Una de esas cosas que siempre viene bien saber, por culturilla, porque nunca sabes cuándo vas a necesitar.
Botellas, papel fotográfico, pomos de puertas o discos compactos son buenas fuentes para obtener una huella anónima. Luego se puede utilizar una especie de polvillo como el de los C.S.I o en plan más humilde, el todopoderoso Superglue. Fotografiar, digitalizar e imprimirla como una transparencia, además de un poco de cola, hacen el resto.
Los Cazadores de Mitos demostraron cómo no era demasiado difícil engañar a un sistema biométrico «industrial» de reconocimiento de huellas para abrir una puerta, utilizando una huella robada y un gel balístico; la sorpresa vino cuando también probaron a engañarlo con una especie de fotocopia en papel (así, como suena) y también funcionón, para asombro de propios y extraños.
Fuente: Microsiervos