El abuso regular de bebidas alcohólicas, fenómeno cada vez más frecuente entre los adolescentes británicos, propicia la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia cuando ésos llegan a la edad adulta.
Tal es la conclusión de un estudio que examinó los hábitos en materia de consumo de alcohol de 11.000 adolescentes de dieciséis años en 1986 y vio luego lo que les había ocurrido al cumplir los treinta años.
Según ese estudio, publicado en el Journal of Epidemiology and Community and Health , quienes habían abusado del alcohol durante la adolescencia no sólo eran más proclives al alcoholismo y a la delincuencia, sino que sufrían otros graves problemas.
Así, tenían un 40 por ciento más de probabilidades de consumir drogas ilegales y sufrir problemas mentales que quienes no habían abusado de la bebida cuando eran adolescentes.
Las probabilidades de que se hubieran convertido en personas sin techo eran un 60 por ciento mayores y cuatro veces mayores las de que hubiesen sido expulsados de la escuela.
Según el director del estudio, Russell Viner, «el abuso de alcohol entre los adolescentes es un comportamiento de riesgo que acarrea más tarde la exclusión social y otros sucesos adversos».
Fuente: diversas
«El mal aspecto, los ropajes desaliñados y la mala pinta no son siempre pistas determinantes para pillar a uno de estos cacos». Uno de los agentes que patrulla de paisano, en esta edición de la feria murciana, nos presenta las claves que se utilizan para desenmascarar a estos avispados delincuentes.
Un apariencia determinada puede, en ocasiones, despertar la sospecha entre los agentes. Sin embargo, ellos saben, por experiencia, que existen cacos muy refinados. «Algunos tienen una imagen de señores que es digna de ver», comenta. Los carteristas con más tablas saben que una mala apariencia levanta sospechas y por ello cuidan su imagen hasta el último detalle. «Este tipo de cacos son siempre los más difíciles de controlar porque se tiende a sospechar menos de ellos».
En estos casos en concreto, la colaboración ciudadana supone una ayuda fundamental. Los visitantes o comerciantes son los primeros en dar la voz de alarma ante cualquier sujeto cuya conducta escape de lo habitual.
Una actitud fuera de lo común es precisamente el aspecto que, con más frecuencia, delata a estos carteristas. «Nos fijamos en la gente que va andando muy rápido o aquella que parece que camina sin rumbo fijo», explica un agente. Éstos son algunos de los trucos que los policías utilizan para detectar a los cacos, aunque, como en otras tantas materias, «todo lo da la experiencia».
Fuente: LaVerdad.es