas a cabo por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Nueva York liderados por David Hegeer. Él y sus colabores escanearon el cerebro de 45 voluntarios mientras veían escenas de varias películas y programas de televisión, con el fin de encontrar respuestas comunes de activación en todos los sujetos; es decir, patrones de respuesta. En todos los casos, se activaron numerosas regiones del córtex cerebral, área visual, lóbulos occipitales y los centros del lenguaje y del oído. Y el área de Brodman, donde reside la memoria.
La primera empresa que ha realizado este tipo de “estudio de mercado” de manera comercial esMindSign Neuromarketing, una firma de San Diego, California, dirigida por Philip Carlsen, quien confiesa: “La neurociencia aporta mucho al proceso creativo. Puede ayudar a decidir desde los decorados, el vestuario, los actores y la música, hasta el guión o la narración visual de una escena. Hasta ahora, al igual que en otros mercados, las películas se sometían a grupos de análisis que aportaban sus opiniones a un investigador tras el visionado de la película. Pero estás opiniones estaban a menudo sujetas a demasiada subjetividad. El neurocine ha conseguido convertir lo subjetivo en algo muy objetivo”.
La primera película analizada por MindSign de la que tenemos un resultado público es PopSkull, un filme de terror dirigido por Peter Krantz. Según el propio director: “En el caso de Pop-Skull, el uso de esta tecnología nos permitió saber a posteriori qué imágenes habían impactado más al espectador, y qué efectos visuales y sonoros habían sido más eficaces”.
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Que sufrir abusos en la infancia produce infelicidad no es ninguna novedad. Sin embargo, la cadena de procesos biológicos que llevan de la experiencia de violencia a los trastornos psiquiátricos asociados no es fácil de desentrañar. En los últimos años, los científicos han ensamblado algunas de las numerosas piezas de este puzle. «Que el maltrato afecte al cerebro es algo reconocido. Lo difícil es entender los mecanismos biológicos implicados», explica Lourdes Fañanás, investigadora de la Universidad de Barcelona (UB) y de la red de investigación Cibersam.
Fañanás coordinó un análisis genético de 533 españoles adultos que sufrieron abandono o violencia en la infancia, cuyos resultados se han publicado en la revista British Journal of Psychiatry. Al trabajo han contribuido, entre otros, Sílvia Alemany y Bárbara Arias, también de la UB.
VULNERABILIDAD El trabajo refuerza evidencias ya apuntadas por estudios anteriores, y detalla que aproximadamente un 40% de la población tiene variantes de un gen que los hace especialmente vulnerables a sufrir síntomas psicóticos en la edad adulta, si han sufrido adversidad infantiles. Este resultado se añade a un conjunto de trabajos que están echando un poco de luz sobre las marcas biológicas dejadas por la violencia tempranas.
«Se ven cambios en las células, especialmente en las neuronas, de los niños y niñas que sufren violencia, pero desconocemos cómo se producen», dice Manel Esteller, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Bellvitge (Idibell). «Desde el punto de vista evolutivo, el cerebro infantil está diseñado para recibir buenos cuidados paternos, no violencia», afirma Fañanás. Es probable que el maltrato disminuya el umbral de estrés del cerebro. «Se modifican algunos receptores neuronales en el hipocampo, se reduce la conectividad y cambia la producción de ciertas proteínas», explica.
El trabajo de Fañanás se concentra en los síntomas psicóticos atenuados derivados de los abusos. La investigadora explica un ejemplo típico de este trastorno: subirse a un taxi y tener la sensación de que el conductor mira constantemente por el retrovisor de manera amenazadora, cuando realmente no es así. El equipo de Fañanás ha detectado que la presencia de algunas variantes de un gen incrementa el riesgo de padecer esos síntomas, si el paciente ha sufrido abusos en la infancia.
Estas variantes no son unas mutaciones raras, sino un aspecto normal de la variabilidad genética, que afecta al 40% de la población. El gen en cuestión es el responsable de la síntesis del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), una proteína relacionada con la supervivencia de neuronas en respuesta al estrés. Las variantes que implican una menor secreción de BDNF están asociadas a más vulnerabilidad al estrés.
LA CAUSA ES EL MALTRATO Esto no quiere decir que todos los que tengan esas variantes vayan a tener trastornos, ni tampoco que todos los que padecen esos trastornos hayan sufrido abusos de niños. «No hay que confundirse: el elemento de riesgo es el maltrato», apunta Fañanás. Las características genéticas pueden modular sus consecuencias «pero también hay factores psicosociales, que pueden ser protectores», concluye.
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