La publicidad subliminal no tiene efecto alguno, pero la forma de pensar de quienes nos rodean sí termina por condicionar nuestra propia manera de ver el mundo.
La historia y la literatura, así como algunos espacios de la teoría meramente especulativa, están llenos de ejemplos de control de la conducta y la mente de las personas. Pocas cosas son tan temibles como la idea de que alguien nos obligue a hacer algo contra nuestra voluntad, especialmente si no lo hace mediante la amenaza y la coacción, sino mediante mecanismos sutiles que operen sin que nos demos cuenta.
Le tememos así a la capacidad de la publicidad, a veces sin darnos cuenta de que si fuera tan efectiva como algunos gustan de presentarla, solo habría una marca o variedad de los productos que consumimos. No habría competencias por calidad, precio, diversidad, sabores, presentaciones, colores y demás… la publicidad todopoderosa bastaría. El mito de la publicidad alcanza su más alto punto con el concepto de la ‘publicidad subliminal’, un fenómeno que no existe, basado en un experimento ficticio del que informó un investigador de mercados llamado James Vicary en 1957. Cuando se trataron de replicar los resultados que inventó, fue imposible. Nunca se ha probado que exista la publicidad subliminal. Y sin embargo, nos preocupa.
Aunque no sea una ciencia exacta, afortunadamente, sabemos que sí es posible manipular a grandes grupos de personas aprovechando algunos aspectos de nuestro comportamiento, especialmente el social. En los años cincuenta, por ejemplo, el psicólogo experimental Solomon Asch demostró que la gente puede dar respuestas que sabe que son falsas bajo la presión de sus pares en un grupo, o de una figura de autoridad. Su experimento original es inquietantemente sencillo: se muestra a un grupo de ocho personas una tarjeta con una línea impresa y otra tarjeta con tres líneas, una igual a la primera, otra notablemente más pequeña y otra notablemente más grande. Siete de esas personas eran cómplices del experimentador y daban, todas concertadamente, una respuesta equivocada. Cuando tocaba el turno a la octava persona, la única que realmente era un sujeto experimental, empezaba dando la respuesta correcta y mirando con incredulidad a sus ‘compañeros’… pero al cabo de varios ensayos, la octava persona empezaba a ‘conformarse’ y a dar la misma respuesta obviamente incorrecta que los demás.
Era como si su calidad de ser social le hiciera seguir la corriente a la mayoría para no desentonar. Algo no muy distinto, podría pensarse, de las identidades sociales que se forman en la adolescencia.
El ‘pensamiento de grupo’, mediante el cual se conforman grupos de opiniones similares, o el ‘efecto arrastre’ como el que tiene la moda, que desata una reacción social en cadena, son formas en las que nuestro entorno nos hace actuar, pensar y opinar de modo distinto del que asumiríamos de modo individual.
En ese sentido, uno de los experimentos más desasosegantes es el conocido como ‘La tercera ola’, un ejercicio de enseñanza de la historia del nazismo a nivel de instituto que se convirtió en la radiografía de una pesadilla y en una advertencia escalofriante.
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Una mañana de 1963 Ron Smith, natural de Connecticut (EE.UU.), se levanta por la mañana a comprar en el supermercado. Cuando sale de su casa se encuentra en el suelo de la calle una carta con sello dirigida a los amigos del partido nazi. La carta tenía dirección y parecía que se le había caído al cartero en algún momento. Smith la recoge y se dirige hacia al super. Por el camino se encuentra con un vecino que le cuenta extrañado que se encontró en el suelo una carta, en este caso dirigida a los amigos del partido comunista con dirección incluida. Smith y su amigo no serían los únicos. Ese día muchos habitantes del pueblo estaban formando parte de un experimento sin saberlo.
Imagina que estas en tu barrio y que te encuentras una carta de este tipo. ¿Qué harías? ¿Y si fuera dirigida a la comunidad científica o a la investigación médica del cáncer? Sea cual sea tu respuesta, es muy posible que esté condicionada. Precisamente por ello se puso a prueba el experimento que se llamó las cartas perdidas.
Esa mañana de 1963 muchos de los habitantes de la pequeña ciudad de New Haven, Connecticut, se enfrentaron al dilema de las cartas. Todas estaban repartidas estratégicamente por el pueblo, 400 cartas en el suelo con dirección y sello, dando la sensación a aquel que las encontrara que se le habían caído a alguien por el camino.
Evidentemente, los transeúntes no tenían ni idea de lo que contenía cada una de las cartas, simplemente se habían caído, y a partir de ahí y tras ver a quién iban dirigidas, debían actuar según sus instintos.
En otro lado de la ciudad un grupo de estudiantes de Yale estaban reunidos tras haber madrugado. Ellos se habían recorrido las calles del pueblo para colocar deliberadamente las cartas por la ciudad: en las calles, en el interior de las cabinas de teléfonos, en la entrada a las tiendas e incluso en los cristales de los coches… cualquier sitio que fuera evidente que se iban a ver. También tuvieron en cuenta distribuirlas bien, de manera que fuera difícil que una persona encontrara dos.
De hecho, de ser así, se habrían dado cuenta de que, aunque los nombres de los destinatarios eran diferentes, la dirección era siempre la misma: P.O. Box 7147, 304 Columbus Avenue, New Haven 11, Connecticut.
Y esa dirección llevaba ni más ni menos que a la casa que había alquilado el ideólogo de este curioso experimento: el psicólogo Stanley Milgram. Quince días después de distribuir los sobres, lotes de 100 cartas a cada uno de los cuatro destinatarios escritos, a Milgram le llegaron 25 del Partido Nazi, 25 del Partido Comunista, 72 para la Asociación de Investigación Médica y 71 para un nombre al azar de un supuesto ciudadano.
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Un padre mata a sus hijos, un piloto decide estrellar un avión con los pasajeros a bordo, unos terroristas se revientan y asesinan así a decenas de personas en nombre de una religión… Todas estas son noticias recientes que, comprensiblemente, han generado gran alarma social.
Cuando suceden actos así, los medios de comunicación buscan expertos que ayuden a explicar cómo alguien puede llegar a cometer ese tipo de delitos. Siguiendo el razonamiento “los actos infrecuentes los realizan personas anormales”, es común que la explicación más fácil sea el tildar a los delincuentes de enfermos mentales. Si el acto es de especial crueldad, el comodín es recurrir a la expresión “es un psicópata”. De tanto ser representada de esa forma, la psicopatía se convierte en ese cajón de sastre con el que explicar por qué se llevan a cabo actos tan horribles.
