Un equipo internacional de investigadores encuestó a distintos grupos de individuos (dentro de Estados Unidos) y realizó un experimento que incluía la resonancia magnética funcional para observar cerebros creyentes mientras pensaban en Dios.
Confirmando estudios previos, el cerebro acomoda la forma en que interpretamos nuestras experiencias para que nos sintamos bien. Las encuestas indagaban tres elementos: qué tan alto pensaban los encuestados era su nivel de creencia, cómo concebían las creencias de los demás, tanto de personas famosas como Bill Gates hasta las del vecino y, por último, qué pensaban ellos opinaba Dios.
Los resultados sugieren que los creyentes adaptan los pensamientos de Dios a sus propias creencias, muestran egocentrismo respecto a su fe en particular y, al final, Dios tiende a estar de acuerdo con sus decisiones morales. Lo que explica por qué tantos religiosos justifican crímenes y las más horrendas discriminaciones con la palabra de sus dioses (tampoco ayuda que hayan dioses tan violentos y prejuiciosos). En conclusión, cuando la gente piensa en su Dios, piensa en sí mismo.
La pregunta: ¿qué cree usted haría Dios en el siguiente dilema moral? es irrelevante en las decisiones del ateo, su juicio no se rige por normas morales promulgadas en libros sagrados sino por el sentido puro de la ética que ha evolucionado de la empatía y de la necesidad de vivir en grupos sociales, entre otros elementos. De hecho, la base de todos estos escritos para creyentes es, precisamente, esta ética, pero vive oculta en varias capas de envolturas con etiquetas tan absurdas y arbitrarias que muchas de ellas son desdeñadas hasta por los mismos creyentes que las perciben como residuos inexorables de estos escritos antiguos.
Autora: Glenys Álvarez
Artículo completo en: SinDioses
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Enlaces de interés:
– Imagen por resonancia magnética
– Malentendidos comunes sobre ateos y ateísmo
– La enorme «comodidad» de vivir manipulado
El polen, como una especie de ‘huella dactilar’ de las flores, marcó los ajuares funerarios, los atuendos, los vendajes o la piel de las momias, aportando valiosas informaciones. Y es que este gránulo microscópico –cada uno con la forma peculiar de su especie– como si de una de cápsula del tiempo se tratara, es capaz, en ciertas condiciones, de resistir durante varios miles de años o más.
Los granos de polen contienen en su interior la célula sexual masculina que, generalmente, para que se produzca la germinación tiene que desplazarse. Para protegerla de peligros como la deshidratación, los hongos o las radiaciones ultravioletas, posee una cubierta resistente y ésta morfológicamente es única en cada especie.
Las plantas con flores se valen del viento o los animales (insectos, pájaros o mamíferos) para que el polen llegue a su destino, por lo que su estructura varía, dependiendo del medio de transporte. En las anemófilas (arrastrado por el viento) es seco, poco denso, pequeño o con sacos aéreos. En las plantas zoófilas suele ser rugoso y adhesivo, lo que facilita que se pegue al cuerpo de los polinizadores.
La membrana del polen (exina) está constituida por una materia orgánica muy resistente que le permite soportar altas temperaturas y presiones; si sedimenta en un medio donde no pueda oxidarse como una turbera, la fosilización de su cubierta externa posibilita que se puede extraer, identificar y datar mostrando, por ejemplo, cómo era la vegetación de épocas pasadas y cómo ésta ha ido adaptándose a los cambios del clima, reflejando las condiciones medioambientales de un lugar en un determinado momento.
De hecho, el polen es uno de los principales elementos que analizan los paleontólogos a la hora de reconstruir la historia y la vegetación de un territorio, ya que a través de muestras antiguas es posible obtener la información que ayude a determinar cómo ha variado en el tiempo el clima de una región.
Del estudio del polen y las esporas en todos sus aspectos se ocupa la Palinología, una disciplina de la Botánica que sirve de apoyo en diferentes áreas, que van desde la Arqueología o la Medicina a la Criminología, pasando por Historia Geológica o el control de calidad de las mieles. Su nombre procede del término palin en griego (polvillo).
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Enlaces relacionados:
Hoy es el Día Mundial del Escepticismo y se habla en muchos blogs de este tema, así que no voy a ahondar en el término y sus connotaciones. Sólo recordar la primera acepción en el DRAE, para apoyar lo que estoy diciendo:
(De escéptico e -ismo).
Lo que sí quiero es hacer notar que el escepticismo es una herramienta eficaz para separar ciencia de pseudociencia. Muchos filósofos de la ciencia han buscado en vano un criterio para demarcar ciencia de lo que no es ciencia. No tiene sentido dar unas pautas al respecto, sólo tener un arma que nos permita, mediante el pensamiento crítico, emitir juicios carentes de falacias.
Artículo completo en: Ciencia en el XXI
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Enlaces relacionados:
– Carl Sagan. La carga del escepticismo
– Apuntes Introducción a la Informática. Capitulo 1, la ciencia y el método científico
Se derrumba un mito… Un estudio suizo desmiente la creencia popular de que la testosterona, hormona masculina por excelencia, genera agresividad y egocentrismo en los hombres.
Según un estudio de la Universidad de Zúrich en Suiza publicado por la revista Nature, la testosterona «induce al comportamiento antisocial en los seres humanos, pero más a causa de nuestros propios prejuicios sobre sus efectos que a causa de un actividad biológica real». De hecho, según señala el equipo dirigido por el profesor Ernst Fehr, «el efecto es más bien el contrario: la testosterona incrementa la capacidad de discernir con equidad y con justicia».
