Se trata de un documento fundamental para conocer el alcance de las novedades legislativas y normativas que el PP tiene intención de ejecutar o ya ha ejecutado para cumplir sus compromisos, ¡y no me refiero a los electorales!, sino a los que el partido conservador selló hace ya muchos años con la élite social y empresarial de España, que en rigor es a quien representa y sirve.
El plan remitido a Bruselas es revelador porque, por ejemplo, constata sin apenas artificios que el objetivo de la reforma laboral es abaratar los costes de producción de las empresas; o sea, el objetivo de suprimir gran parte de los derechos laborales conseguidos en España durante los últimos cincuenta años [a partir de mediada la década de 1960, tras las primeras huelgas de las comisiones obreras asturianas y catalanas] ni siquiera es tapar agujeros bancarios o enjugar el manido déficit, sino que las empresas mejoren sus márgenes de beneficios.
Otro aspecto del texto que llama la atención es el relativo a la financiación de la Administración periférica (autonómica y local), pues el Gobierno de Rajoy se retrata al insistir –entre otras simplezas– en la mentira de que el programa mediante el que los consistorios han abonado parte de sus deudas a prestadores de servicios y proveedores ha favorecido el equilibrio de las cuentas del Estado. Esto último es radicalmente falso: ver «La fórmula PP para pagar deudas municipales es un engañabobos«.
[De interés con relación a la Administración periférica: «¿Por qué los nacionalistas españoles imputan a las autonomías los problemas presupuestarios del Estado?«]
Algo similar ocurre con las reducciones de plantilla en los servicios públicos locales y autonómicos, ¡que son catalogadas de obligatorias!; o con el a mi criterio ilegal recorte que se aplicará a las nóminas de los empleados públicos que estén de baja por enfermedad.
En esa linea, el plan abunda en la necesidad de reducir las prestaciones de la sanidad pública, incluyendo cierres de hospitales y cientos de despidos; burlar la Ley de Dependencia, o convertir la enseñanza pública en la clásica escuela de los pobres. Sin olvidar un detalle capital: la administración de justicia dejará de ser gratuita; circunstancia esta que tiene un alto significado porque confirma una de las características más sobresalientes de la España construida durante la sacralizada Transición: Los ciudadanos no somos iguales ante la Justicia.
Más decenas de detalles y consideraciones que, evaluado todo en su conjunto, confirman que el objetivo final del Gobierno de Rajoy es uno: conseguir que el Estado[¡cuya función y única razón de existir es administrar la cosa pública!] abarate a toda coste su funcionamiento para disponer de dinero suficiente a fin de engrasar la banca privada y los llamados mercados.
En fin, aconsejo leer el documento, ahí va el enlace vía NUEVA TRIBUNA: «Programa Nacional de Reformas. España. 2012«.
Fuente: Im-Pulso
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«La Reina, acompañada por varios de sus señores feudales y por una cohorte de vasallos, de caballeros y de cargos eclesiásticos, visita a sus siervos de las tierras lejanas del Reino de Murcia para horrorizarse ante los efectos de un fenómeno natural llamado «lluvia», manifestación del poder del Dios Todopoderoso de la Cristiandad por cuya gracia existe la propia Reina. La Reina, como se ve en la ilustración, saluda a sus siervos y estos se emocionan y, enfervorizados, claman su título y su nombre, estirando la mano por ver si son tocados por la mano divina de su gracia real.
«una muestra del apoyo y el respaldo de la Corona a un pueblo que se siente agradecido por las palpables declaraciones de afecto y de cercanía, y que no se traduce solo en gestos». ([Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE])
El ser humano es optimista hasta un punto casi enfermizo. Creemos que las cosas malas, como enfermedades o accidentes, solo pueden sucederle a los demás y tendemos a infravalorar los riesgos. Los científicos conocen este fenómeno como «sesgo optimista» o «sesgo de las buenas y malas noticias» y es el que explica por qué casi todo el mundo se considera más atractivo e inteligente que la media (lo que no tiene sentido estadístico) y por qué algunas personas siguen fumando, se meten en una hipoteca o no se ponen el cinturón de seguridad.