Aunque estamos de acuerdo en que las personas con psicopatía son capaces de realizar actos muy inhumanos, es importante poder distinguir los casos y empezar a referirnos a esta patología como lo que realmente es: un trastorno de la personalidad. Para ello es imprescindible no realizar un diagnóstico de este tipo considerando solo el tipo de delito cometido, ya que en muchas ocasiones nos encontramos con personas con características psicopáticas que no han cometido delitos (por lo menos que se sepan) y se encuentran dirigiendo empresas.
Como decíamos, la psicopatía es un trastorno de la personalidad formado por características como la falta de empatía, la crueldad, la ausencia de remordimientos, la mentira patológica, la impulsividad y el comportamiento antisocial (Hare & Neumann, 2010). Robert Hare, uno de los grandes expertos en el estudio de la psicopatía, considera que son dos los factores importantes en la definición de este trastorno:
De esta forma podemos tener varios tipos de psicopatía:
Los tres perfiles son muy diferentes en la descripción y, sobre todo, en su pronóstico. Aquellas personas que solo puntúan muy alto en el Factor II tienen muchos elementos de impulsividad y comportamiento irresponsable, pero se pueden arrepentir de lo que hacen mal. No tienen facilidad para frenar su comportamiento, son impulsivos y responden en caliente, pero cuando pasa ese momento sí tienen la capacidad de darse hacerse conscientes y responder con empatía a lo que han hecho y de arrepentirse. Estas personas podemos llamarlas antisociales y no cumplen tanto con el perfil de psicopatía. Aunque su delito pueda ser muy grave, no estaríamos hablando de psicopatía. Pueden hacer, pero no podrían mirar friamente sus propios actos.
En cambio, cuando tenemos personas que, además de poseer estas características antisociales, no se arrepienten de sus actos y no experimentan culpa ni empatía hacia la víctima, es decir, tienen puntuaciones en el Factor I y II, tenemos un perfil más peligroso y definitorio de lo que es la psicopatía, en concreto la psicopatía criminal, dada su estrecha relación con el mundo del delito. Pueden hacer, pueden mirar sus propios actos con tranquilidad y eso implica que pueden buscar repetir conductas similares.
Por último, el tercer perfil lo formarían aquellas personas que no cometen actos antisociales, que no son impulsivos, pero que tienen una dificultad muy grande para vincularse con los demás y establecer lazos afectivos, además de ser carentes de empatía y crueles: altos en el Factor I en exclusiva. A este último perfil se les denomina psicópatas subclínicos, o con éxito, dado que no suelen entrar en contacto con el mundo judicial, pero sus características de personalidad hacen daño a los demás de otra forma, explotando, estafando y siendo crueles con los que les rodean, con tal de conseguir sus objetivos. Este último perfil está bastante bien representado en el mundo de la empresa y las finanzas.
Post completo en: Riesgo Latente
Con el estudio del aprendizaje desde sus componentes más básicos hemos podido cerrar la brecha entre lo que tradicionalmente la cultura ha considerado al resto de animales, “estúpidos y de conducta robótica” y lo similares que pueden resultar a nosotros. Además permite aislar enormes influencias como el lenguaje que pueden enturbiar los límites del aprendizaje y de lo que no lo es. Skinner, uno de los más prolíficos y brillantes psicólogos se dio cuenta del potencial del aprendizaje de muchas especies denostadas hasta el momento, y les prestó la atención que merecían. En ocasiones, como en la Segunda Guerra Mundial, empleó ese ignorado potencial de aprendizaje con fines sorprendentes: guiar misiles hacia los barcos enemigos.
Fuente: Psicomemorias
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Nuestra manera de evaluar los riesgos acerca de lo que puede matarnos suele estar sesgada. Por eso hay mucha más gente que teme subirse a un avión antes que bajar unas escaleras, aunque las escaleras matan a mucha más gente que los aviones, como os explicamos aquí. Nos sorprendería comprobar el número de víctimas de resbalones en la bañera comparado con la de cualquier otra noticia en los medios de comunicación.
El vídeo que encabeza esta entrada, realizado por AsapScience, no intenta que tomemos un poco más de perspectiva sobre los riesgos, sino que nos pone en aviso de riesgos muy poco comunes pero reales con objetos cotidianos aparentemente inofensivos. ¿Sabías dos huesos de cereza contienen suficiente cianuro para matar? ¿Y que beber seis litros de agua es suficiente para inducir un estado de coma y hasta la muerte? Y escuchar música demasiado alta también te puede matar.
Fuente: XATAKA Ciencia
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Si estuviera disponible una máquina del tiempo, ¿sería adecuado para matar a Hitler cuando todavía era un joven artista austríaco para evitar la Segunda Guerra Mundial y salvar millones de vidas? ¿En caso de que un policía torturara a un presunto atacante para encontrar explosivos ocultos que podrían matar a muchas personas en un café local? Cuando nos enfrentamos a estos dilemas, los hombres suelen ser más dispuestos a aceptar las acciones perjudiciales para el bien de un bien mayor, que las mujeres. Por ejemplo, las mujeres serían menos propensas a apoyar el asesinato de un joven Hitler o torturar a un sospechoso atentado, incluso si hacerlo en última instancia, salvara más vidas.
Según una nueva investigación publicada por la Society for Personality and Social Psychology, esta diferencia de género en las decisiones morales es causada por una fuerte aversión emocional a la acción nociva, por parte de las mujeres; el estudio no encontró evidencia de las diferencias de género en la evaluación racional de los resultados de las acciones nocivas.
«Las mujeres son más propensas a tener una reacción negativa a causar daño a una persona, mientras que los hombres experimentan respuestas menos emocionales para hacer daño», dice la autora que conduce la investigación Rebecca Friesdorf. El hallazgo va en contra del estereotipo común, que las mujeres son más emocionales lo que significa que también son menos racionales, dice Friesdorf. El artículo fue publicado en línea en Personality and Social Psychology Bulletin, el 3 de abril de 2015.
En un nuevo análisis a gran escala de datos, de 6100 participantes, Friesdorf, un estudiante graduado en psicología social en la Universidad Wilfrid Laurier en Canadá, se asoció con Paul Conway, Ph.D., un becario postdoctoral en psicología en la Universidad de Colonia, y Bertram Gawronski, Ph.D., profesor de psicología en la Universidad de Texas en Austin, para examinar las diferencias de género en los juicios sobre los dilemas morales. A los participantes se les plantearon 20 preguntas que suponen diversos dilemas morales, incluidas las decisiones sobre el asesinato, la tortura, la mentira, el aborto y la investigación con animales.
