El Correo y los otros diarios regionales de Vocento dan pábulo a otra práctica esotérica de cuya existencia no sabía nada. El titular «La cara te delata» me ha hecho creer en un principio que el reportaje firmado por Arturo Checa se centraba en el estudio de las microexpresiones, popularizado por la serie de televisión Miénteme. Pero no es así. El reportaje está dedicado a la morfopsicología, cuyos practicantes deducen la personalidad de un sujeto por los rasgos de su rostro.
«Unos pómulos prominentes y una nariz ancha hablan de una persona con una importante carga humana», dice la primera frase del texto. Esta característica la comparten la mayoría de los negros, incluidos asesinos, violadores y demás gente de malvivir, así que la morfopsicología no ayuda mucho en este caso. En realidad, no ayuda en ningún caso más que lo hacen la astrología o la lectura de manos, porque la cara no refleja la personalidad, sino que se basa en gran parte en el bagaje genético. La única fuente del texto es Julian Gabarre, morfopsicólogo y grafólogo, de quien el autor da como dato relevante que una búsqueda sobre él ofrece «22.000 resultados en Google». No es así: sobre «Julian Gabarre» hay 450 referencias en el buscador más popular y 4.700 con el nombre escrito con tilde; los casi 21.400 resultados del reportaje se refieren a páginas donde aparecen el nombre de Julian y el apellido Gabarre juntos o separados, no sólo «Julian Gabarre». Además, ¿desde cuándo el número de citas en Google prueba algo más que la popularidad?
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