A todos nos gusta McGuyver y hemos crecido viendo su habilidad para crear bombas de clips. Incluso esperamos que en el caso de enfrentarnos a alguna situación imposible en el futuro esto nos sirva para encontrar una loca solución con cuatro tonterías que encontremos en la basura.
Pero seguramente tu cirujano es la última persona que querrías que improvisara sobre la marcha con este tipo de soluciones. Y menos si es un cirujano que está operando tu columna vertebral. Es la típica situación que todos desearíamos que hubiera sido planeada con la suficiente antelación.
En 2001 Arturo Iturralde iba a someterse a una cirugía para implantar unos tornillos en su columna y a fijarlos con unas barras de titanio para hacer una artrodesis. Sea como fuere el hospital, que está en la isla de Hawai?i, se había quedado sin barras de titanio y el paciente ya estaba sobre la mesa de operaciones y con la espalda abierta. En cuanto se dieron cuenta, las enfermeras llamaron a la isla de Honolulu para que les enviasen de forma inmediata la pieza que faltaba.
Pero el Dr. Robert Ricketson, haciendo gala de su audaz ingenio, encontró la solución para terminar pronto encima de la mesa, el destornillador de acero inoxidable. Así que ni corto ni perezoso, cortó el destornillador ayudándose de una sierra y lo aporreó con la maza para dejarlo bien sujeto a la espalda del señor Iturralde.
Por supuesto, los destornilladores de acero inoxidable no están pensados para aguantar este trote, así que unos días después el destornillador se rompió y causó nuevos daños al paciente. Iturralde tuvo que someterse a tres cirugías correctoras para acabar finalmente parapléjico.
Finalmente el hospital fue condenado a indemnizar con 5,6 millones de dólares a la familia. Puede parecer injusto que el hospital tenga que pagar por el error de un empleado ¿cómo iban a saber que el Dr. Ricketson era un médico negligente? Ah, espera, que ya le habían retirado antes la licencia para ejercer en dos estados.
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La conferencia que impartió el 14 de mayo en Bilbao James Randi, “el mago que desenmascaró a Uri Geller,” recuerda el artículo que apareció en la prestigiosa revista Nature en 1974 sobre los supuestos poderes psíquicos de Uri Geller. Tras dicho artículo la fama de Geller llegó al extremo de aparecer en el programa de TVE “Directísimo” en 1975, uno de los momentos más famosos de dicho programa de Iñigo. Seguidamente se muestra el vídeo de youtube (el momento más “doblador de cucharas” de toda la televisión española).
En Menéame, onnabancho extrae un par de párrafos del libro ”Flim Flam!,” de Randi, en el que se dedica un capítulo entero a Targ, Puthoff y Geller. Párrafos de Randi traducidos:
“Cuando el artículo científico titulado ”Information Transmission Under Conditions of Sensory Shielding” apareció en octubre de 1974 en la revista británica Nature, ya había dado muchas vueltas. Desde 1972, Russell Targ y Harold Puthoff, sus autores, lo habían enviado a varias publicaciones de EE.UU. como parte de los resultados de su proyecto de investigación en el Instituto de Investigación de Stanford (Stanford Research Institute o SRI). Todas lo habían rechazado. Su aceptación por Nature fue algo realmente curioso, especialmente porque el artículo fue retenido por el editor sin que apareciera en la revista durante 8 meses, un tiempo sin precedentes en esta revista, mientras se realizaba un proceso de pulido del artículo, que fue calificado por el editor como un conjunto de retazos diversos pegados sin ton ni son (traducción libre del inglés “a ragbag of a paper”).
Nature es una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo. Por ello que se aceptara para publicación este artículo tan inusual causó inicialmente una gran sorpresa, máxime cuando todo el mundo sabe que los estándares de calidad de Nature son muy altos. Lo que mucha gente no sabe es que el artículo fue aceptado tras un largo proceso de revisión y poda en el que las partes más descabelladas fueron siendo eliminadas a petición de los editores de la revista. El editor de Nature publicó un extenso editorial que abría dicho número de Nature en el que explicaba que el artículo de Targ y Puthoff se publicaba para que los científicos de otros campos pudieran ver en qué se estaba convirtiendo el campo de la parapsicología. El editorial calificaba los resultados y conclusiones del artículo como “débiles,” “desconcertantemente vagos,” “limitados,” “defectuosos” e incluso “ingenuos.” Aún así, Nature aceptó el artículo iniciando una larga cascada de publicidad en los medios. Incluso el New York Times cayó en la trampa, considerando dicho trabajo científico como respetable. Si el Times hubiese sabido lo que sabemos ahora, habría cubierto la noticia de la publicación del trabajo de Targ y Puthoff en sus páginas de espectáculos y entretenimiento.”
Artículo completo en: Francis (th)E mule Science’s News