El estudio examinó los contrastantes en principios filosóficos que se relacionan con la ética. En la deontología, la moralidad de una acción depende de su coherencia con una norma moral. Immanuel Kant, el filósofo del siglo 18 que fue el más famoso defensor de la teoría, una vez argumentó que era siempre malo mentir, incluso si un asesino le preguntó a su víctima si estaba dentro de una casa, para que la matara. Por el contrario, el utilitarismo sostiene que una acción es moral si maximiza la utilidad, o el mayor bien para el mayor número de personas. Desde un punto de vista utilitario, una acción podría ser ética en una situación y no ética en otro, dependiendo del resultado potencial.
Utilizando un procedimiento estadístico avanzado para cuantificar la fuerza de las inclinaciones deontológicas y utilitarias, el equipo de investigación encontró que las mujeres eran más propensas que los hombres a adherirse a los principios deontológicos. Sin embargo, los investigadores no encontraron evidencia de las diferencias de género en el razonamiento utilitarista. Los hallazgos sugieren que las mujeres tienen una aversión emocional más fuerte para causar un daño, que los hombres. Sin embargo, los hombres y las mujeres se involucran en niveles similares de pensamiento racional sobre los resultados de la acción nociva. Los resultados están en línea con anteriores investigaciones que muestran que las mujeres son más empáticas a los sentimientos de otras personas, que los hombres, mientras que las diferencias de género en habilidades cognitivas tienden a ser pequeñas o inexistentes, dice Friesdorf.
“Los prejuicios nos engañan sobre la realidad. Acéptelo, y eso vale para las personas, las cosas o las circunstancias. Si está convencido que una ciudad es muy sucia, siempre que vaya a ella encontrará razones para reafirmarse en su idea. Si actúa pensando respecto a alguien: contigo no hay nada que hacer, no le quepa duda que con él nunca lo habrá. Si es persona no le gusta, la mirará peor, y la sentencia. La actuación de ser al revés: busque algo bueno en ella. Si le gusta interactuará de forma positiva con ella, le dará un feed back adecuado, y al final mejorará.
¿Conoce qué es el efecto Rosenthal? Es un hallazgo basada en un experimento de un profesor americano. Define que actuar en positivo con los demás le ayuda a mejorar. Ese profesor, tras realizar unos exámenes en su clase hizo saber a todos quiénes eran los tres mejores alumnos (y lo hizo sin haber corregido los exámenes). Esos tres estudiantes, estimulados por lo dicho, y con la ayuda y/o la estima o buena valoración supuesta de los profesores del curso siguiente (que habían conocido esa información) se esforzaron y los demás les estimularon, lo que favoreció que este año si fueran realmente los mejores. La realidad es que cuando corrió los exámenes esos tres alumnos eran de la media. Este efecto se conoce como efecto Rosenthal. Y básicamente supone que actuar con alguien tratándole mejor de lo que es, le ayuda a ser mejor. Y donde quiero llegar es a que no etiquete en negativo. No haga el Rosenthal al revés….»
Decía Goethe: “Si tratas a un hombre como es, siempre será igual. Trátalo como debería ser y crecerá”. Cuanto más desarrolle su potencial más crecerá como persona, y cuanto más confías en él, más crece. Con frecuencia las metas son desafíos. Pero dice Edwin Lodge que «el desafío es clave para la satisfacción”.
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Un equipo de científicos de las universidades de Pittsburgh, California-Berkeley y Harvard liderados por Kyung Hwa Lee, quienes reclutaron a 32 chavales con una edad media de 14 años (22 de ellos chicas) y analizaron su actividad cerebral mientras les ponían grabaciones de 30 segundos con la voz de su madre.
En las grabaciones el mensaje de la madre tenía distintos contenidos y tonos, en unos les hablaba de algún tema sin trascendencia, como la lista de la compra, y en otros les apelaban directamente con mensajes como que se descalzaran al entrar en la casa. El resultado, según sus autores, indica que los adolescentes parecen cerrar los procesos cerebrales relacionados con la socialización y la empatía cuando sus progenitores les critican, como si se cerraran en banda ante ese tipo de mensajes.
Los científicos midieron la actividad del denominado sistema límbico (las zonas que se activan con emociones negativas), la corteza prefrontal (donde se regulan algunas emociones) y la unión de los lóbulos parietal y temporal (que se activa cuando nos ponemos en el lugar de los demás). Cuando los chicos escuchaban los mensajes críticos de sus madres, la primera zona, la de las emociones negativas, tenía más actividad y las otras parecían pasar a segundo plano.
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Según un nuevo estudio de la Universidad Carnegie Mellon (EEUU) publicado en la revista Cell Press, las opiniones basadas en el rostro de un desconocido pueden inclinarnos, en el ámbito político, por ejemplo, a votar al candidato que, por su rostro, nos parezca más fiable.
“Nuestra investigación va más allá de asociar caras y personalidades. Muestra cómo estas atribuciones pueden afectar a decisiones importantes, tales como los líderes que votamos, las personas a las que confiamos nuestro dinero o a quiénes juzgamos por un crimen”, aclara a Sinc Christopher Olivola, autor principal del estudio.
Según los investigadores, fiarse de los rasgos faciales de una persona para tomar decisiones puede tener implicaciones graves en el sistema jurídico y financiero. Como ejemplo, el escenario de un juicio por asesinato. El estudio revela que si el sospechoso tiene un rostro que inspira desconfianza o incluso miedo, tiene más posibilidades de ser condenado que si ti.
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En el mundo, cada año, unos 15 millones de personas intentan suicidarse y casi un millón lo consigue. Mueren más personas por esta causa que por homicidios y guerras juntos (1). Bueno, el mundo es muy grande, eso será en lugares geográfica o culturalmente remotos… En España mueren 3500 personas al año suicidándose, bastante más del doble que en accidentes de tráfico (2). Vaya, va a ser que no, que de verdad hay algo importante ahí.
Lo primero que llama la atención al acercarse a tan escabroso tema es enorme discrepancia entre su importancia real y su presencia pública: no se habla de ello en medios de comunicación, en tertulias, en casa…
Lo segundo que llama la atención es la falta de conocimiento fiable sobre la cuestión. Hay una idea muy extendida, conocida como efecto Werther, que considera que los suicidios son contagiosos y que por tanto no hay que informar sobre ellos para evitar otros casos. La veracidad de dicho efecto es sujeto de considerable controversia; si bien parece sensato y hay muchos casos individuales reportados de personas que se han suicidado emulando a otras, los datos epidemiológicos no sustentan el efecto, la cantidad total de personas que se suicida no se ve afectada por la publicidad de casos de famosos o por su silencio.
Hay datos muy sólidos sobre la correlación entre suicidios y desordenes psiquiátricos (el 90% de los casos estaban diagnosticados de alguno) y sobre los principales factores de riesgo, como la depresión y el abuso del alcohol (1). Los autores de este trabajo (1) se quejan de que la tendencia suicida no se considera como una enfermedad en si misma, sino que se ve más bien como una complicación clínica de otras (como la depresión).
