• No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti.
• En todo, esfuérzate por no causar daño.
• Trata a los seres humanos, a los seres vivos y al mundo en general con amor, honestidad, fidelidad y respeto.
• No pases por alto la maldad ni te acobardes al administrar justicia, pero disponte siempre a perdonar el mal hecho libremente admitido y honestamente arrepentido.
• Vive con un sentido de alegría y admiración.
• Busca siempre aprender algo nuevo.
• Prueba todas las cosas; revisa siempre tus ideas frente a los hechos y prepárate para descartar incluso una creencia muy apreciada si no está conforme a ellos.
• Nunca busques censurar o interrumpir una disensión; respeta siempre el derecho de los demás a estar en desacuerdo contigo.
• Fórmate opiniones independientes en la base de tu propia razón y experiencia; no te permitas ser manejado a ciegas por otros.
• Cuestiónalo todo.
• Concibe siempre tus reglas como si no supieras si estás al principio o al final del orden jerárquico.
Disfruta de tu propia vida sexual (en tanto no hagas daño a nadie) y deja a los demás que disfruten la suya en privado, sean cuales sean sus inclinaciones, que, en ningún caso, son asunto tuyo.
• No discrimines ni oprimas a nadie en función de su sexo, raza o (hasta donde sea posible) especie.
• No adoctrines a tus hijos. Enséñales cómo pensar por sí mismos, cómo evaluar evidencias y cómo estar en desacuerdo contigo.
• Valora el futuro en una escala temporal más larga que la tuya propia.
Richard Dawkins