Algo más de 16 de cada 100 habitantes del mundo, exactamente 16,3, no se identifican con ninguna de las religiones existentes. Son el tercer grupo de población en el paisaje religioso global que ha diseñado el think tank estadounidense Pew Center. Se trata de un mapamundi con el tamaño y la distribución de decenas de confesiones que van desde el cristianismo o el islam (las dos principales, en ese orden) hasta los zoroástricos (o parsis), los jainistas y los seguidores de Tenrikyo, la secta más influyente de Japón, pasando por yazidíes, rastafaris o cienciólogos: en el informe Pew hay sitio para todos.
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Un estudio internacional, en el que ha participado la Universidad de Barcelona (UB), ha descartado que haya relación entre los rasgos faciales de una persona, la anchura de la cara, y el comportamiento violento o agresivo de algunos hombres ni con su éxito reproductivo.
El estudio, que se ha publicado en la revista científica Plos ONE, ha analizado a 4960 individuos de 94 poblaciones de todo el mundo y en él ha participado la profesora de la Unidad de Antropología del Departamento de Biología Animal de la UB, Mireia Esparza.
Según ha informado la UB, para llevar a cabo la investigación, se han analizado el rostro (anchura y altura faciales) y los comportamientos de 4960 personas. La profesora Esparza ha explicado que se han tomado estas referencias del rostro «porque se habían hecho servir estas medidas en trabajos previos que relacionaban la anchura facial con más agresividad«.
La aportación de la profesora de la UB en este trabajo internacional se ha centrado en la reconstrucción de las genealogías de la población de Hallstatt (Austria), a partir de datos biodemográficos de los hombres de esta localidad para obtener la información genealógica de los cráneos de estudio y calcular la eficacia biológica de cada individuo analizado
Entre la población analizada figuran los presos encarcelados en México y fieles católicos de Hallstatt. El estudio concreto de la población mexicana concluye que no hay ninguna relación entre un mayor o menor grado de agresividad y la forma de la cara.
Los autores de la investigación han avanzado que, además de que los rasgos faciales son«predictores débiles» del comportamiento agresivo, su trabajo también pone de manifiesto que no existe «diformismo sexual», es decir, que las personas con caras más anchas en relación a su altura, no tienen más descendencia (éxito reproductivo), ni manifiestan más comportamientos violentos.
Fuente: 20minutos.es
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