De vez en cuando se toman medidas, como códigos éticos sobre la no publicación de informaciones sobre suicidios o la incorporación de dificultades en los lugares típicos de suicidio (barreras en puentes, etc.) y resultan aparentemente efectivas, ya que disminuye el número de suicidios en esos lugares o atribuibles a esas causas. Pero no disminuye el número global, es como si quien ha de hacerlo lo vaya a hacer, aunque sea en otro lugar y de otra forma. Desplazar el problema puede tranquilizar a alguien (al periodista o al alcalde del municipio del puente), pero el problema real continua inalterado.
Artículo completo en: Joaquín Sevilla Moróder
Las urracas sienten una atracción compulsiva por los objetos brillantes. Lo dicen por todos lados. Pues, no es así. Psicólogos del Centro para la Investigación del Comportamiento Animal (CRAB) de la Universidad de Exeter han comprobado experimentalmente que la urraca (Pica pica) siente en realidad temor ante objetos -brillantes o no- con los que no está familiarizada. Los investigadores, que han presentado su trabajo en la revista Animal Cognition, creen que la errónea creencia popular se debe a sesgos cognitivos y a la exagerada transmisión oral de episodios aislados.
Toni Shepard, director del estudio, y sus colaboradores utilizaron en su experimento aves silvestres y recuperadas por un centro de rescate de animales. Para tentar a las urracas, recurrieron a tornillos de metal brillante, pequeños aros de aluminio y un pequeño trozo rectangular de papel de aluminio. La mitad de los aros y tornillos los pintaron de azul mate; la otra mitad y el papel de aluminio los dejaron tal cual. El escenario fueron ocho zonas del campus donde las urracas están acostumbradas a la presencia humana.
“Queda demostrado una vez más que las urracas son inteligentes: en vez de dejarse atraer compulsivamente hacia los objetos brillantes, se mantienen a una distancia segura cuando esos objetos son nuevos e inesperados”, ha indicado Natalie Hempel de Ibarra, una de las coautoras. Los investigadores creen que los seres humanos se fijan cuando las urracas cogen ocasionalmente objetos brillantes sólo porque creen que las aves los encuentran atractivos, mientras ignoran la mayoría de los casos en los que los animales no prestan atención a esos objetos. La exagerada trasmisión de anécdotas habría hecho el resto a la hora de cimentar una falsa creencia popular “ampliamente aceptada en la cultura europea”.
Ampliar en: Magonia
por Steven Novella
Cuando alguien me mira y dice seriamente: «Sé lo que vi», me encanta responder, «No, no lo sabes». Tienes una memoria distorsionada y construida de una percepción distorsionada y construida, ambas al servicio de la narrativa bajo la cual está operando tu cerebro.
Uno de los aspectos más dramáticos de la distorsión de la memoria son falsos recuerdos. Estos pueden ser fabricadas completamente memorias que son indistinguibles de recuerdos auténticos. Los falsos recuerdos pueden involucrar a pequeños detalles, o escenarios enteros. Una manera de fabricar falsos recuerdos es con la sugerencia – con sólo sugerir a alguien un detalle de una experiencia que tuvieron puede hacer que incorporen ese detalle en su recuerdo de la experiencia.
La razón aparente para esto es que nuestros cerebros prefieren la coherencia a la precisión. Los recuerdos son actualizados para que sean acordes con nuestro conocimiento actual. Si nos dicen que una persona estaba usando una chaqueta azul, entonces nuestro recuerdo podría cambiar para ser consistente con lo que ahora creemos que es verdad.
Los psicólogos tienen una serie de formas de generar falsos recuerdos en el laboratorio. Un método es mostrarle a los sujetos un video de un evento. Entonces les permiten leer una descripción escrita del mismo evento, que contiene o incluso sugiere detalles que difieren del video. Un cierto porcentaje de sujetos incorporará los detalles sugeridos aunque incorrectos en su memoria. Cuando se les pregunta ellos «recordarán» esos detalles en el video.
Un nuevo estudio combina la investigación de falsos recuerdos con la privación de sueño. Cada vez es más claro que el sueño desempeña un papel importante en la formación de la memoria y consolidación. Steven J. Frenda de la Universidad de California en Irvine, y sus colegas hicieron una simple pregunta — ¿aumentaría la privación del sueño la formación de falsos recuerdos?
Hicieron que los sujetos vieran fotos de un delito, y luego leyeron una descripción escrita del delito (con algunos detalles en conflicto con las fotos) y, a continuación, les preguntaron por detalles. Diferentes grupos de sujetos tenían diferentes patrones de privación del sueño.
Los que fueron privados de sueño durante la codificación de la memoria, al ver las fotos, tuvieron una mayor tasa de falsos recuerdos en comparación con aquellos que habían dormido durante la codificación de la memoria. No hubo diferencia, sin embargo, en el rendimiento entre los que habían dormido bien y los privados de sueño durante la fase de sugestión, durante la lectura de la descripción escrita, o la fase de recuperación, al contestar preguntas.
Se trata de un estudio pequeño y necesita ser replicado, pero si se sostiene que sugiere que la calidad de la codificación de la memoria es más importante para la susceptibilidad de los falsos recuerdos. También confirmaría la sospecha de Frenda de que la privación del sueño tendría un efecto adverso en la memoria, pero sólo durante la fase de codificación.
Cada vez me interesan más los efectos del sueño sobre la función cognitiva a medida que la falta de sueño se está volviendo cada vez más común. Veo a muchos pacientes, por lo demás jóvenes y sanos, con falta de concentración y memoria a corto plazo. El examen neurológico normal y las pruebas de laboratorio efectivamente descartan que una enfermedad subyacente cause sus síntomas. Estos pacientes se caracterizan entonces por tener una demencia funcional (o seudodemencia), lo que significa que sus problemas de memoria no se deben a ningún daño biológico al proceso cerebral o a una enfermedad. Más bien, la función del cerebro se ve afectada porque está bajo algo de estrés fisiológico.
Una causa común de esto es la privación crónica del sueño. Es interesante que la mayoría de los pacientes no compartirán voluntariamente que su sueño es muy pobre, ni verán la conexión con sus síntomas. Cuando se les pregunta, sin embargo, pueden reportar que duermen muy mal, cinco horas o menos cada noche.