Para llegar a esta conclusión, los investigadores dividieron a 120 sujetos en dos grupos: a uno se le suministraba una dosis de testosterona de 0,5 miligramos y al resto un placebo. Al someterlos a un experimento de comportamiento en el que debían negociar con ciertas sumas de dinero, observaron que aquellas que recibieron testosterona se comportaban generalmente de manera más equilibrada, tenían menos conflictos y se desenvolvían mejor en un ambiente social. Sin embargo, los sujetos que pensaban que se habían incrementado los niveles de testosterona en su organismo aunque no fuera cierto, mostraron un comportamiento más conflictivo que aquellos que creían que habían ingerido el placebo. “No es la testosternona la que induce agresividad, sino el mito -la connotación negativa y antisocial- que rodea a esta hormona”, concluyen los investigadores.
Fuente: Conocer Ciencia
En televisión abundan desde hace unos años las series dramáticas sobre forenses. Así, a las típicas series de abogados, policías y médicos se unió una mezcla de todas ellas con unas dosis de ciencia: CSI en tres versiones, NCIS, Crossing Jordan, Bones, Dexter, etc. Pero, ¿es precisa la ciencia que aparece en estas series? ¿Se representa bien el trabajo de estos profesionales? No son preguntas gratuitas si tenemos en cuenta que estas series están entre las más exitosas de televisión y los telespectadores pueden llevarse una impresión errónea de la ciencia forense que ven ellas.
En el pasado ya se señaló que esto puede ser un factor importante si hay telespectadores de estas series en los juicios con jurado, pues pueden confundir las pruebas aportadas o demandar una precisión que en la realidad no existe. Otra consecuencia ha sido que algunos criminales han aprendido de estas series y alguna vez han dejado pruebas falsas (colillas de cigarrillos con ADN de cualquiera, por ejemplo) en la escena del crimen.
Robert Shaler ha sido director del programa científico forense y profesor de Bioquímica y Biología Molecualr de Penn State en el campus de Park desde 2005, pero ha sido un científico forense durante 40 años. Fue el encargado, entre otros casos, de dirigir el reconocimiento de los restos humanos encontrados en las ruinas de las torres gemelas de Nueva York después de ataque del 11 de septiembre.
Este investigador bromea sobre los tacones altos y la ropa de moda elegante que el personaje de Kathryn Willows usa en la serie CSI. Obviamente en la realidad se viste de una manera mucho más práctica en las escenas donde se ha cometido un crimen.
Según él este tipo de series perpetúan una serie de incorrecciones o errores entre las cuales la estética y los vestidos de moda son los menos egregios. En general estos errores que se muestran en pantalla llevan a la ciencia más allá de los límites reales o se utilizan gráficos de ordenador para hacer una ciencia que simplemente no pueden hacer.
Tomar un fotograma realizado por una cámara de vigilancia y ampliar sucesivamente una región de la imagen hasta ver detalles que la resolución de la propiua imagen no puede dar es uno de los errores más obvios.
Como ejemplo de error Shaler recuerda un episodio de NCIS en el cual los criminólogos investigan un crimen en una pista de patinaje. Gracias a unas luces ultravioletas pueden ver un rastro de sangre que está embebido en el hielo. Hay métodos para hacer que la sangre se torne fluorescente bajo ese tipo de luz, pero por sí sola no lo hace. En la realidad hay que pulverizar los posibles restos de sangre con agentes químicos especiales para que lo haga.
Otro error típico son los análisis de laboratorio que estas series se tardan horas en realizarse, mientras que en la realidad se tardan días o semanas en completar.
Los métodos que se utilizan para asesinar a la gente en estas series suelen ser espectaculares, extraños o raros. Se puede, por ejemplo, contraer la rabia con un tatuaje o un ave carroñera puede dejar caer restos humanos en una taza de café. Según Shaler esto añade dramatismo a la serie y la adereza con ingredientes estrambóticos, pero contiene poca ciencia. Simplemente adorna la realidad para hacer que encaje con el guión, pero la realidad es mucho más aburrida. En los laboratorios forenses se trabaja con rastros de sangre, restos de ADN relativos a casos de violación, asesinato o robo más ordinarios y sencillos que los que aparecen en estas series.
Así que según este investigador si quiere ser forense con sólo ser un ardiente fan de estas series no le será suficiente para ser un buen forense científico. Lo que un futuro estudiante en este campo necesita es una buena base en Biología, Química, Física y Matemáticas. Los estudiantes que carezcan de buenas aptitudes para estas ramas básicas de la ciencia deberían de optar por una carrera en la abogacía o en la policía.
Y para aquellos que persiguen la ciencia forense, una clave importante es saber que la realidad no es como aparece en estas series de TV. “Yo he sido un tipo de laboratorio criminalístico, pero nunca fui la persona retratada en televisión”, dice Shale. “Esa persona no existe realmente”.
Fuente: NEOFRONTERAS
Bajo licencia Creative Commons
Por primera vez en la historia, el escáner de la actividad del cerebro de un presunto asesino, obtenido por resonancia magnética funcional, ha sido utilizado como evidencia en un juicio. Los abogados defensores de Brian Dugan, acusado de raptar y matar a una niña de 10 años en 1983, usaron las neuroimágenes para demostrar que su cliente padecía una psicopatía que le impedía controlar su comportamiento, intentando evitar así la pena de muerte.
