Tras la prueba, las mujeres eran acusadas de prostitución.La sentencia es fruto del coraje de dos de las mujeres agredidas, Samira y Maha, que desafiando el oprobio que conllevan los abusos sexuales en Egipto, decidieron denunciar a la Junta Militar. Éstas fueron detenidas en marzo por participar en una sentada y, durante su arresto, personal militar las sometió a la fuerza a un examen para comprobar si seguían siendo vírgenes.
En un trabajo que se hizo en la población de Caltimacán, Tasquillo, en Hidalgo (México), integrantes del Laboratorio de Antropología Forense del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, analizaron el uso de las funciones discriminantes y su utilidad en antropología física, para conocer el dimorfismo sexual en la identificación forense de nuestra población.
“El objetivo del trabajo, denominado Dimorfismo sexual de los esqueletos contemporáneos de Caltimacán, Tasquillo, a partir de un análisis estadístico, fue obtener una o varias fórmulas matemáticas que permitieran hacer la discriminación entre masculino y femenino en esqueletos contemporáneos de esa entidad federativa, a partir de datos conocidos”, señaló Lilia Escorcia Hernández.
Las funciones discriminantes constituyen un procedimiento estadístico que, a partir de fórmulas matemáticas, permiten identificar características para diferenciar dos o más grupos; en este caso, masculino-femenino. “Con esta tarea se puede distinguir entre los miembros de un grupo, con la condición de que el sujeto u objeto analizado pertenezca a ese conjunto, del que se obtuvo una fórmula matemática que se aplica si no se conoce el origen de un elemento”, explicó.
Si se encuentran restos de un esqueleto con mala conservación, por ejemplo, el fragmento de un fémur, se toma la medida de una parte y se aplican las matemáticas con los datos que se obtuvieron del trabajo de investigación, y que sirven como referencia, puntualizó.
Los huesos largos son muy adecuados para identificar el sexo de la persona por medio de este procedimiento, y el fémur es el que más se ha utilizado. La pelvis también, pues algunas partes se conservan bien, además del dimorfismo fuertemente marcado, que la hace diferente entre ambos sexos.
“Con dimorfismo hablamos de dos formas, en este caso biológicas, pero hay dos categorías más, sexo y género. Sexo se emplea como una categoría biológica, es decir, macho-hembra, masculino-femenino”, explicó la universitaria.
En tanto, género es una categoría social que tiene que ver con la identidad y con otros procesos culturales. Ejemplo de ello es la transexualidad, en la que una persona puede habitar un cuerpo masculino, pero identificarse con el femenino, y viceversa.
En antropología física si hablamos de restos óseos se utiliza el término sexo, pero con personas vivas se usa género para referir una categoría de carácter cultural e identitario. Y dimorfismo se estila precisamente para diferenciar especies si se trata de dos formas, indicó.
Fuente: UNAM