La ignorancia hace mucho daño. Tanto como llegar matar a una persona inocente. Así sucedió ayer en la explosión de gas registrada en la calle Cardenal Parrado. Las falsas creencias que abundan entre los ciudadanos acerca de los efectos del gas butano impulsan a muchos a dejarlo escapar para ser víctimas de una muerte dulce. Pero la realidad es otra.
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Según el profesor Thomas Joiner, de la Facultad de Psicología, de la Universidad Estatal de Florida (EE.UU.), «Existe la idea de que el suicidio es un modo de morir diferente de los otros, pero hay razones claras de por qué las personas mueren por el suicidio. Al igual que con las enfermedades cardíacas, si entendemos la causa, podemos adoptar medidas de prevención».
Esta nueva teoría de Joiner, considera que quienes se suicidan, no sólo quieren morir, sino que también han aprendido a superar el instinto de autoconservación.
El deseo de la muerte, según Joiner, está compuesto de dos estados psicológicos: una percepción de ser una carga para los demás y un sentimiento de no pertenecer a nada. Por sí mismos, ninguno de estos dos estados es suficiente para despertar el deseo de la propia muerte, pero juntos producen un deseo que puede ser mortal cuando se combinan con la habilidad adquirida de producirse una autoagresión.
Según Joiner hay dos maneras en las que se puede inhibir o disminuir este instinto, una de ellas es progresiva y paulatina, acercándose cada vez más al objetivo (lo que quedaría probado empíricamente por el hecho de que uno de los factores de riesgo del suicidio es el número creciente de tentativas suicidas); la segunda es acostumbrándose a situaciones dolorosas o que provoquen miedo. Joiner propone que ello ocurre con las pacientes con anorexia – que se quitan la vida con frecuencia, según cita aquí – y pasa a probarlo con este otro estudio en el Journal of Affective Disorders, accesible aquí .
Fuente: Kraepelin´s Grandchildren – Nietos de Kraepelin
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