El neurocientífico Kent Kiehl, de la Universidad de Nuevo México, fue el encargado de llevar a cabo la investigación en la prisión, donde sometieron al presunto asesino a varios escáneres de la actividad cerebral mientras realizaba diferentes tareas, entre ellas algunos tests que valoraban su capacidad de razonamiento moral. A pesar de que su cerebro mostraba anomalías similares a las detectadas en otros psicópatas, Kiehl asegura que el escáner «no prueba que Duan cometiera los crímenes como resultado de una anormalidad cerebral». “Sólo sabemos que su cerebro es diferente”, puntualiza. A esto hay que añadir que, según Jonathan Brodie, un psiquiatra de Nueva York que fue llamado como testigo durante el juicio, “una resonancia hecha en septiembre de 2009 para esclarecer un proceso mental que se produjo en 1983 tiene poco sentido”.
Aunque finalmente Dugan fue condenado a pena de muerte, los expertos aseguran que el escáner tuvo repercusión, ya que el jurado deliberó durante más de diez horas antes de llegar a un veredicto unánime. “Sin la imagen cerebral hubieran vuelto en una hora”, ha asegurado el abogado defensor Steve Greenberg.
Fuente: muyinteresante
Cada uno de los 6700 millones de seres humanos tiene su propia firma de olor corporal
–La contraparte química de las huellas dactilares– y los científicos están rastreando los matices existentes en esa ‘huella de olor humana’ con el propósito de desarrollar aplicaciones que abarquen desde el diagnóstico de enfermedades a la prevención del crimen. Este es el tema al que se dedica un artículo en el último estudio de la revista semanal Chemical & Engineering News, que edita la American Chemical Society.
El especialista de esta publicación Ivan Amato apunta a que la policía ha utilizado perros adiestrados para rasterar esas peculiares trazas personales del olor corporal para la persecueción de criminales. Ahora, los científicos están tratando de descifrar la química del olor para desarrollar tecnologías que puedan detectar y clasificar los olores.
Se trata de un reto dificil, señala el artículo, ya que la huella de olor de cada persona es una compleja mezcla compuesta por múltiples factores medioambientales, incluida la dieta y los cosméticos.
El artículo describe recientes progresos en esa dirección, y explica que los científicos ya han identificado olores en la respiración y la piel humanas asociados con la diabetes, el cáncer y otras enfermedades. Los científicos están tratando incluso de detectar el ‘olor del engaño’ o los cambios químicos que se producien por un alto nivel de estrés que puede ayudar a identificar, por ejemplo, a terroristas que planeen saltar por los aires un avión o criminales que intentan robar un banco.
Fuente: Ciencia al día
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Los premios Ig Nobel son una parodia de los premio Nobel que suele resolverse en las mismas fechas que los premios originales, aproximadamente en el mes de octubre. Están organizados por la revista de humor científica Annals of Improbable Research (AIR), y co-patrocinados por varias sociedades que ostentan la palabra Harvard en su denominación, como The Harvard Computer Society o The Harvard-Radcliffe Society of Physics Students. La gala de entrega se realiza en el Sanders Theatre, de la Universidad Harvard.
Su aceptación y popularidad desde su institución en 1991 es creciente con el paso del tiempo. Estos premios galardonan los logros de investigaciones que primero pueden provocar risas, pero después hacen que las personas piensen. Los premios pretenden celebrar lo inusual, honrar lo imaginativo y estimular el interés de todos por la ciencia, la medicina, y la tecnología.
Según sus organizadores, los premios se establecieron como homenaje a Ignacious Nobel, el ficticio inventor de la soda pop.
Los médicos forenses a veces se hacen preguntas que nos pueden parecer de risa a los demás. Salvo que veamos mucha televisión. Nadie se sorprendería si Grissom (u Horatio) se preguntara “¿qué causa una fractura craneal mayor una botella de cerveza vacía o llena?” Lo sorprendente es que los médicos forenses de verdad ya se la han preguntado, han realizado la oportuna investigación y la han contestado utilizando botellas de medio litro: las botellas vacías se rompen con 40 J (julios) de energía, mientras que las llenas lo hacen a los 30 J. Ambos golpes son suficientes para fracturar un cráneo humano, pero la botella vacía provoca una factura más grave. Cual CSI de primera, han estudiado la fractura de las botellas de cerveza en su caída desde una torre. El premio Ig Nobel de la Paz lo han recibido Stephan Bolliger, Steffen Ross, Lars Oesterhelweg, Michael Thali y Beat Kneubuehl, de la Universidad de Berna, Suiza, quienes han publicado el artículo “Are Full or Empty Beer Bottles Sturdier and Does Their Fracture-Threshold Suffice to Break the Human Skull?,” Journal of Forensic and Legal Medicine: 16: 138-142, April 2009.
Información completa en: Francis (th)E mule Science’s News
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– Premio Ig Nobel (Wikipedia)
Los descubrimientos científicos que se han hecho a lo largo de la historia son producto de una serie de investigaciones realizadas por las personas que se encuentran en busca de algún hallazgo; sin embargo, en la actualidad existen muchos charlatanes que se aprovechan de la situación para dar a conocer «inventos» sin sustento ni estudio.
El sitio de Internet HowStuffWorks.com creó una lista con algunos de los pasos básicos para identificar cualquier clase de timos científicos, a continuación presentamos diez de ellos:
10. El científico llama directamente a los medios de comunicación. Cuando los charlatanes hacen algún tipo de descubrimiento, antes de compartirlo con la comunidad científica, llama a los medios de comunicación para transmitir más rápidamente su hallazgo para no tener que dar grandes explicaciones. Un caso concreto es el de Stanley Pons y Martin Fleischman y la Fusión Fría.
