Alrededor de 218 millones de niños trabajan en todo el mundo, de los cuales unos 126 millones, es decir, uno de cada doce, están expuestos a las peores formas de trabajo infantil, ya sea servidumbre, trabajos forzosos o explotación sexual.
El trabajo infantil afecta a unos 5,7 millones de niños en Latinoamérica, en sectores tan dispares como la agricultura (1,32 millones de menores de entre 5 a 14 años), el servicio doméstico (175.000), la pesca, el sector manufacturero, la explotación sexual o como niños soldado (30.000).
Así lo afirmó el director de la Oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en España, Juan Hunt, en una conferencia de prensa en Madrid con motivo de la celebración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemorará el viernes.
La mayoría de los niños que trabajan en América Latina lo hace para sus familias y no percibe ningún sueldo, y las niñas son las más afectadas, ya que, en general, las oportunidades que se les ofrecen en el mercado laboral remunerado son peores que las de los varones.
Hunt indicó que se trata de «un problema gravísimo en todo el mundo» y aseguró que los países más propensos al trabajo infantil «hipotecan su presente y su futuro» y vaticinó que la actual crisis económica global aumentará estas cifras de trabajo infantil. «Estamos claramente en una crisis de empleo. Sin duda alguna, la crisis afecta al trabajo infantil y va a suponer que los números van a incrementarse porque afecta a todo el entorno de la sociedad», añadió.
La OIT celebra el Día Internacional contra el Trabajo Infantil coincidiendo con el 90º aniversario de su nacimiento y el décimo de la puesta en marcha del Convenio 182, referente a las Peores Formas de Trabajo Infantil, ratificado por 169 de los 181 países miembro de esta agencia de la ONU.
El turismo sexual con menores es un fenómeno que aflige generalmente al mundo en desarrollo y que se ha ido extendiendo cada vez más por América Latina.
El fenómeno no es fácil de explicar y se trata de un problema con muchas variables.
A pesar de las leyes creadas contra la explotación sexual infantil tanto en los países donde hay oferta como en los que se crea la demanda, las medidas han sido poco efectivas para contener el problema.
Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el turismo sexual con menores crece a un ritmo alarmante y causa devastadoras consecuencias a millones de niños alrededor del mundo.
Decenas de miles de niños en América Latina sufren a diario este tipo de explotación y pagan, si no con sus vidas, con dolorosas enfermedades. Los que logran salir, quedan con cicatrices y traumas que son muy difíciles de curar.
En BBC Mundo quisimos indagar sobre este drama en algunos lugares de la región. Estuvimos en Colombia, donde la violencia, el narcotráfico y el desplazamiento incentivan la explotación sexual de menores.
Pero también investigamos la situación en México, donde existe preocupación por un problema creciente y la ineficacia de las medidas adoptadas para combatir el problema.
Exploramos, asimismo, la situación en Centroamérica, donde el problema crece en forma alarmante y donde muchos «turistas sexuales» en el mundo desarrollado recomiendan abiertamente visitar esta región.
Incluso centros turísticos por excelencia, con una amplia herencia colonial, comienzan a sentir este tipo de drama en sus puertas, como pudimos ver en el caso de Granada, en Nicaragua.
Esta perversa modalidad de turismo promueve la prostitución y pornografía infantil, el tráfico de personas, la esclavitud, el abuso físico y mental, la miseria y la propagación de enfermedades infecciosas entre la población menor.
Datos del Fondo de Naciones Unidas para la Niñez (UNICEF) y de la Organización Mundial del Trabajo indican que cerca de dos millones de menores en todo el mundo están involucrados en prostitución infantil.
Muchos países castigan la explotación sexual de menores, aunque el delito se haya cometido por fuera de sus fronteras.
Aún así, ese mercado mueve miles de millones de dólares anualmente y, por lo mismo, un delito muy difícil de combatir.
El turismo sexual con menores es un mercado que se vuelve cada vez más rentable a medida que la industria de viajes internacionales se expande y los viajeros de países ricos buscan destinos más apartados y exóticos en naciones en desarrollo para su esparcimiento. El fenómeno es tan grande que en algunos casos representa entre el 2 y 14% del Producto Interno Bruto de países como Indonesia, Tailandia, Malasia o Filipinas, de acuerdo a un estudio de la Organización Internacional del Trabajo citado en el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
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El asunto llegó la semana pasada al Juzgado de lo Penal nº1 de Pamplona, donde el fiscal pedía para el joven 8 meses de cárcel y 1.440 euros de multa por falsedad en documento mercantil, mientras que la defensa solicitaba la absolución. El juez dictó sentencia al término de la vista oral: absuelto por tratarse de una «falsedad tan burda y grosera que no puede inducir a error». En estos casos, cuando la copia es tan mala que no puede inducir a confusión alguna, la jurisprudencia se posiciona por la absolución del acusado.
El joven reconoció los hechos. Su abogado, Eduardo Ruiz de Erenchun, solicitó la libre absolución argumentando en primer lugar que el ticket de la Ora no es un documento mercantil sino oficial y que la copia realizada por su defendido era demasiado burda. Y se apoyó para defender esta tesis en el propio ticket y en las palabras de los testigos.
Los policías municipales que analizaron el ticket afirmaron que había «importantes diferencias» entre el ticket falso y el original. Para empezar, el falso era de un tamaño más grande, la tipografía de la letra era distinta, el color también (más blanquecino) y el reverso no contaba con inscripción alguna, algo que sí se da en los originales. «No es una falsificación buena», añadieron los peritos. El propio controlador de la zona azul dijo que enseguida se dio cuenta de que era distinto. «Me quedé estupefacto cuando vi un ticket tan diferente a los otros con el día y la hora correctos».
El juez destacó las «diferencias evidentes con el original» y que el controlador no tuvo ninguna duda para estimar que la copia era burda. Por tanto debía absolverse, si bien sugirió al acusado que no lo hiciera más. Recordó que hay un condenado por falsificar un ticket de la Ora. «Pero no era tan burda y grosera como ésta».
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Arriba, un ticket de la zona azul original. Abajo, la copia que la semana pasada llegó a juicio.
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