El ludita de pro no conoce horario ni fecha en el calendario, valga el ripio. Los luditas siempre desconfían de cualquier avance científicio o tecnológico, simplemente porque éste constituye un cambio, y a los luditas no les gustan los cambios.
Los luditas que destrozaban telares en la Revolución Industrial lo hicieron para no perder sus puestos de trabajo, los que renegaron de la imprenta lo hicieron por miedo a que se banalizara la literatura, y los actuales quimiofóbicos recelan de los avances médicos porque creen que lo natural siempre es mejor que lo artificial.
El hecho de que una locomotora desarrollara una velocidad más elevada que el simple viaje en carro causó no pocas ideas absurdas. Por ejemplo, Dionysus Lardner, profesor de filosofía natural y astronomía del Colegio Universitario de Londres, publicó en 1830: “Viajar en ferrocarril a velocidad elevada no es posible porque los pasajeros, incapaces de respirar, morirían de asfixia.” Podéis leer más curiosidades sobre medios de transporte en Cosas que probablemente no sabías sobre los medios de transporte que usas para viajar.
En 1876, un congresista de Estados Unidos señaló lo siguiente acerca del motor de combustió interna, según leemos en el libro Historias de la ciencia sin los trozos aburridos de Ian Crofton:
El descubrimiento de que tratamos implica fuerzas de una naturaleza demasiado peligrosa para que encaje en ninguno de nuestros conceptos habituales.
Mucho después, en 1903, el empresario norteamericano Chauncey Depewadvertía:
No ha hecho su aparición nada que pueda sobrepasar al caballo y a la calesa.
Ante la demostración del teléfono que Alexander Graham Bell realizó en 1876, su suegro, Gardiner Greene Hubbard, espetó: “¡Bah! Sólo es un juguete,”
El presidente Rutherford B. Hayes también expresó su escepticismo a propósito del invento: “Es un invento asombroso, pero ¿quién querría usar uno de ellos?”
En Inglaterra, William Preece, ingeniero consultor y posteriormente ingeniero jefe de Correos, señaló que:
Los americanos necesitan este invento, pero nosotros no. Tenemos gran cantidad de muchachos mensajeros.
Muy célebre es la cita del año 1900 atribuida a Lord Kelvin, que decía con demasiada seguridad: “Ahora no hay nada nuevo que descubrir en física. Todo lo que queda son mediciones cada vez más precisas.”
En 1913, el físico austríaco Ernst Mach señaló: “Puedo aceptar la teoría de la relatividad tan poco como acepto la existencia de átomos y de otros dogmas por el estilo.”
En biología pasaban cosas similares: 20 años antes de que Crick y Watson describieran la estructura del ADN, el biólogo J. B. S. Haldane, en su libro The Philosophy of Biology, declaró que era “inconcebible” que la herencia se transmitiera mediante una molécula.
George Bidell, sobre la máquina de Babbage, 1842, dijo: “No sirve para nada”. Ya en nuestro siglo, en 1943, un presidente de IBM dijo: “creo que existe mercado para unos 5 ordenadores en todo el mundo”.(Watson, de IBM, 1943). “No hay razón alguna para que alguien pueda tener una computadora en el hogar” (Olson, Fundador de Digital Equipment Corporation 1977).
Hoy en día no podemos concebir el mundo sin la computación, e incluso hemos construido ordenadores tan gigantestos Roadrunner.
Con el advenimiento de Internet, aparecieron cientos de libros y artículos escritos por psicólogos que advertían de cómo la sociedad se alienaría ahora que ya no necesitaba salir de casa para pasar tiempo con los demás. La experiencia, sin embargo, ha demostrado justo lo contrario.
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Uno de los argumentos de quienes apoyan a la Iglesia Católica, cuando se han terminado o cuando no funcionan los llamados a la fe, es la acción terrenal que la misma realiza en la forma de organizaciones benéficas o caritativas, como Caritas. Creyentes sólo de nombre, indiferentes e incluso algunos ateos que deberían estar mejor informados coinciden en atribuir a la Iglesia un rol importante o preponderante en la distribución de ayuda humanitaria y la asistencia a los pobres y los desamparados allí donde los estados no llegan. La Iglesia aprovecha esta percepción cultural para pedir, solapadamente o no, que se la siga manteniendo desde el estado.
