Hoy vamos a blasfemar. Blasfemar no es solo insultar a personajes religiosos como el papa, Jesús o a Mahoma. También lo es decir algo contrario a un dogma religioso.
Por ejemplo, para un mormón decir que José Smith inventó los relatos contenidos en el Libro de Mormón, es para ellos una blasfemia. Para los cristianos decir que Jesús no es dios, y que no está vivo, ni en «el cielo» es una blasfemia.
Pero, ¿por qué preocuparnos por poder blasfemar o más aún dedicarle un día a la blasfemia? La respuesta es simple. Las religiones se han blindado a la crítica durante siglos creando una serie de prohibiciones culturales, legales, e incluso persiguiendo y matando a quienes critican los dogmas, a las religiones organizadas o a quienes exponen las falacías de sus dogmas y libros sagrados limitando así el racionalismo.
Afortunadamente desde la ilustración son cada vez más las voces y plumas que se alzan para criticar los dogmas, las religiones y credos. No obstante en el mundo la religión sigue bloqueando el librepensamiento en el mundo islámico, así como en muchos países en los que el cristianismo católico y protestante influye poderosamente en sus sociedades.
El 30 de septiembre se escogió como Día de la Blasfemia, ya que el último día de septiembre de 2005 el diario danés Jyllands Posten publicaron doce caricaturas sobre Mahoma, en la que mostraban el caracter violento de la Yihad y el machismo del islam. El Islam prohibe expresamente la representación del profeta Mahoma, y la publicación de las caricaturas -una de ellas que mostraba a Mahoma con uan bomba en el turbante- desencadenó una serie de reacciones violentas en el mundo islámico, por dibujar al profeta.
El objetivo del Día de la Blasfemia, es recalcar que la libertad de expresión es un valor de la domocracia, y que la religión no tiene nada especial como para no poder ser criticada, refutada y examinada.
Sobre el inusitado respeto a la religión, el biólogo y activista ateo Richar Dawkins comentó:
«Yo no estoy a favor de ofender o herir a alguien sólo por hacerlo. Pero estoy intrigado y mistificado por los desproporcionados privilegios que se confieren a la religión en nuestras sociedades seculares. Todos los políticos están obligados a acostumbrarse a caricaturas irrespetuosas de sus rostros, y nadie se amotina en su defensa. ¿Qué hay de especial en la religión que nosotros le concedemos tan privilegiado e único respeto? Como dijo H. L. Mencken: “Nosotros debemos respetar a la religión del otro; pero sólo en el sentido y hasta donde respetamos su teoría de que su esposa es bella y sus hijos son inteligentes”. Es bajo la luz de la presunción sin paralelo de respeto hacia la religión que hago mi propia negación sobre este libro. No saldré de mi camino para ofender; pero no usaré guantes de seda para manejar a la religión en una forma más delicada de lo que manejaría cualquier otra cosa.»
Fuente: blog Sin Dioses
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Enlace de interés:
– Religiones: una visión crítica