9. Se culpa a las grandes empresas de diferentes tipos de daños. Estos casos ocurren cuando los supuestos científicos encuentran alguna solución a cualquier tipo de problema ecológico y de salud; acto seguido, acusa a corporativos transnacionales de no ayudar ni ofrecer soluciones gratuitas.
8. El efecto se encuentra al límite de la detección. Personas dedicadas a investigar fenómenos paranormales, aseguran haber hallado el hilo negro de casos relacionados a la vida extraterrestre, fantasmas o poderes sobrenaturales. Las pruebas que muestran la mayoría de las veces son fotografías mal tomadas o investigaciones sin carácter científico. Actualmente el escéptico James Randi ofrece un millón de dólares a quién demuestre alguna teoría verdadera del ámbito de la parasicología.
7. La evidencia de un hallazgo anecdótico. Los fraudes relacionados a este hecho suelen ser sometidos un estudio doble ciego donde se descarta si algo es falso o no. La mayoría de los descubrimientos anecdóticos se derivan de una experiencia personal sin tener pruebas que compruebe lo visto.
6. La creencia es cierta porque lleva siglos en la sociedad. Un caso muy discutido de la ciencia son las llamadas «medicinas alternativas», las cuales nunca se someten a investigaciones científicas ya que se dice han sido parte de la historia de la humanidad. A esto se le suman charlatanes que sin estudios aseguran aplicar este tipo de técnicas, debido a que lo aprendieron de generaciones pasadas.
5. El científico prefiera trabajar en solitario. Los investigadores que trabajan de forma anónima en laboratorios secretos, la mayor parte de las veces son llamados charlatanes. Actualmente los grandes descubrimientos se realizan en compañía de un equipo especializado.
4. El descubridor propone nuevas leyes de la naturaleza. Estas leyes suelen ser el objeto predilecto de los pseudo especialistas para dar a conocer nuevos descubrimientos, sin embargo, estas nunca podrán ser cambiadas ya que científicamente es imposible hacerlo.
3. El investigador no deja probar su invento. El investigador presenta todo tipo de documentos y sustentos llenos de fórmulas matemáticas y conclusiones. Cuando se le pide comprobar su veracidad, la mayoría de las veces no deja que miembros de la comunidad comprueben la efectividad de su descubrimiento alegando múltiples e imaginativas excusas.
2. Solicita dinero por adelantado sin demostrar el proyecto teóricamente. El argumento más usado el de «necesitar de efectivo» para dar forma a su descubrimiento; este hecho suele estar ligado al punto ocho.
1. Anunciar panaceas absolutas. Científicamente no existe algún invento capaz de solucionar todos los problemas de la humanidad; existen investigadores que aseguran haber encontrado panaceas médicas o tecnológicas, pero ninguna ha sido efectiva.
Autor: Mario Enrique Sánchez
Fuente: De10.com.mx
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Casi con orgullo, hay una tendencia exitosa que se ha esparcido por partes de la cultura Americana (y occidental en general) que menosprecia los avances intelectuales y favorece la ignorancia y el ser superficial. Evidente en las redes sociales (como Facebook/Myspace), muchos programas televisivos y en la política, las personas están ahora eligiendo ser ignorantes.
Mientras que el intelectualismo y el pensamiento crítico requieren de trabajo, muchas personas parecen estar contentas con que les digan qué pensar, aceptando dictaduras autoritarias, y la mayoría no se preocupan por aprender cómo pensar.
Puede ser esto un resultado de limitaciones de tiempo en las sociedades modernas donde el desarrollo intelectual se marginaliza para poder tener tiempo para banalidades del día a día que son más fáciles de realizar, o puede ser una cuestión de un autoestima auto destructivo en donde las personas no se sienten con el poder de evaluar aseveraciones y creencias y prefieren, sin hacer nada, creer las aseveraciones de la autoridad sin cuestionarlas.
Sea de líderes religiosos, políticos, maestros, padres, científicos, medios o personalidades de la TV o muchas otras voces de autoridad que existen, la evaluación de aseveraciones se reduce a un factor de carisma de la autoridad quien las emite y la compatibilidad con las suposiciones previamente establecidas.
Siendo la ignorancia una característica que jamás he admirado, y deseando siempre saber más a lo largo de mi vida, es muy difícil para mí comprender o si quiera concebir exactamente dónde se origina ese sentimiento anti-intelectual. Sin embargo, hay individuos con quienes nos topamos diariamente que ridiculizan a la ciencia, la investigación o la simple curiosidad, y prefieren expresar un sentimiento que he escuchado de muchos individuos, “¿Qué importa? ¿A quién le interesa?”.
Por razones inexplicables, siempre ha importado según mi entendimiento del mundo. Creer por creer, o la “aceptación ciega” es intelectualmente floja y deshonesta. No digo saberlo todo, me gustaría continuar aprendiendo hasta que muera, y no dudaría en admitir cuando he seguido alguna lógica equivocada.
No siempre ha existido una cultura prevaleciente de flojera mental. Uno puede ver diferentes épocas como el renacimiento o inclusive tan recientes como la carrera espacial para ver tiempos cuando la cultura valoraba el intelecto, la duda y el pensamiento crítico.
¿A dónde se ha ido esta cultura? Y más importante… ¿porqué?
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– La ciencia y el método científico
En el mes de julio se cumplieron 99 años del nacimiento de Robert King Merton, uno de los clásicos de la escuela estadounidense de sociología, quien pensaba que «la ciencia hace del escepticismo una virtud».