Pero al mismo tiempo la Iglesia reconoce que este involucramiento con lo terrenal trae problemas. Por eso no sorprenden las maniobras de los últimos meses destinadas a reencaminar a Caritas Internationalis hacia la doctrina ortodoxa, maniobras que muestran claramente el propósito verdadero de las ONGs “caritativas” eclesiales: el proselitismo, o cuanto más una caridad que no exagere lo mundano y evite escrupulosamente contradecir las órdenes del Vaticano. El cardenal Robert Sarah se encarga de aclararlo: el trabajo de Caritas “no es meramente filantrópico” sino que “permite que todas las personas comprendan toda su dignidad como hijos de Dios” (para lo cual, claro está, debe hablárseles del dios católico y seguir hablándoles hasta que comprendan y asientan). Sarah también se muestra en desacuerdo con el slogan de Caritas para los próximos cuatro años, “Una familia humana: cero pobreza”, ya que “Cristo dijo que siempre tendremos a los pobres”, no vaya a ser que a alguien se le ocurra efectivamente intentar un método para acabar con la pobreza.
Esto viene a colación de que en febrero pasado el Vaticano vetó la reelección de la Secretaria General de Caritas Internationalis, Leslie Ann Knight, entre otras cosas porque ésta había defendido a una ONG católica canadiense que colaboró con causas de derechos humanos, incluyendo (como no podía ser de otra manera) los derechos sexuales y reproductivos, derechos que la Iglesia niega. El Vaticano también prohibió a un ex Maestro General de los Dominicos, Timothy Radcliffe, pronunciar el discurso principal en la Asamblea General de Caritas Internationalis, porque Radcliffe osó decir que son los homófobos —y no los homosexuales— quienes deben quedar fuera del seminario.
Se viene una reforma de los estatutos para alinear a Caritas con el Vaticano, en línea con la centralización y el aumento del verticalismo que viene desde Juan Pablo II y que Benedicto XVI, teólogo profesional, obsesionado por la pulcritud doctrinaria, ve como necesarios para que la Iglesia no se contamine de mundanidad. La Iglesia quiere una Caritas más católica, una organización con identidad católica, con más obispos controlando su desempeño, y sobre todo dedicada a la verdadera misión, que es la incorporación de más ovejas al rebaño. Como dice el director de InfoCatólica en una editorial, “está muy bien ejercer la caridad cristiana y eso sirve como herramienta evangelizadora, pero dicha actividad no puede suplir el anuncio directo del evangelio y la llamada a la conversión”.
Más claro échele agua: hacer caridad (dar de comer al hambriento, vestir al desnudo) es unaherramienta, un medio para un fin, pero el fin es otro, no la caridad, no el bienestar del prójimo, sino la propagación de la creencia católica y la consiguiente expansión del poder eclesiástico.
Fuente: alerta religión
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La Audiencia Provincial de Madrid ha desestimado un recurso interpuesto por el Centro Jurídico Tomás Moro (CJTM) contra la absolución por el Juzgado de lo Penal número 8 de Madrid del músico Javier Krahe, de un delito contra los sentimientos religiosos.
Dicho Juzgado de lo Penal ya absolvió a Krahe el pasado 8 de junio de 2012 de un delito contra los sentimientos religiosos al cocinar un crucifijo en un vídeo, ya que la sala consideró que no tuvo intención de «menoscabar, humillar o herir los sentimientos religiosos».
El 15 de diciembre de 2004 el programa ‘Lo + plus’ de Canal Plus emitió un vídeo promocional realizado por el cantautor Javier Krahe y Enrique Seseña en los años setenta titulado ‘Cómo cocinar un crucifijo’. El crucifijo era troceado, untado con mantequilla y metido en un horno, ‘saliendo al tercer día en su punto.
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