La conclusión que quiero dejar es que la privación aguda y crónica del sueño puede afectar la función cerebral. Si duermes mal, entonces la mejorar tu sueño debe ser una alta prioridad. A menudo, sólo algunas medidas básicas de higiene del sueño es todo lo que se necesita: evitar la cafeína, no comer ni beber justo antes de irse a la cama, asegurarse que la cama es cómoda, evitar las siestas durante el día, mantener las luces bajas al acostarse, participar en una actividad relajante y luego meterte en la cama sólo cuando tengas sueño.
A veces se necesita una ayuda temporal para dormir. Y algunos pacientes pueden tener un trastorno específico del sueño, como la apnea del sueño, que requiere un diagnóstico y tratamiento adecuados. El fondo aquí es que si no puedes arreglar tu sueño con la higiene básica, consultes a tu médico para que te haga una evaluación. La falta de sueño debe ser abordada como un problema médico, pero a menudo los pacientes lo hacen hasta que están tienen síntomas secundarios desde la falta de sueño crónica, a dificultad en la memoria.
Este último estudio añade un poco más de información a las pruebas de que el sueño es de vital importancia para la formación de la memoria y la función del cerebro en general. Nuestros recuerdos son lo suficientemente malos cuando están funcionando de manera óptima. Desde luego, no queremos que se vean comprometidos aún más por la falta de sueño.
Fuente: DEAVANZADA
A lo largo de las últimas décadas han sido numerosos los mitos y teorías científicas que han caído gracias a determinadas investigaciones o, simplemente, por hallazgos casuales. Algunas de las que se consideraban verdades absolutas, que aparecían en documentales, enciclopedias y en trabajos de prestigiosos eruditos e investigadores se derrumbaron gracias a nuevas investigaciones. Algunos de estos descubrimientos efímeros han sido citados por la página Toptenz.
Los canales marcianos Marte eran una red de barrancos y quebradas que los científicos del siglo XIX creían erróneamente que existían en el planeta rojo. Los canales fueron ‘descubiertos’ en 1877 por el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli. Después, otros astrónomos corroboraron su afirmación y los canales se convirtieron en un fenómeno. Los científicos dibujaron mapas detallados de localización de sus caminos y pronto comenzaron a especular sobre sus posibles orígenes y usos. Quizás la teoría más absurda vino de Percival Lowell, un matemático y astrónomo que aseguró que los canales eran un sofisticado sistema de riego desarrollado por una especie inteligente, pero desconocida. La hipótesis de Lowell fue desacreditada por otros científicos, pero también fue popularmente aceptada, y la idea logró sobrevivir hasta bien entrado el siglo XX.
Se ha demostrado que los canales marcianos son un mito gracias a los telescopios y tecnología de imagen. Resultó que lo que parecían canales eran en realidad una ilusión óptica causada por las rayas de polvo soplado a través de la superficie de Marte por los fuertes vientos. Esta teoría sólo pudo ser probada en la década de 1960, cuando la primera nave espacial tripulada tomó fotografías de la superficie de Marte.
Aristóteles creyó que la vida no surgía ni de semilla, ni del huevo, u otros medios tradicionales de reproducción. Creía que la vida podía surgir materia inanimada como limo, barro y tierra cuando se expone a la luz solar. Estas ideas eran provenientes de pensadores como Anaximandro, Hipólito, y Anaxágoras. Esta idea permaneció durante muchos años. ¿Cómo se demostró lo contrario?
Louis Pasteur demostró que la vida no aparecía por generación espontánea como había dicho Aristóteles. Con la invención del microscopio, pudo comprobar que los insectos aparecían por los microorganismos cuando se sellaba en la carne un recipiente cerrado.
Fue una de las ramas más populares de la neurociencia en el siglo XIX. Sus defensores creían que los rasgos de carácter individuales, como la inteligencia, la agresión, o un oído para la música, podrían localizarse en partes muy específicas del cerebro.
Se crearon mapas detallados de las supuestos 27 áreas diferentes del cerebro, con el fin de saber en que zona se localizan ciertas inclinaciones, como por ejemplo la pintura, y el efecto de un gran golpe en esa zona.
Sin embargo, los avances científicos modernos ayudaron a demostrar que los rasgos de personalidad no podían atribuirse a porciones específicas del cerebro. La frenología todavía existe hoy pero a menudo se usado como una herramienta para promover el racismo, la más famosa por los nazis, y también por los colonialistas belgas en Ruanda.
Ampliar en: teinteresa.es
Sobre el libro DSM-5, hay un interesante debate en torno a él. Se trata de un manual sobre trastornos mentales, tan influyente que la próxima vez que vaya a una consulta seguramente el especialista usará las categorías de ese libro para decirle qué le ocurre. A partir del lanzamiento de la quinta versión del DSM los psicólogos Danilo Sanhueza y Álvaro Jiménez abordan el encendido debate sobre qué es normal y cómo clasificar lo patológico. Describen también cómo presionan las aseguradoras y los laboratorios, pues nunca hay que olvidar que aquello que se considere enfermedad tendrá que ser cubierto por algún sistema y medicado de alguna forma. Es decir, hay mucho dinero en juego.
Históricamente, el DSM se había basado en la existencia de clases (o categorías) distinguibles entre sí. Dicho de manera simple, se supone que cada enfermedad es una especie distinta de las otras. Sin embargo, es bastante frecuente que los pacientes presenten síntomas que corresponden a más de un diagnóstico al momento de la evaluación clínica, o bien que en distintos momentos de sus vidas puedan presentar síntomas de cuadros distintos. En este sentido, el gran defecto de la perspectiva “categorial” que caracteriza especialmente a las dos últimas versiones del DSM, es que por el tipo de descripción que realiza permite que con mucha frecuencia se superpongan categorías distintas. En medicina este problema se conoce con el nombre de “comorbilidad”, una noción que en psiquiatría plantea una serie de dificultades, puesto que la enfermedad mental se confunde con la subjetividad misma del paciente.
Una buena parte de este problema se debía a la utilización del “criterio multiaxial”. Este criterio implica que el diagnóstico se emite por la combinación de varios ejes de observación (por ejemplo, el Eje I describía un conjunto de síndromes clínicos, como la psicosis, depresión o trastornos ansiosos, mientras que el Eje II describía una serie de trastornos de personalidad y al retardo mental), resultando una superposición de diagnósticos. Sin embargo, la última generación de investigación en genética y neurociencias ha demostrado que no existe evidencia suficiente que respalde esta división estricta en categorías de los trastornos mentales. De este modo, en los últimos años ha ido ganando fuerza la visión dimensional, que en lugar de proponer clases diagnósticas como si fueran compartimentos estancos, plantea la existencia de continuidad entre los desórdenes mentales. El supuesto es que entre un enfermo mental y una persona sana no habría sino diferencias de grado de ciertos rasgos psicológicos que han devenido muy rígidos o discapacitantes.
