IMPORTANTE: Las razas no existen. Estamos acostumbrados a hablar de la raza blanca, negra o oriental, pero es una diferencia cultural y no biológica. La causa es que todos venimos de una pequeña población del este de África que nació hace sólo 1unos 100000 años, un tiempo insuficiente para que se hayan podido formar grandes diferencias entre los grupos. Sin embargo, somos capaces de diferenciar de un vistazo a un africano, un europeo y un oriental. Pero, si nos fijamos bien nos daremos cuenta que esas diferencias superficiales tienen que ver con la adaptación al medio que nuestros antepasados sufrieron al poblar zonas extremas de nuestro planeta sin ninguna tecnología.
La expresión «yo no soy racista, pero…» es el primer indicativo de que probablemente nos encontremos ante una persona racista, asegura Esteve Espelt, autor del libro ¿Somos racistas? y profesor de Psicología Social y Comportamiento Colectivo de la Universidad de Barcelona (UB).
Sin embargo, esto no tiene nada de excepcional, ya que «en el fondo todos en determinados momentos podemos tener actitudes y conductas racistas».
El primer paso para superar los prejucios raciales y romper esta barrera -«social y cultural» pero no científica- es admitir nuestra debilidad, aconseja Espelt, quien señala que tampoco es extraño ver a antirracistas declarados cayendo en la trampa del ellos y el nosotros.
-¿Está creciendo el racimo en España?
-Sí, según las encuestas del CIS, desde 2001 han ido aumentando las actitudes contrarias hace la inmigración.
-¿La causa es que ahora convivimos más con personas de otras razas?
-Sí, ese elemento seguro que está. Antes parecía que aquí no fuéramos racistas y en el día internacional del racismo, el 21 de marzo, se hablaba de Martin Luther King, de Nelson Mandela y de Hitler. Pero claro, ahora los otros se acercan más y sí: hay más conflictos y lo que era latente sale más a la superficie.
-Pero si el racismo se basa en el prejuicio, ¿esto no debería hacernos menos racistas?
-Sí, claro, los prejuicios se reducirían si este convivir significara conocer más al otro. Pero no es suficiente vivir en el mismo espacio. A veces vivimos juntos y no nos conocemos y, al estar más cerca, es más probable que surjan conflictos y que aumente el racismo. En una situación idílica no sería así, pero no se da esta situación ideal.
-¿Continúan pesando más los estereotipos hacia el extranjero aunque compartamos escalera?
-Sí. Conocer a alguien de otra cultura, que tiene maneras distintas de actuar, es un esfuerzo que a veces no queremos hacer.
-Su tesis es que el racismo surge de la distinción entre nosotros y ellos…
-Y, sobretodo, de una jerarquía entre inferior y superior. El racismo puede definirse, de un manera más general, como una actitud negativa hacia un colectivo y como la ideología de la superioridad de una raza. Entre un extremo y otro hay muchos pasos intermedios, pero el inicio es el prejuicio, la actitud negativa hacia el otro por pertenecer a un determinado grupo.
-¿Existen las razas?
– La gravedad del holocausto nazi llevó a la Unesco a establecer que las razas no existen. No tienen sentido ni utilidad.
Entrevista completa en: La Vanguardia