Este sesgo cognitivo se puede contrastar realizando algunas pruebas sencillas. Si a alguien se le pregunta qué posibilidades tiene él de desarrollar un cáncer, por ejemplo, la mayoría tenderá a dar un porcentaje sensiblemente inferior al que da cuando se refiere al riesgo de los demás. Y aún más, si se le da la cifra real y se le vuelve a preguntar al cabo de un tiempo, su tendencia sigue siendo a minusvalorar sus posibilidades de desarrollar la enfermedad.
La circunvolución frontal inferior del hemisferio izquierdo, es una pequeña área del encéfalo que inhibe de alguna manera el efecto de las malas noticias. Para comprobar si la tesis es correcta, el equipo de Sharot ha realizado un experimento, publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), que consiste en desactivar esta región mediante estimulación magnética transcraneal y comprobar qué sucede. Su equipo aplicó esta técnica, que consigue inhibir una zona concreta del cerebro durante un lapso de tiempo, con 30 sujetos voluntarios, a los que se les pidió que estimaran las posibilidades de sufrir 40 «episodios vitales adversos», como desarrollar alzhéimer, tener un cáncer o ser víctimas de un robo.
Los resultados mostraron que en las personas que recibieron estimulación en la circunvolución frontal inferior izquierdo el sesgo de optimismo desaparecía momentáneamente, es decir, mostraron una mayor tendencia a incorporar las malas noticias a su percepción de la realidad. Los que recibieron estimulación en la región derecha, en cambio, se mostraron tan optimistas – y quizá un poco inconscientes- como siempre.
Según los psicólogos, esta tendencia a infravalorar los riesgos podría estar detrás de fenómenos como las burbujas inmobiliarias o la falta de previsión ante las catástrofes naturales, de modo que conocer esta limitación de nuestro cerebro puede resultar muy útil. La idea de Sharot es tratar de incorporar el conocimiento de este sesgo en la toma de decisiones de distintas instituciones.
Artículo completo en: lainformacion.com
No puedo negar que el de ayer fue uno de los pocos momentos divertidos que la política me ha proporcionado en los últimos tempos. A la derecha cavernaria que controla el gobierno de España le han desmotado la estrategia de criminalización del movimiento nacido al amparo de las protestas del 25S. El PP defendía que se trataba de un golpe de estado, trataron de detener a sus organizadores antes de que se produjeran las manifestaciones, intoxicaron hasta lo indecible para desmovilizar mediante el uso y abuso de la «Brunete mediática» para hacer creer que se trataba de una operación de extrema derecha, acosaron con la policía a los asistentes de fuera de Madrid a decenas de kilómetros de la ciudad, reprimieron brutalmente a los manifestantes, llenaron de policías infiltrados como extremistas para provocar y justificar las cargas policiales, han amenazado incluso con limitar el derecho constitucional de manifestación para que no volvieran a suceder cosas similares, censuraron lo sucedido en sus televisiones y, para colmo, estaban intentando tratar como terroristas a la organización del 25S llevándolos ante la Audiencia Nacional.
Pero todo les ha salido mal, la manifestación fue un éxito a nivel mundial. La policía y el Ministerio del Interior han quedado dañados ante la opinión pública. Se organizaron otras manifestaciones exitosas como respuesta a la brutalidad represora de la derecha y, para colmo, el juez Pedraz de la Audiencia Nacional, reconoce la existencia de excesos policiales, exculpa a los responsables del 25S, dice que no hay atentado contra la soberanía nacional e, incluso, empatiza con los manifestantes afirmando en su auto que se justifica la movilización social por el evidente descrédito de la clase política del país.
Ha sido un jarro de agua fría ante el poder omnímodo que ejerce la derecha en este país. Por eso no es extraño ver los exabruptos vertidos por el diputado del PP, Rafael Hernando, llamando al juez Santiago Pedraz, «pijo ácrata», «indecente», «demagogo» y otras lindezas personales, además de cuestionar su capacidad jurídica y de responsabilizarlo de cualquier acción que se pudiera sufrir algún diputado en el futuro. Ver a estos señores de orden fuera de sus casillas, pataleando como chiquillos que le han sisado un caramelo, metiéndose hasta con el corte de pelo del juez es tan cómico como revelador.
Fuente: biTs rojiverdes.org