En síntesis, cuando en su primera y segunda edición el DSM estuvo inspirado por las ideas de Sigmund Freud y el psicoanálisis (los trastornos mentales como el producto de conflictos entre instancias psíquicas), el problema que se planteó fue que un paciente podía recibir diagnósticos distintos en función de los mismos síntomas. Luego, en la tercera y la cuarta el DSM reflejó las ideas del psiquiatra Emil Kraepelin que finalmente condujeron a la falacia categorial y al problema de la comorbilidad.
En el contexto de este debate, la APA creó el año 2007 un comité para la revisión y redacción de una nueva edición del DSM. Cada vez que ello ocurre se comisiona un grupo de expertos denominado “task force” (término originalmente de uso militar y que significa “fuerza de tarea”), que en esta ocasión fue presidido por el psiquiatra David Kupfer de la Universidad de Pittsburg. Esta comisión asumió la ardua tarea de llevar el diagnóstico clínico hacia una lógica dimensional. Seis años después del origen de esta cruzada al interior del campo psiquiátrico, ¿cuál es el resultado?… ¡Enhorabuena! En el DSM-5 el problema del solapamiento entre Ejes ha sido aparentemente resuelto ¿Y cómo? Simplemente abandonando el sistema multiaxial, fusionando algunos Ejes, pero manteniendo casi inalterada la lógica categorial de las versiones anteriores… ¡Plop!
Así, se volvió de conocimiento público el fracaso que ya había sido admitido por los mismos miembros de la task force: el cambio de una lógica categorial a una dimensional no sería viable por el momento, y lo único posible sería entregar una versión de transición que combina modelo categorial y (semi) dimensional. De hecho, solo en un par de enfermedades se propuso un modelo de continuo. Por ejemplo, se reemplazan tres diagnósticos de autismo (“Autismo”, “Asperger” y “Trastorno permanente del desarrollo”) por el diagnóstico de “Trastorno del Espectro Autista”.
En reacción a este fracaso, el National Institue of Mental Health (NIMH), una de las instituciones de investigación en Salud Mental más importantes de Estados Unidos (y por lo tanto, del mundo) y quien además fuera parte integrante de la redacción del DSM-5, se “descolgó” del proyecto y del camino adoptado por la APA. ¿Por qué? Dicha institución había desembolsado varios millones de dólares para financiar investigación basada en dimensiones… ¡y no en categorías!
Así, a través de su proyecto “Research Domain Criteria”, el NIMH buscará transformar el diagnóstico clínico para fundar un nuevo sistema de clasificación. El énfasis estará puesto en demostrar que los trastornos mentales son trastornos biológicos que involucran circuitos cerebrales y combinaciones genéticas específicas, es decir, no serían otra cosa que la desregulación de procesos normales.
De este recorrido surge el principal proyecto alternativo al DSM: la construcción de una nueva arquitectura clasificatoria basada no solo en síntomas, sino en “biomarcadores” (por ejemplo, un patrón de actividad neuronal en una determinada zona cerebral, niveles de moléculas específicas en la sangre o una secuencia genética determinada que darían cuenta de “endofenotipos” particulares). El nuevo horizonte entonces es una psiquiatría basada en la genética y las neurociencias siguiendo el modelo de la reciente investigación biomédica en torno al cáncer.
Artículo completo en: CIPER
El vídeo que se muestra a continuación trata sobre un hombre que se viste de vagabundo y simula sentirse mal tendiéndose en el suelo en pleno acceso de tos. Pasaron más de cinco minutos y nadie se dignó siquiera a acercarse para ver qué le pasaba. Las razones para que se dé tal cosa las podemos comprender todos muy bien. El miedo a si puede ser una treta para robarte, creer que probablemente esté drogado o borracho como una cuba y que se encuentre desvariando en colores, etcétera, etcétera. En teoría, eso es lo que esperamos de alguien que se viste con harapos y vive en la calle, y aunque no sea un pensamiento del todo correcto es innegable que guarda en el fondo cierta verdad. ¿Quién no los ha visto alguna vez gastarse el dinero que han recibido en alcohol?.
Por otro lado, en el caso del hombre trajeado se ha dado una situación radicalmente distinta. Casi en el mismo instante en el que simuló caerse al suelo varias personas ya estaban dispuestas a ayudarle en lo que fuera mientras le preguntaban preocupadas qué le pasaba. Es un contraste sin duda brutal, y no dudo que muchos de los que vean el vídeo se harán una opinión negativa de la gente que no ha prestado ayuda al mendigo y de los que han acudido de inmediato para socorrer al trajeado, pero he ahí la cuestión: ¿qué haríamos nosotros?.
Fuente: Pensamiento Crítico
Para Mario Bunge, el psicoanálisis no es una ciencia, sino una seudociencia. Desde su perspectiva epistemológica, la teoría y las terapias psicoanalíticas se sustentan en hipótesis que son incontrastables, además de resistirse a la crítica.
Para el especialista este es un criterio importante para afirmar la falta de cientificidad de esta corriente de pensamiento. A continuación, te dejamos un extracto de Ciencia, técnica y epistemología, texto que se encuentra en algunas currículas universitarias, en donde el filósofo argentino expone sus argumentos para rebatir la cientificidad de la escuela fundada por Sigmund Freud.
«Ahora voy a hacer una breve mención al psicoanálisis, que -junto con la homeopatía- es la más rentable de las seudociencias. En efecto los psicoanalistas cobran por lo menos cien dólares por hora, mientras que los parapsicólogos no hacen consultas (a menos que oficien como espiritistas).
Las hipótesis psicoanáliticas se pueden dividir en dos clases: las comprobables y las incomprobables. Entre las incomprobables está la hipótesis de la represión, porque según los psicoanalistas si uno no admite algo, por ejemplo si una niña no admite que su padre ha abusado sexualmente de ella, es porque ha reprimido ese recuerdo; y cuanto más se niega tanto más prueba esto la represión. Entonces, ¿cómo hacemos para refutar la hipótesis?
Otro ejemplo: la hipótesis de que todo varón sufre el complejo de Edipo. Si un varón ama realmente a su padre, los psicoanalistas dicen que el superyó del sujeto está reprimiendo el odio. Cuando afirma que ama a su padre está probando que, en realidad, lo odia. La sola presencia de hipótesis incomprobables en el psicoanálisis muestra que es una seudociencia.
Las hipótesis psicoanalíticas comprobables son en principio de tres tipos: las que han sido verificadas, las que han sido falseadas, y las que no han sido puestas a prueba. Yo no conozco ninguna que haya sido verificada. Una tras otra, las que han sido puestas a prueba, han sido refutadas.