Muchas frases acuñadas por él son aún utilizadas habitualmente, tanto dentro como fuera de ese campo. Su libro The Normative Structure of Science, editado en 1942, introduce cuatro conceptos que consideró guías para la correcta actividad científica, conocidos actualmente como Normas Mertonianas.
Estas han ido ganando terreno en la comunidad científica como una forma de resumir lo que debe considerarse como «buena ciencia». Sus principios guías son los siguientes: comunalismo, universalismo, desinterés y escepticismo organizado.
Comunalismo significa que los resultados científicos deben ser propiedad común de toda la colectividad científica.
Universalismo, que cualquier científico debe tener la posibilidad de contribuir a la ciencia sin importar raza, nacionalidad, cultura o sexo.
Desinterés se refiere a que no se deben presentar resultados enlazándolos a creencias personales o al activismo por una causa. Las simpatías deben mantenerse separadas de los resultados científicos.
Finalmente, escepticismo organizado significa que cualquier alegato o resultado científico debe ser expuesto al escrutinio crítico antes de ser reconocido como válido.
El escepticismo organizado se parece mucho, pero no es lo mismo, que el escepticismo racional, corriente filosófica que cuestiona la veracidad de afirmaciones que carecen de suficiente evidencia empírica.
Este cuestionamiento no se refiere a las discusiones habituales entre científicos; surge cuando se examinan supuestos resultados o teorías que van en contra de lo usualmente reconocido por la comunidad científica.
Las críticas más frecuentes de los escépticos racionales incluyen a los psíquicos, parasicólogos, astrólogos y homeópatas, las cartas del tarot, las abducciones alienígenas y las percepciones extrasensoriales, aunque las modalidades pueden variar bastante de país a país.
En ocasiones se incluyen las curas milagrosas y algunos dogmas religiosos. Tales creencias son calificadas por los escépticos como pseudociencia.
NOTABLES ESCÉPTICOS
Hay quienes consideran el escepticismo como algo negativo; sin embargo, la historia recoge un sin fin de escépticos notables.
René Descartes, filósofo y matemático francés del siglo XVII, consideraba que…»para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas». Dudar de todo era el lema preferido de Carlos Marx, e incluso en la religión católica han existido escépticos notorios como Tomás el apóstol.
El premio Nóbel Richard P. Feynman, considerado por muchos el padre de la Electrodinámica Cuántica, escribió lo siguiente: «El científico posee mucha experiencia sobre la ignorancia, la duda y la incertidumbre… Cuando un científico no conoce la respuesta a un problema, es ignorante».
«Cuando tiene nociones acerca de lo que puede ser la respuesta y está indeciso, eso es incertidumbre. Y aún cuando está condenadamente seguro de un resultado, en realidad tiene dudas. Hemos encontrado de primordial importancia que, para progresar, debemos reconocer la ignorancia y dejar espacio para la duda».
«El conocimiento científico es un conjunto de afirmaciones con grados variables de certeza -algunas son muy poco confiables, otras bastante confiables, ninguna absolutamente definitiva» (1).
De ahí que, por extraño o absurdo que nuevos fenómenos o hipótesis puedan parecer, el escepticismo en la ciencia no predica que se rechacen automáticamente; sólo sostiene que deben ser sometidos a la crítica y estar debidamente fundamentados antes de ser aceptados como verdaderos.
Sin embargo, es común que quienes critican el escepticismo tergiversen la realidad, acusando a los escépticos de sus propias faltas.
Como desean que sus propuestas -que consideran verdades absolutas- sean aceptadas por todos sin mostrar suficientes evidencias, alegan que son los escépticos quienes se dedican sistemáticamente a negar sus afirmaciones sin aportar pruebas.
¿Y -preguntamos nosotros- cómo demostrar que no existe lo que es sólo fantasía?
Imagine el lector lo que ocurriría si en un tribunal de grados científicos no fuera el doctorando quien debiera convencer al tribunal de la veracidad de sus afirmaciones, sino al revés.
Es decir, que fueran los miembros del tribunal quienes tuvieran que demostrar la imposibilidad de alguna afirmación ilusoria para impedir que el doctorando aprobara su tesis.
Por ejemplo, consideremos los argumentos de un imaginario tribunal tratando de demostrar la falsedad de la siguiente afirmación: «A los marcianos les gusta el helado de chocolate».
– Tribunal: Falso. No hay marcianos.
– Doctorando: Demuéstrelo.
– Tribunal: No hay oxígeno en Marte y así no es posible la vida.
– Doctorando: Los marcianos podrían vivir en cuevas herméticas del subsuelo donde sí hay oxígeno. Y podrían respirar otra cosa, e incluso no respirar. No está demostrado que los marcianos no estén ahí. No está demostrado que no hay oxígeno en el subsuelo… Y así hasta el infinito.
Ante cada nuevo argumento, siempre aparecerá una nueva propuesta cuya falsedad es prácticamente indemostrable. No importa que el tribunal logre, con mucho esfuerzo, demostrar categóricamente la falsedad de una afirmación particular. Inmediatamente surgirán otras muchas propuestas igualmente indemostrables.
Lo anterior es consecuencia de seguir una línea de pensamiento opuesta a la lógica, donde se invierte lo que en idioma inglés se denomina «the burden of proof», que puede traducirse como «la responsabilidad de la demostración».
