Y
es que la marcha de un empleado clave para una compañía puede suponer el principio de un problema en la seguridad de la misma. Cuando un trabajador abandona la que hasta entonces era su empresa de forma poco satisfactoria, en numerosas ocasiones, se incurre en el robo o destrucción de información; la contabilidad, el programa que está desarrollando o la base de datos de clientes son informaciones tan vitales para la empresa que, su borrado o fuga, podría afectar a su supervivencia.
El servicio de peritaje informático que ha crecido un 120% durante 2005, también se solicita para demostrar despidos procedentes con pruebas tangibles, o improcedentes, si es el empleado quién demanda el servicio de peritaje. El uso indebido de Internet y el acceso a páginas web restringidas por la empresa son, si se demuestra adecuadamente, pruebas que pueden llegar a justificar un despido procedente.
Ante estas situaciones y, siempre que se hayan empleado equipos informáticos, se hace imprescindible la actuación y el testimonio de peritos informáticos para poder demostrar los hechos ante un Tribunal de Justicia.
Gran parte de los casos en los que trabaja Recovery Labs implica investigar este tipo de delitos, analizando la integridad de la información que haya podido ser borrada, manipulada, o extraída de los sistemas de información.
Para poder rastrear cualquier evidencia electrónica que demuestre alguna modificación en la información contenida en los soportes informáticos, los investigadores de Recovery Labs utilizan una metodología aceptada por los Tribunales de Justicia. De esta manera, Recovery Labs puede asegurar que la información guardada en los dispositivos de almacenamiento no se ve alterada en modo alguno por los procesos de examen del Laboratorio.
Fuente: Recovery Labs
Los malos aficionados al boxeo no saben apreciar las victorias por puntos. Sólo quieren el K.O. Ansón que su ídolo aseste al contrincante un demoledor directo a la mandíbula que lo deje tendido en la lona, y mejor todavía si es con algún hueso roto. De otro modo el combate les parece una cosa aguada, sin garra, sin sustancia. Algunas manifestaciones leídas y oídas tras el comunicado de ETA recuerdan esta actitud. Como los encapuchados no han anunciado la entrega de las armas ni la rendición incondicional que todos hubiéramos querido oír de su boca, hay quien sólo ve sombras en el anuncio del «alto el fuego permanente». No creo y “no quiero creer- que nadie en el frente democrático se haya sentido contrariado ante la perspectiva del fin de los crímenes. Con más o menos entusiasmo, supongo que todo el mundo ha recibido la noticia con agrado. O por lo menos con alivio. Es una bonita palabra, esta de alivio. Suena suave y tranquila, como para decirla en voz baja, sin alharacas, sin pegar gritos. Expresa una emoción contenida pero intensa, la de un dolor que descarga una parte de su peso y entonces permite respirar. Joaquín Sabina ha titulado su último disco «Alivio de luto». Es una expresión que usaban nuestras abuelas para referirse a esa fase del duelo en que los recuerdos sombríos empiezan a atemperarse, cuando ya no hace falta vestirse de negro para seguir honrando la memoria del difunto. A Sabina se le había enterrado el alma durante una larga temporada hasta que volvía a componer y a cantar como si se hubiera despojado del luto de esos meses. Pues algo de esto me da la impresión de que nos está ocurriendo. Que nos hemos sentido aliviados. A partir de ahí caben todos los matices desde la esperanza de los más optimistas hasta el recelo de los menos crédulos. El júbilo es tan legítimo como el escepticismo. Pero nadie debería privarnos del derecho al alivio. Del derecho a pensar que estamos ganando esta pelea, aunque eso no signifique que de la noche a la mañana vayamos a bajar la guardia.
José María Romera. Publicado en Diario de Navarra, 25.3.06