Una de ellas es la hipótesis de que hay dos tipos de personalidad, la oral y la anal. Quien tiene una personalidad anal es disciplinado, serio y más bien introvertido; en cambio, los sujetos con personalidad oral son despreocupados, indisciplinados y extravertidos.
Hace ya una cuarentena de años se probó que no hay ninguna correlación entre la personalidad y la manera en que al niño de corta edad le han entrenado los esfínteres. Otro mito freudiano es el del orgasmo vaginal. También este ha sido refutado hace una cuarentena de años.
Uno de los mitos psicoanalíticos más absurdos y rentables es la tesis de que todo olvido es debido a la represión. Los psicólogos científicos han descubierto hace un siglo que lo excepcional no es el olvido, sino el recuerdo. Y en el curso de las últimas décadas se ha descubierto el mecanismo de la memoria: la formación de sistemas de neuronas activadas por algún acontecimiento. Estos sistemas se van formando y deshaciendo en el curso del desarrollo. No se nace con recuerdos: el cerebro del recién nacido es demasiado primitivvo para formar recuerdos que no sean de impresiones muy básicas. En resumen, la hipótesis de que todo olvido se debe a la represión es incompatible con la psicología experimental y la neuropsicología.
Esto no quita que no exista toda una industria».
Curioso resultado del estudio Free will and paranormal beliefs publicado en Frontiers in Psychology:
El libre albedrío es uno de los aspectos fundamentales de la cognición humana. En el contexto de la neurociencia cognitiva, varios experimentos sobre la percepción del tiempo, la coordinación sensomotora, y la agencia sugieren la posibilidad de que se trata de una ilusión robusta (una sensación independiente de la relación de causalidad efectiva frente a las acciones) construida por mecanismos neurales. Es sabido que los seres humanos sufren de diversos sesgos cognitivos y fracasos, y la sensación de libre albedrío podría ser uno de ellos. Aquí presento una correlación positiva entre la creencia en el libre albedrío y las creencias paranormales (ovnis, la reencarnación, la astrología, y investigación paranormal). Se realizaron encuestas web que involucraron a 2.076 sujetos (978 hombres, 1.087 mujeres y otros 11 géneros), que revelaron correlaciones positivas significativas entre la creencia en el libre albedrío (teoría y práctica) y las creencias paranormales. No hubo correlación significativa entre la creencia en el libre albedrío y el conocimiento de fenómenos paranormales. Las puntuaciones de creencias paranormales para las mujeres fueron significativamente mayores que las de los hombres, con sus correspondientes (aunque débiles) diferencias significativas en la creencia en el libre albedrío. Estos resultados son consistentes con la idea de que el libre albedrío es una ilusión que comparte elementos cognitivos comunes con las creencias paranormales.
Como no está de más recordar, correlación no es causación.
Fuente: DE AVANZADA
¿Sacrificaría a una persona para salvar cinco? Tales decisiones morales podrían depender de si está utilizando una lengua extranjera o en su lengua materna.
Un nuevo estudio de psicólogos de la Universidad de Chicago (EE.UU.) y la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona ha encontrado que las personas que utilizan una lengua extranjera tienen un enfoque relativamente utilitario frente a dilemas morales , tomar decisiones basadas en la evaluación de lo que es mejor para el bien común. Ese patrón se mantiene incluso cuando la elección utilitaria produciría un resultado difícil emocionalmente, como sacrificar una vida para que otros pudieran vivir.
«Este descubrimiento tiene importantes consecuencias para nuestro mundo globalizado, ya que muchas personas hacen juicios morales en los idiomas nativo y extranjero», dice Boaz Keysar, profesor de Psicología en la Universidad de Chicago. «Las implicaciones en el mundo real podrían incluir un inmigrante que sirve como miembro del jurado en un juicio, que puede acercarse a la toma de decisiones de manera diferente que un hablante nativo – Inglés». El autor Albert Costa, psicólogo añade que «las deliberaciones en lugares como las Naciones Unidas, la Unión Europea las grandes corporaciones internacionales o empresas de inversión pueden ser mejor explicadas o hacerse más predecible por este descubrimiento».
Los investigadores proponen que la lengua extranjera provoca una respuesta emocional reducida. Eso proporciona una distancia psicológica de las preocupaciones emocionales al tomar decisiones morales. Estudios anteriores de ambos grupos de investigación encontraron independientemente un efecto similar para la toma de decisiones económicas.
En el nuevo estudio, los dos experimentos utilizando el famoso «dilema de pasarela» ponen a prueba la hipótesis de que cuando se enfrentan a decisiones morales en un idioma extranjero, las personas son más propensos a responder con un enfoque utilitario que es menos emocional.
El primer experimento presentó a los participantes el escenario del «puente» del dilema del tren. Se les pide a los participantes del estudio que se imaginen que están de pie en un puente peatonal con vistas a una vía de tren cuando ven que un tren que viene está a punto de matar a cinco personas. La única manera de detenerlo es empujar a un hombre desde la pasarela enfrente del tren. Esa acción será matar al hombre, para salvar a las cinco personas. En otras palabras, los participantes del estudio se enfrentaron al dilema de elegir entre sacrificar activamente a una persona, que vulnera la prohibición moral contra la matanza o por inacción permitir que cinco personas murieran.
Los investigadores recopilaron datos de personas en EE.UU., España , Corea, Francia e Israel. En todas las poblaciones, más participantes seleccionaron la opción utilitaria – para salvar cinco matando a uno – cuando los dilemas se presentan en el idioma extranjero que cuando lo hicieron en su lengua nativa.
Incluso con la aleatorización de los grupos lingüísticos de los participantes, los que utilizan un idioma extranjero eran dos veces más propensos a responder con el enfoque utilitarista que está más al servicio del bien común para salvar a más personas», dijo el autor principal, Albert Costa del Centro para el Cerebro y Cognición de la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona. Costa es actualmente profesor visitante en la Universidad de Chicago .
El segundo experimento incluyó una versión del dilema que es menos emocional. En este dilema, el tren se dirigió hacia los cinco hombres, pero se puede cambiar a otra pista donde se iba a matar un solo hombre. La gente tiende a estar más dispuestos a sacrificar al único hombre tirando de un interruptor que lo empujaba fuera del puente porque la acción es menos intenso emocionalmente, señalan los investigadores. El lenguaje de presentación no afecta a las decisiones de los participantes en este dilema, la gran mayoría de la gente prefiere la opción utilitaria en este escenario menos emocional .
