A fecha de hoy la distribución teórica de los 12 magistrados en función de sus “sensibilidades políticas” arroja un resultado de 7 progresistas frente a 5 conservadores. Esta mayoría se verá alterada la próxima primavera con la salida de 3 magistrados progresistas y 1 conservador y la llegada de otros 4, de los que 1 será progresista a propuesta del CGPJ y 3 conservadores, 2 a propuesta del gobierno y 1 a del CGPJ.
Lake Wobegon es una población de mentira del estado de Minnesota en la que, según se dice, “todas las mujeres son fuertes, todos los hombres son guapos y todos los niños están por encima de la media.”
Es decir, que tendemos a sobrestimar nuestras facultades y capacidades, atribuimos al infortunio el haber suspendido un examen o haber sufrido un accidente de tráfico, pero nos atribuimos los méritos de haber sacado una buena nota académica.
En un sondeo llevado a cabo sobre 829.000 bachilleres por el College Board estadounidense, una organización dedicada a la realización de Pruebas de Aptitud Académica (SAT), sacó una clara conclusión: el 0 % de los encuestados se consideraba por debajo de la media en relación con su “capacidad para llevarse bien con los demás.”
Es lo que los psicólogos sociales llaman sesgo egoísta. También hay otras conductas parecidas que refuerzan el efecto Lake Wobegon: el optimismo ilusorio, la autojustificación o el sesgo endogrupal, es decir, que sobrestimamos las capacidades de nuestro grupo, país, equipo, etc.
Este particular funcionamiento de nuestro cerebro, a todas luces subjetivo y con escaso arraigo en lo real, nos protege de la depresión, mitiga el estrés y mantiene nuestras esperanzas. Es decir, que parece positivo que nos mintamos, es mentalmente sano. ¡Miénteme!
Pero no todo parece tan sencillo. Si bien es emocionalmente atractiva la mentira, puede no serlo tanto si pretendemos construir sociedades más justas y desarrolladas, tal y como señala el psicólogo social David G. Myers en Este libro le hará más inteligente a propósito de los beneficios de los sesgos mentales:
«Todos esos beneficios se producen a costa de la discordia marital, del boqueo de las negociaciones, de la condescendencia fundada en prejuicios, del endiosamiento nacional y de la guerra. El hecho de cobrar conciencia del sesgo egoísta no nos aboca a adoptar posturas próximas a la falsa modestia, sino a un tipo de humildad que constata tanto nuestros auténticos talentos y virtudes como los méritos de los demás».
Fuente: XATAKA Ciencia
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– Hay gente a la que le cuentas un problema y apenas puede acertar a decir algo como «Tranquilo, ya verás como las cosas mejorarán». Las veces en las que me ha pasado, siempre he tenido en cuenta las buenas intenciones, pero a la vez no he podido evitar pensar: «y tú que sabes si mejoraran o no».
No. La realidad es que las cosas no irán bien sólo porque lo pensemos. No atraemos lo positivo solamente por el hecho de pensar en positivo. Si piensas así, te diría que te fueras preparando porque las hostias que te vas a llevar van a ser de órdago.
El escritor del libro de autoayuda, o el tarotista te están vendiendo un producto, y saben perfectamente que es más probable que se lo compres si te dicen lo que quieres oír. Y la amiguita que se limita únicamente a decir que «no te preocupes, todo irá a mejor», quizá aún no se ha dado cuenta de que para favorecer la madurez y el cambio, es necesario situar la pelota en tu tejado, hacerte responsable a ti, con tu actitud y conducta, de una buena parte de las cosas que suceden en tu vida, y con ello favorecer un papel activo (contra el papel pasivo que favorecen este tipo de creencias) en el control de tu propia vida.
En resumen: Quien quiera peces, además de visualizarse pescándolos y de pensar que lo conseguirá, tiene que mojarse el culo.
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