Tal responsabilidad es siempre de quien propone lo novedoso, no de quien lo juzga o critica, aunque los amantes de la pseudociencia insistan en afirmar lo contrario, y se empecinen en llamar ciencia a sus no demostradas creencias.
Autor: Arnaldo González Arias, Doctor en Ciencias Físicas. Facultad de Física de la Universidad de La Habana (Cuba).
(1) The role of doubt in science; http://laserstars.org/bio/Feynman.html
Fuente: Prensa Latina
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A cualquiera que lea eso se le deberían encender las alarmas pero parece que no ha sido así. La «noticia» viene de un trabajo publicado en Atención Primaria, una revista editada por Elsevier, por investigadores de un centro madrileño. Se hacen eco de la presunta conclusión, entre muchos otros, Plataforma SINC donde se afirma sin aparente rubor:
Pero los resultados publicados en la revista Atención Primaria son impactantes: en España, el 24% de las mujeres toma antidepresivos y más del 30%, tranquilizantes
Estamos en crisis, sí. ¿Pero hasta ese punto? Pues no, todo se debe a una mala lectura y peor interpretación del trabajo original cuya referencia es: Pérez Cuadrado, S., et al., 2009, Consumo de psicofarmacos y disfuncion familiar. Atención primaria, 41(3): 153-157.
Lamentablemente dicha revista no es accesible sin previo pago de su importe por lo que tenemos que quedarnos con el resumen que, de todas formas, es suficiente para hacerse una idea del problema:Acudieron 625 mujeres, de las que se entrevistó a 121 (19,36%), con una media de edad de 46,8±12,7 años. El 90% son españolas. El 55,4% están casadas, el 67% tiene hijos, el 3,3% no tiene estudios y el 75,2% ha cursado estudios primarios y el 21,5%, estudios universitarios. Trabaja fuera de casa el 57,9%. Los antidepresivos son utilizados por el 24% de las mujeres y las benzodiacepinas, por un 30,6%. El consumo de benzodiacepinas aumenta con la edad (p<0,001).>Este resumen es un poco raro pero ya nos da los datos fundamentales y usando otro, en inglés y algo más explícito, publicado en Pubmed, podemos hacernos una idea del asunto.
¿Qué ha pasado en realidad? ¿Está justificada la afirmación de que casi una cuarta parte de la españolas toma psicofármacos?
En estos textos empezamos a comprender de dónde salen los números. Resulta que la muestra de la población fue una fracción de las mujeres que acudieron a un Centro de Atención Primaria durante una semana de marzo de 2005. De las 625 mujeres fueron entrevistadas un 20% (121) de las cuales 29 tomaban tomaban antidepresivos. No figuran en el resumen los criterios de selección.
La afirmación que aparece en los diarios es absurda por al menos dos motivos. El primero y más importante es que la muestra no es representativa ya que no ha sido seleccionada al azar entre la población sino entre las personas que acudieron a un centro sanitario en concreto de una zona concreta de una única ciudad de España y en una sola semana. Este procedimiento casi garantiza la presencia de sesgos importantes, especialmente por la primera circunstancia. El segundo motivo es que, al final, la proyección sobre 20 millones de mujeres se realiza con una muestra de 121 lo cual sugiere una mínima fiabilidad de los porcentajes estimados.
En descargo de los autores del trabajo hay que decir que los titulares de los artículos no parecen haber salido de ellos sino de un excesivo entusiasmo por el espectáculo por parte de algunos periodistas. La conclusión real del artículo es que no hay relación aparente entre el consumo de psicofármacos y disfunción familiar. Pero claro, eso no da para un titular.
Fuente: Golem Blog
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Un estudio publicado en NeuroReport midió el tiempo en que un grupo de estudiantes universitarios pueden tener sus manos en agua muy fría. Durante el ejercicio podían gritar palabras malsonantes o palabras neutras; quieren dijeron insultos aguantaron hasta 40 segundos más y aseguraron sentir menos dolor.
Según Richard Stephens de la Universidad de Keele (Reino Unido), quien dirije el estudio, «insultar es una reacción tan común al dolor que tiene que haber una razón por la cual sucede». Por qué un insulto tiene efectos físicos no es del todo claro, pero los científicos especulan que tiene relación con la forma en que el cerebro trabaja y la relación con las emociones.
A diferencia del lenguaje “normal”, que se apoya en el lado izquierdo del cerebro, las injurias apelan a ciertas elementos del lado derecho. Uno de esos elementos en el lado derecho del cerebro es la amígdala cerebral, que puede iniciar respuestas físicas, acelerando los latidos del corazón causando disminuyendo el dolor que podemos llegar a sentir, cosa que efectivamente sucedía con los estudiantes que insultaban.
Fuente: Alt1040
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Desde hace tiempo los filósofos de la ciencia están embarcados en elucidar lo que llaman el criterio de demarcación, o cómo distinguir la ciencia de la religión y la pseudociencia. O decidir si cosas como la teoría de cuerdas no son más que un simple abracadabra matemático.
No se ha encontrado un criterio inequívoco, y seguro que va para largo, pero creo que puedo ofrecerles una regla sencilla para aplicar en el caso en que no estemos seguros de que algo sea ciencia de pega: si los críticos han sido demandados ES una pseudociencia.
Ejemplos los tenemos a docenas. El periodista Luis Alfonso Gámez fue demandado por el escritor J. J. Benítez por tachar de sandeces afirmaciones como que Jesús estuvo en el Coliseo romano o que hombres y dinosaurios compartieron mesa y mantel. También el periodista Juan Cavanilles fue demandado por el paranormalista Pedro Amorós por denunciar el fraude de las nuevas caras de Bélmez. Y, hace unos años, una asociación de naturópatas me amenazó con una demanda si no me retractaba por haber escrito que la naturopatía no es más que un sistema de creencias basado en un misterioso principio vital diferente de las fuerzas fisicoquímicas.
