El principal asesor científico de la Convención de Armas Químicas denuncia espeluznantes agujeros que permitirían ataques químicos y biológicos contra la población.
El químico noruego Leiv Sydnes recuerda perfectamente el 22 de julio de 2011. Aquel día, “un loco” que se creía un caballero templario, Anders Breivik, colocó un coche bomba frente a la oficina del primer ministro noruego en Oslo y mató a ocho personas. Inmediatamente después, disfrazado de policía, acudió a la isla de Utoya y disparó a todo lo que se movía en el campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista de Noruega. Murieron otras 69 personas.
“A Breivik le llevaron a domicilio todo lo que necesitaba para hacer la bomba”, explica Sydnes. Con un pedido de seis toneladas de un fertilizante para las plantas, nitrato de amonio, y otro de fueloil preparó una bomba letal que destrozó varios edificios en el centro de Oslo y desató el caos.
Sydnes, actualmente profesor visitante en la Universidad de La Laguna (Tenerife), utiliza el ejemplo de Noruega para ilustrar cómo ha cambiado el mundo en las dos últimas décadas. La violencia masiva ya no es patrimonio de un puñado de gobiernos. Cualquiera puede matar a un centenar de personas.
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La imputación de la infanta Cristina ha provocado el primer gran ataque del Rey a la independencia judicial. En una breve comunicación a las agencias de noticias, un portavoz autorizado de Zarzuela ha expresado su «sorpresa» por lo que consideran un cambio de criterio del magistrado José Castro en relación a la infanta.
Las explicaciones ofrecidas ahora chocan con la intención manifestada horas antes, de no comentar «decisiones judiciales». Simultáneamente, la Casa Real ha dado su apoyo explícito al fiscal anticorrupción y a su iniciativa de recurrir la imputación de la hija de rey. Además, la Casa del Rey asegura haber tenido conocimiento del auto de imputación de la hija de Don Juan Carlos «por los medios de comunicación».
Razones del Juez
En su auto, el juez Castro explica que ha decidido imputar a la Infanta Cristina antes de finalizar la instrucción de esta pieza, dado que, en caso contrario, se hubiese dejado que «se perpetúe la incógnita» de su supuesta implicación en esta causa, lo que, en su opinión, sería un «cierre en falso en descrédito de la máxima de que la Justicia es igual para todos y una clara contradicción a la práctica cotidiana de los juzgados y tribunales que en casos similares es muy escasamente probable que prescindieran del trámite». De ese modo, el juez de Palma parafrasea al rey, sin citarlo, al emplear la misma frase que pronunció el monarca cuando se refirió al caso Urdangarin en su mensaje de Navidad de 2011.
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