Anteayer supimos de la muerte de Hugo Chávez.
Ahora, un tal Francisco Rivero Valero se inventó que esa es la última muerte de una serie de fatalidades que le ocurrieron a quienes abrieron la tumba de Simón Bolívar, a lo Tutankamón:
El columnista señala que varias de las personas que tuvieron participación directa o indirecta con la exhumación de los restos del libertador han fallecido a causa de accidentes o enfermedades.
¿Quéeee? ¿Personas que mueren por accidentes y enfermedades? ¡Rarísimo!
¿Será que por abrir la tumba de Simón Bolívar se privaron de morir por combustión espontánea… como todo el mundo?
Fuente: DE AVANZADA
Foto: Globovisión via photopin cc
Como cada ocho de marzo, las Áreas de la Mujer e Igualdad de los ayuntamientos preparan actividades para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Hasta hace poco, se ha atribuido esta fecha a la muerte de más de 140 mujeres en un incendio provocado por el dueño de la fábrica textil Triangle Shirtwaist durante una protesta en la que reivindicaban derechos laborales. Sin embargo, el verdadero origen hay que situarlo un año antes, cuando la militante socialista Clara Zetkin consiguió que la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague aprobara la celebración del Día de la Mujer para la lucha por la igualdad. La fecha definitiva del ocho de marzo vendría de la mano de la Revolución Rusa en 1917.
Resulta que muchos de los organismos (público y privados) que realizan actividades el ocho de marzo deben considerar que las mujeres no son demasiado inteligentes, que en el mejor de los casos se les puede enseñar conocimientos básicos para el mantenimiento del vehículo pero no pasemos de ahí, no sea que acaben desorientadas. ¿Para qué explicar ciencia a las mujeres? Nada de conferencias de divulgación que les aporten conocimientos científicos y les permitan mejorar su pensamiento crítico.
Si los talleres de “risoterapia” no son suficientes para seguir tratando a las mujeres como menores de edad, algunas Áreas de la Mujer rematan la faena organizando todo tipo de talleres y charlas dirigidas a fomentar la superstición y la desinformación. Muchos ayuntamientos convierten el Día Internacional de la Mujer en una feria donde se da cita una amplia gama de terapias “alternativas” basadas en presupuestos mágicos y pseudocientíficos, donde chamanes y “vendehumo” de toda calaña divulgan sus supuestos métodos de curación (aunque suelen preferir el término “sanación”, tan vago como la evidencia de sus artes “ancestrales”) en talleres financiados con nuestros impuestos. Es dantesco comprobar cómo no se trata de algo excepcional. Sin ir más lejos, este ocho de marzo encontramos Shiatsu, Biodanza, Arenoterapia, Yoga, Ungüentos naturales y más Biodanza (se ve que está de moda porque aparece en al menos cuatro lugares distintos de Canarias).
Sí amigos/as. Décadas de lucha contra la Iglesia Católica porque alejaba a las mujeres del conocimiento y el pensamiento crítico y nos encontramos que en pleno siglo XXI son las asociaciones (financiadas en muchos casos con fondos públicos) y las propias Áreas de la Mujer las que se afanan en relegar a las mujeres al oscurantismo y la magia, amén de la publicidad que supone para estos “terapeutas”.
Podría seguir, pero si les ha indignado lo que han visto hasta ahora, mejor no hablarles de los talleres de limpieza facial, maquillado exprés, manicura, cuidado de las manos y de la piel y elaboración de jabones porque alguien podría pensar que estoy haciendo sangre con el tema, y nada más lejos de eso.
Artículo completo en: eparquio delgado
Una de las fechas más conocidas del calendario de eventos internacionales se celebra, como hoy, cada 8 de marzo; pero, sin embargo, apenas se conoce el verdadero origen de esta conmemoración y, lo que es peor, se piensa, erróneamente, que se debió a unos dramáticos sucesos: la muerte de 146 mujeres –en su mayoría, jóvenes inmigrantes de origen italiano y judío– que perecieron durante una huelga, en el incendio de la fábrica de blusas Triangle Shirtwaist, de Nueva York (EE.UU.), mientras reclamaban una mejora en sus pésimas condiciones laborales. Los empresarios, Max Blanck e Isaac Harris, bloquearon las puertas –algo habitual en aquella época, para evitar saqueos– cuando se declaró un incendio que calcinó el edificio de 10 plantas, convertido en una ratonera sin ninguna salida. Este trágico suceso ocurrió realmente pero no sucedió el 8 de marzo de 1908 sino el 25 de marzo de 1911. Ese mismo año, los dueños de la empresa textil fueron procesados pero, en diciembre, el gran jurado los declaró “no culpables” y los bomberos determinaron que el origen del incendio fue una colilla mal apagada.
Fuente: iustopia
cc