Ahora, el escritor científico Simon Singh ha sido demandado por la Asociación Británica de Quiroprácticos porque ha cuestionado la validez de sus prácticas basadas en la afirmación no demostrada de que la mayoría de las enfermedades son debidas a subluxaciones de la columna vertebral.
Dicho de otra forma: criticar la validez científica de una terapia o unas afirmaciones de claro tinte paranormal puede llevarte a los tribunales. Su incapacidad por demostrar lo que dicen, y el hecho de que alguien se lo señale, se convierte en una agresión a su honor. Estamos ante una perversión de un sistema que permite usar la ley para acallar la crítica. ¿Saben lo más irónico? Ellos, que reniegan una y mil veces de “la ciencia”, se sienten insultados cuando se les critica usando los métodos que tanto denigran. Cosas veredes…
Autor: Miguel Ángel Sabadell
Fuente: Soitu
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Enlace relacionado: La ciencia y el método científico
La ignorancia hace mucho daño. Tanto como llegar matar a una persona inocente. Así sucedió ayer en la explosión de gas registrada en la calle Cardenal Parrado. Las falsas creencias que abundan entre los ciudadanos acerca de los efectos del gas butano impulsan a muchos a dejarlo escapar para ser víctimas de una muerte dulce. Pero la realidad es otra.
Entrevista completa en: [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE] (Granada)
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– Los venenos más mortales
– Muchos suicidios podrían evitarse con atención psicológica
Esta abstracta subdivisión se basa sobre la idea que los seres humanos forman grupos biológicamente y hereditariamente diferentes. Son simples descubrimientos utilizados para clasificar arbitrariamente a hombres y mujeres en «mejores» o «peores» y discriminar estos últimos, siempre los más débiles, después de haberlos indicado en momentos de crisis, como los influyentes de todos los males del universo.
La humanidad no está formada por grandes o pequeñas razas. Está formada por personas. Los seres humanos se unen en grupos de individuos, comunidades locales, etnías, naciones, etc., porque condividen historias de vida, ideales, religiones, costumbres, y culturas iguales.
En la especie humana el concepto de raza no tiene un significado biológico. El análisis del DNA humano ha demostrado que la variabilidad genética en nuestra especie, está representada por diferencias entre personas de la misma población, mientras que las diferencias entre poblaciones y continentes distintos son pequeñas.
Justamente, a causa de estas diferencias reducidas entre poblaciones, ni siquiera los científicos más racistas han podido definir de cuántas razas esté constituida nuestra especie y han estimado entre las doscientas y trecientas razas.
Es más que cierto el carácter falso y nocivo construído por el mito nazista de la identificación de los alemanes con la «raza ariana», como resulta difícil identificar a los Ari o Arianos como un pueblo o nación de familia linguística indo-europea. Los datos arqueológicos modernos indican lo contrario: que Europa ha sido poblada en el Paleolítico por una población de orígen africana, de la cual todos los europeos descienden y en el Neolítico pueblos provenientes del Oriente Cercano han poblado una buena parte de Europa.
El origen de los Europeos actuales se remotan a los mismos emigrantes africanos y mediorientales que constituyen todavía hoy, el tejido perennemente vivo de Europa. Los mismos romanos han construido el Imperio uniéndo a personas de diferentes proveniencias como griegos, africanos, judíos, hispanos, fenicios, etc. dándoles el «status di cives» romano.
En Europa no existen razas «italianas», «españolas», «catalanas» «alemanas» o «francesas» etc., existen «pueblos» «italianos», «españoles», «catalanos» «alemanes» o «franceses», etc., y una de las mayores riquezas de estos pueblos es de haberse «mezclado», intercambiando un patrimonio milenario de cultura.
Autor: Rodolfo Faggioni
Fuente: bolpress
Las huellas dactilares tienen un origen parcialmente genético, pero no únicamente genético. Las huellas dactilares de los gemelos, que comparten el mismo código genético, tienen muchos rasgos en común, pero un CSI las puede distinguir, aunque hay gemelos encarcelados por un crimen cometido por su hermano. Los patrones de las huellas son el resultado de campos de fuerza elástica no lineales en competición en la capa basal de células entre la dermis y la epidermis. Pequeños cambios en la forma de cada dedo embrionario y de la futura yema del dedo conducen a grandes cambios en la forma de los plieges de la piel. Una vez la huella se ha formado, ya no cambia para el resto de la vida. La unicidad dactilar, desde el punto de vista CSI, nos lo cuenta el artículo técnico de Anil K. Jain, Salil Prabhakar, Sharath Pankanti, “On the similarity of identical twin fingerprints,” Pattern Recognition 35: 2653-2663, 2002 , y desde el punto de vista de la teoría de formación de patrones en el desarrollo embrionario Michael Kücken, “Models for fingerprint pattern formation,” Forensic Science International 171: 85-96, 2007 .
