Ya hemos expuesto las variaciones geográficas en la distribución del suicidio por el mundo.
En un artículo del Times de 1821, se muestra una estadística y un reportaje sobre cómo estaba el suicidio en el mundo en aquella época. Aunque no es precisamente riguroso, da algunos datos sobre las diferencias a nivel europeo:
Los extranjeros se sorprenden al describir Inglaterra como la nación más triste del mundo, y noviembre como el mes en el que los ingleses no tienen otra cosa mejor que hacer que ahorcarse y ahogarse.
La verdad es que, en términos generales, los ingleses son mucho menos aficionados al suicidio que otras naciones; Y que el tan temido mes de noviembre,
dista mucho de ser el mes en el que se producen más suicidios, pues es es sólo el séptimo mes con más muertes de todo el año.
La gráfica muestra que los meses de verano son aquellos en los que se producían más muertes, con un mes de enero relativamente pacífico. Son datos que chocan mucho con los actuales, y demuestran que no todo es cuestión del clima, sino que la forma de vivir y la sociedad tienen mucho que ver. La Navidad es un tiempo macabro en el presente, pero en el pasado sería uno de los más positivos.
Las causas de suicidio mostradas en el artículo también son interesantes, aunque también poco creíbles:
Me ha costado traducir “humilliated self-love” con “baja autoestima”.
Como causa de suicidio la misantropía, es poco serio.
En el artículo también comparan por regiones, entrando en topicazos tremendos. Según cuenta el doctor Schlegel:
Los ingleses se suicidan por reveses económicos, algo lógico en un país industrial, en el que se puede pasar de la prosperidad a la miseria con facilidad. Los franceses, por amores. Basta con que la amada no responda, para que un francés vaya a casa a pegarse un tiro.
En un alarde de rigor, el doctor Forbes Winslow, dice que por cada suicidio que se produce en Inglaterra, se dan cinco en Francia.
Los rusos y alemanes se matan por su intemperancia (sobre todo me imagino que por el exceso de bebida). Los españoles, por sus prejuicios e intolerancia hacia las opiniones que disienten con la suya.
Finalmente, se señalan Dublin y Nápoles como las dos ciudades con índices de suicidio más bajos del mundo. Ni qué decir tiene que el mundo es Europa y que aunque todo esto tiene poco rigor, es al menos curioso y sintomático de la época que entonces se vivía.
Fuente: Pons Asinorum
El médico George Tiller, conocido por practicar abortos en embarazos de estado avanzado, fue asesinado por un activista anti-aborto, mientras asistía a la iglesia.
No deja de ser lamentable el acto realizado por su asesino, pero casi tan lamentable resulta la ola de odio en contra del doctor que puede leerse en el internet. En Twitter podemos leer mensajes como los siguientes:
El asesino de bebés murió. Que Dios bendiga a su asesino, y ojalá no lo detengan.
Quémate en el infierno, George Tiller.
El Karma es una cosa muy hermosa. Agradecimientos al héroe que envió a George Tiller al lugar que merece… directo al infierno.
La muerte de Tiller el asesino de bebés fue JUSTICIA, no asesinato.
¡Oh FELIZ DÍA! ¡Tiller el asesino de bebés está MUERTO!
Resulta tan paradójico que se mantenga que el asesinato es una grave falta moral, y al mismo tiempo se considere positivo el asesinato de un individuo. Claro, entiendo que él era considerado a su vez un asesino por multitud de personas.
La verdadera contradicción está en aquellos creyentes en la justicia divina que están de acuerdo con dicho asesinato. Se supone que creen en el amor y el perdón como mandamiento moral, dejando a Dios los asuntos de la justicia. Podríamos pensar que ese asesinato es una expresión de dicha justicia, pero no queda claro porque el asesino debería ser considerado un héroe.
Obviamente es una moral inconsistente, contradictoria y estúpida. Alimentada por la fe ciega. No importa cuanto digan creer en el amor, no lo llevan a cabo.
Me pregunto qué sentido tiene morir o asesinar en un universo hecho de acuerdo a las ideas cristianas. Lo cierto es que sería irrelevante. Pero ese es tema de otro post.
Fuente: Escéptica.net
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El Gobierno aprobará en dos meses, al hilo de la reforma del Código Penal, figuras penales para endurecer la lucha contra la corrupción, derivadas de un convenio penal del Consejo de Europa, que data de 1999 y que fue firmado por el Gobierno socialista en 2005. Entre las figuras penales que incorporará el Gobierno figuran el lobby ante la Administración y el cohecho entre particulares. También endurecerá la sanción en casos de delito de cohecho impropio como el que le fue imputado inicialmente al presidente de la Comunidad valenciana, Francisco Camps. El convenio exige a las partes que establezcan sanciones y medidas efectivas, proporcionadas y disuasorias que incluyan, cuando sean cometidas por personas físicas, sanciones privativas de libertad que puedan dar lugar a extradición.
El Código Penal español, actualmente no se ajusta plenamente a esta exigencia ya que algunas modalidades de cohecho no llevan aparejada pena de prisión sino únicamente de multa, o de inhabilitación especial o suspensión. Así sucede el supuesto del artículo 426, referente al cohecho, que se aplicó en el caso Camps, y que trata sobre autoridad o funcionario que admite dádiva ofrecida en consideración a su función o para la consecución de un acto no prohibido legalmente. U otros casos como el 421 (autoridad o funcionario que se abstiene de un acto que debiera practicar en el ejercicio de su cargo).
Fuente: [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]
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Enlaces de interés:
– La discutible exculpación de Camps (PP)
– Cospedal (PP), una detective de chirigota
– Veintiséis ayuntamientos murcianos mantiene en sus puestos a miembros del PP procesados
– Jose Luis Mendoza (UCAM) y los mercaderes del templo