Pues eso mismo es lo que sugiere un nuevo estudio publicado recientemente en la revista PLoS ONE, en el cual se afirma que los individuos que estudian ciencias (o que al menos están expuestos durante el día a ideas científicas) son más propensos a condenar el comportamiento poco ético y más dispuestos a ayudar a los demás, como dice Christine Ma-Kellams, de la Universidad de Harvard; y Jim Blascovich, de la Universidad de California, Santa Barbara:
“Pensar en la ciencia lleva a los individuos a aprobar las normas morales más estrictas”
Para demostrar su hipótesis llevaron a cabo hasta cuatro experimentos:
El primer experimento contó con 48 estudiantes que leían una viñeta donde se describía una violación. En dicha historia Juan se dedica a realizar “relaciones sexuales no consensuales” con Sally. Posteriormente se les pidió juzgar la actitud de Juan en una escala de 1 (totalmente justificada) a 100 (totalmente equivocado). Posteriormente también les preguntaron sobre cierta información personal, incluyendo sus estudios, y al final del experimento tuvieron que responder a la pregunta: “¿Cuánto crees en la ciencia?” En una escala de 1 a 7.
Resulta que los investigadores no encontraron relación entre las creencias religiosas de los participantes ni su origen étnico con su juicio sobre las acciones de Juan. Pero, si había relación con otro aspecto de su vida: la ciencia. Aquellos individuos que estudiaban alguna rama científica (biología, química, psicología…) tendían a juzgar de manera más severa que los que no habían estudiado ciencia.
“Los que reportaron una mayor creencia en la ciencia ven la violación como algo mucho más equivocado”
Por otro lado, se realizaron tres experimentos más. Durante estos experimentos los participantes (divididos en tres grupos, uno por cada experimento) recibieron 10 juegos con cinco palabras cada uno, y fueron instruidos para elegir una palabra y luego coger las otras cuatro y organizarlas para formar una oración. A la mitad de los participantes se les dió un conjunto de palabras que incluían conceptos orientados a la ciencia como “lógico”, “hipótesis”, “laboratorio”, “científicos” y “teoría”.
Uno de estos grupos, que constaba de 33 estudiantes universitarios, leyó la viñeta de la violación de Juan y expresó su opinión al respecto. Pero, tras este experimento con juegos de palabras, resultó que los participantes que tenían palabras con conceptos científicos condenaban dicho acto como peor respecto a los participantes con palabras neutras en el juego.
Por otro lado, un grupo de 32 estudiantes respondieron acerca de sus posibilidades de participar en una lista de ideas sobre actividades comunitarias afines durante el próximo mes. Los que habían estado expuestos a palabras relacionadas con la ciencia estaban más predispuestos a donar sangre, hacer trabajos voluntarios o donar a la caridad que aquellos que habían estado expuestos a palabras neutras.
Finalmente, un último grupo de 43 participantes jugaron a un “juego de la economía del dictador”, en el cual se les dio 5$ y se les dijo que podían quedárselo todo o darle una parte a un extraño. Como no podía ser de otra manera, aquellos que habían estado expuestos a los términos científicos eran más propensos a compartir su “riqueza”.
Puede que en un primer momento creamos que estos experimentos son extraños e incluso ilógicos, pues (en teoría) la ciencia es “amoral”, se rige por un orden y un método, sin ética de por medio. Al menos eso es la teoría. Pero los investigadores sostienen que en cultura popular esto no es así:
“Sostenemos que hay una imagen de la ciencia que se asocia con los conceptos de racionalidad, imparcialidad, equidad y progreso tecnológico. La noción de ciencia contiene en si misma una visión más amplia de la amplia moral de una sociedad en la que la racionalidad se utiliza para el beneficio mutuo de todos”
Resumiendo: la ciencia nos pone en un estado de ánimo en el que estamos pensando en términos del bien común, según los investigadores.
Fuente: Medciencia
Trabajan hasta 22 horas al día transportando pesadas pilas de ladrillos en la cabeza. Ninguno espera cobrar por ese trabajo. Ninguno sabe cuánto tiempo tendrán que estar ahí. Algunos tienen incluso tres años de edad.
Manoj Singh fue una de las 149 personas rescatadas este año de una fábrica de ladrillos a las afueras de Hyderabad, India. Como otros millones de niños en la India, nació en la más extrema pobreza. Cuando el corresponsal de CNN Mallika Kapur visitó a la familia de Manoj, que ya está de nuevo en su casa, y a algunos de los otros 34 niños liberados, le mostraron cómo fabricaban los ladrillos de arcilla húmeda.
«Usan su memoria muscular», dice Anu George Canjanathoppil, de International Justice Mission (IJM), una organización sin fines de lucro dedicada a la erradicación de la esclavitud en todo el mundo. «Así que si usted les pide que expliquen cómo lo hacían, no serán capaces de hacerlo».
Trabajadores más mayores, sin embargo, tienen mucho que contar.
Ilegal pero generalizado
El «CNN Proyecto Libertad» (CNN Freedom Project) ha trabajado durante más de dos años señalando y denunciando que esta práctica ilegal está todavía muy extendida y cuestionando los esfuerzos del gobierno de la India para acabar con esas violaciones de los derechos humanos.
Hace dieciocho meses, Kapur se encontraba en el mismo estado, informando sobre el rescate de más de 500 víctimas de la esclavitud en otra fábrica de ladrillos (en inglés).
Y meses antes, la corresponsal Sara Sidner filmó una serie de tres partes que mostraba el proceso de liberación de pueblos enteros de sus condiciones de esclavitud. Cuando Sidner le pidió al supervisor de una fábrica de fábrica de ladrillos que explicara por qué empleaba a los trabajadores en semejantes condiciones, y por qué ninguno recibía un salario, este le pidió que le pagara si quería la respuesta.
La esclavitud existe todavía hoy en día por dos razones: la codicia y la desesperación. La codicia por parte de los propietarios de tierras y reclutadores ilegales. Y la desesperación de las decenas de millones de personas que están dispuestos a asumir un riesgo para mejorar sus vidas.
Artículo completo en: CNN
Diversas organizaciones de todo el país realizan este domingo todo tipo de actividades al cumplirse 37 años del golpe que dio inicio a la dictadura militar en Argentina. La Presidenta homenajeó a los familiares de los desaparecidos con un vídeo.
En el marco de la jornada de conmemoración del «Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia», organizaciones de derechos humanos, sociales gremiales, estudiantiles, políticas y barriales participarán con diversos actos.
El epicentro se vivirá en la Ciudad de Buenos Aires, en donde la fundación Abuelas de Plaza de Mayo, la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia y la agrupación H.I.J.O.S., se concentrarán desde las 14 en avenida 9 de Julio y la avenida de Mayo para marchar hacia la Plaza de Mayo.
La consigna que mancomuna a las entidades pide «Por una Justicia Democrática. Basta de Corporación Judicial». Las agrupaciones marcharán como lo hacen todos los años portando la bandera con las fotografías de los detenidos desaparecidos, informó Télam.
En tanto, a las 15.30, el Encuentro Memoria Verdad y Justicia se concentrará -también como todos los años- en la plaza de los Dos Congresos y de allí partirá hacia la Plaza de Mayo, bajo la consigna «No a la impunidad de ayer y de hoy».
En el Espacio para la Memoria, que funciona en la ex ESMA, el Canal Encuentro emitirá a las 21, en forma exclusiva, un vídeo documental coproducido por el Ente Público Espacio Memoria y Derechos Humanos sobre la historia de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
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