¿Cómo se forman las huellas dactilares? Realmente no se sabe. La biología de la formación de las huellas dactilares durante la embriogénesis es extremadamente complicada y es difícil identificar los procesos biológicos más relevantes. Aún así, se han propuesto diferentes mecanismos de formación. El artículo de Kücken nos revisa los modelos más importantes propuestos, aunque el autor “tira para casa” y propone que su propio modelo es el mejor, Michael Kücken, Alan C. Newell, “Fingerprint formation,” Journal of Theoretical Biology, 235: 71-83, 2005 . Es un modelo matemático muy interesante. De hecho, Alan C. Newell, con un índice-h de 46 según el ISI WOS, es uno de los grandes especialistas en teoría de solitones y dinámica no lineal del mundo, y también un reconocido bebedor de cerveza Guinness (como lo demuestra en los congresos internacionales a los que asiste).
Los dedos empiezan a separarse unos de otros en el feto durante la sexta semana generando ciertas asimetrías en la forma geométrica de cada dedo. Las yemas de los dedos empiezan a definirse a partir de las séptima semana. A partir de la décima semana, empiezan a formarse las primeras ondulaciones que formarán la huella, patrones que van creciendo y deformándose hasta “rellenar” el dedo completo. La formación de la huella se da por finalizada alrededor de la semana número 19. A partir de ese momento las huellas dactilares ya dejan de cambiar por el resto de la vida del individuo. La figura de arriba ilustra algunos pasos de este proceso (del artículo de Kücken).
¿Por qué se inicia el proceso de formación de las huellas? El modelo de Kücken-Newell se basa las ecuaciones de la elasticidad de von Karman, dos ecuaciones en derivadas parciales acopladas fuertemente no lineales. Sin entrar en detalles técnicos, es el resultado de una deformación (plegamiento) en una capa de células de la piel, la capa basal entre la epidermis y la dermis, que sufre un crecimiento celular rápido que genera esfuerzos que la contraen como una goma elástica, generando el relieve de la huella. La siguiente ilustración muestra el proceso.
¿Cómo este proceso genera las estructuras de las huellas digitales? Mediante una competición entre diferentes fuerzas, las que forman los plieges de la piel y las que tratan de restringir el crecimiento adaptándose a la forma geométrica de la punta del cada dedo en fase embrionaria. Estos campos de fuerza deforman los patrones que inicialmente emergen logrando que adopten formas diversas. La siguiente figura ejemplifica algunos de estos campos de fuerza y nos presenta un resultado de “huella” generada por simulación numérica de las ecuaciones de Kücken-Newell.
¿Por qué las huellas dactilares son únicas? Porque son el resultado de un proceso de formación de patrones no lineal con fuerte dependencia con las condiciones iniciales. Pequeños cambios en el campo de fuerzas elástico que genera las huellas son amplificados y conducen a grandes cambios en el patrón final. La teoría de Kücken-Newell es matemáticamente bonita y físicamente razonable, pero requiere ser contrastada con resultados experimentales in vivo. No es fácil obtenerlos.
La Naturaleza no inventó las huellas dactilares para facilitar el trabajo de la policía y los CSI. Mejoran nuestro tacto de los detalles más finos de las texturas que tocamos, amplificando las vibraciones en las frecuencias espaciales que mejor estimulan los receptores nerviosos de la piel dedicados a percibir texturas, llamados corpúsculos de Pacini. Lo han demostrado investigadores franceses utilizando dos sensores microelectromecánicos (MEMS) de fuerza, uno liso y el otro corrugado (con “huella” dactilar). Han medido la sensibilidad a vibraciones de ambos sensores al deslizarse por diferentes superficies rugosas y ha resultado que las huellas dactilares amplifican el rango de frecuencias espaciales de los detalles de la superficie que se pueden percibir. Nos lo cuenta Kate Wilcox en “Sensation Swirls,” Scientific American, April 2009, haciéndose eco del artículo de Greg Miller, “Fingerprints Enhance the Sense of Touch,” Science 323: 572-573, 30 January 2009 , que nos comenta el artículo técnico de J. Scheibert, S. Leurent, A. Prevost, and G. Debrégeas, “The Role of Fingerprints in the Coding of Tactile Information Probed with a Biomimetic Sensor,” Science, 323: 1503, 13 March 2009 .
Los investigadores han utilizado un sensor de microfuerzas microelectromecánico (MEMS), (1) en la figura A, montado sobre una base rígida (2) y recubierto de una capa de elastómero hemisférica (3) cuyo grosor máximo es de 2 mm y cuya superficie puede ser lisa (suave) o corrugada (rugosa con estrías). Este sensor táctil está montado sobre un sistema de doble palanca (4, 5) que permite medir las cargas normales y tangenciales que operan sobre el sistema mediante sensores de posición (6, 7). El sensor táctil se mueve a velocidad constante v (usando un motor) sobre una superficie de cristal corrugada (8) de forma aleatoria (9) que produce una carga normal P. La figura (B) muestra el contacto entre la “huella artificial” y la superficie del cristal y la figura (C) muestra lo mismo para una huella humana.
¿Para qué sirve este trabajo? Este tipo de sensores capaces de excitar los corpúsculos de Pacini podrán ser usados en un futuro como prótesis para las personas que han perdido las huellas dactilares por un accidente (quizás también por los “malvados” que quieran cambiar sus huellas dactilares para no ser reconocidos).
Martin B. Short, un físico norteamericano de 29 años, investiga, junto a otros colaboradores y con la ayuda del Departamento de Policía de Los Ángeles (Estados Unidos), en el desarrollo de modelos matemáticos que elaboran patrones espacio-tiempo de comportamiento criminal. Dichos modelos ayudarían a prever y combatir la criminalidad. Invitado por la Obra Social de La Caixa, Short acudió al CosmoCaixa de Barcelona para explicar su trabajo.