El equipo evaluó los datos de 725 participantes, entre ellos 397 hablantes nativos de español con Inglés como lengua extranjera, y 328 hablantes nativos de Inglés con el español como lengua extranjera. Cada participante recibió las dos dilemas, ya sea en su lengua materna o una extranjera. Cuando se presenta el escenario menos emocional, más del 80 por ciento de los participantes prefirió desviar el tren y ese porcentaje se mantuvo alto en su lengua materna y extranjera. Por otro lado , cuando se les presenta el escenario más emocional, la gente de nuevo es significativamente más propensa a sacrificar a uno para salvar a cinco al tomar la decisión en una lengua extranjera.
Keysar dice que las decisiones parecen estar hechas de manera diferente cuando se procesan en un idioma extranjero. «La gente tiene menos miedo a las pérdidas, más dispuestos a asumir riesgos y mucho menos conectados emocionalmente cuando se piensa en una lengua extranjera».
El coautor Sayuri Hayakawa , estudiante de doctorado en psicología en la Universidad de Chicago, afirma que la forma en que aprendemos el lenguaje es la clave. «Se aprende la lengua materna como un niño y es parte de su familia y su cultura». » Es probable que aprender idiomas extranjeros en los entornos menos emocionales, como un aula de clase, implica que se necesita un esfuerzo adicional. El contenido emocional de la lengua a menudo se pierde en la traducción».
«Lo que este estudio nos dice es que los juicios morales pueden ser afectados en función de si el idioma en que se presenta es uno nativo o extranjero», dijo Costa. » La conciencia de este impacto de las lenguas en los dilemas morales es fundamental para tomar decisiones más informadas».
Fuente: EurekAlert!
El suicidio ha ido en aumento en los Estados Unidos, representando actualmente casi 40000 muertes al año. Un nuevo estudio muestra que un esfuerzo exitoso para evitar intentos de suicidio sería centrarse en la corrección de los pensamientos catastróficos distorsionadas sobre el futuro que obran en poder de muchos que tratan de quitarse la vida. Tales pensamientos son únicos y característicos de los que intentan el suicidio, dice Shari Jager – Hyman de la Universidad de Pennsylvania, Escuela de Medicina de Perelman en los EE.UU. . Jager – Hyman dirigió un estudio, publicado en la revista de Springer Cognitive Therapy and Research, de cómo los pensamientos distorsionados influyen en los comportamientos suicidas en los pacientes que buscan tratamiento psiquiátrico de urgencia.
El equipo de investigación reclutó a un grupo relativamente grande y étnicamente diverso de 168 participantes procedentes de los servicios de urgencias o unidades de hospitalización psiquiátrica en Filadelfia. De ellos, 111 personas habían intentado suicidarse en los 30 días previos al estudio. Los otros 57 participantes estaban recibiendo tratamiento psiquiátrico de emergencia, pero no habían intentado suicidarse en los dos años anteriores al estudio. El estudio de investigación es el primero en utilizar el Inventario de Distorsiones Cognitivas, un reporte en cuestionario de 69 ítems diseñado para ser utilizado entre las diversas poblaciones clínicas, para medir las distorsiones cognitivas en personas que han intentado suicidarse recientemente.
El estudio encontró que las personas que intentan suicidarse son más propensas a tener pensamientos distorsionados que otros. Estos incluyen la forma en que ellos piensan acerca de su propio valor, cómo se comparan negativamente a sí mismos frente a los demás, y la forma en que generalmente se ponen etiquetas despectivas sobre sí mismos. Esto es cierto incluso cuando se tienen en cuenta los efectos de la depresión y los sentimientos de desesperanza. Los resultados añaden peso a las muchas teorías presentadas durante décadas que los suicidas tienen estilos cognitivos únicos por los que malinterpretan o procesan experiencias o estímulos erróneamente.
Excepcionalmente, en las personas que han hecho intentos de suicidio se encontró que eran especialmente propensos a la llamada «adivinación», a través de la cual predicen y creen firmemente que cosas malas sucederán en el futuro. La adivinación está relacionada con el catastrofismo, y no considera otros resultados más probables. Es importante destacar que cuando los investigadores tomaron los pensamientos de desesperanza en cuenta, la adivinación ya no estaba fuertemente ligada a intentos de suicidio. Jager – Hyman y sus colegas creen que esto se debe a que la adivinación y la desesperanza pueden ser constructos o ideas que comparten el temor de futuros eventos negativos que se superponen.
«Para prevenir los suicidios, los terapeutas se beneficiarían de dirigirse directamente a los pensamientos de desesperanza en las intervenciones clínicas de los pacientes», afirma Jager – Hyman. » Una aproximación cognitiva puede ayudar a los pacientes a evaluar sus creencias que inevitablemente ocurren con resultados negativos, y mostrarles cómo entretener a otras opciones posibles. Esto puede ayudar a minimizar los pensamientos de desesperanza de los pacientes, ayudarles a hacer frente mejor, y lo ideal sería disminuir sus ideas y comportamientos suicidas».
Fuente: Jager-Hyman, S. et al. (2014). Cognitive Distortions and Suicide Attempts, Cognitive Therapy and Research, DOI 10.1007/s10608-014-9613-0.
Cada vez toleramos menos el sufrimiento. La sociedad en la que vivimos nos ha hecho creer que lo deseable es ser feliz todo el tiempo sin importar la circunstancia. Nos hemos hasta creído que si no somos felices, nosotros somos los únicos culpables y debemos hacer algo para remediarlo. Y todo ello, sin saber muy bien qué es, ni en qué consiste la felicidad.
El libro “Los libros de autoayuda, ¡vaya timo!” de Eparquio Delgado, nos muestra, desde la ciencia, como lo que nos vende Paulo Coehlo, Wayne Dyer, Rhonda Byrne, entre otros, en forma de libros de autoayuda son un engaño en forma de fórmulas sencillas y mágicas para conseguir todo lo que nos proponemos. Escondiendo detrás afirmaciones realmente peligrosas, como la idea de que todo lo malo que nos pase es culpa nuestra. La autora de “El Secreto” llego incluso a afirmar que las víctimas del tsunami de 2006 eran las culpables de su propia desgracia. Sin hablar de aquellos otros que afirman que si enfermas de cáncer o no lo superas es porque no piensas de forma positiva.
El libro hace también un repaso de lo que se conoce como el movimiento “New Age” que no viene a ser si no una mezcla de conceptos científicos y no científicos mezclado con campos como la física o incluso tradiciones orientales. Algo así como la tarta de carne, azúcar y nata que hace un día Mónica en un capítulo de “Friends”.
Les resultará muy familiar las afirmaciones del tipo “las enfermedades nacen de la mente”, “hay personas que emiten energía negativa” que muchos aceptan como filosofía de vida sin haber dudado nunca de la veracidad de estas afirmaciones a pesar de ser incorrectas y absurdas.
Ampliar en: La psicología como jamás te la habían contado