En Yemen, un país en donde alrededor de un 25% de las niñas menores de 15 años son obligadas por sus padres a casarse casi siempre con «esposos» mucho mayores que ellas cuando no ancianos, una niña de tan sólo 8 años ha muerto a causa de los traumas sexuales que recibió en su noche de bodas.
Y estos casos, de lo que únicamente se puede llamar pederastia legalizada, son tan frecuentes en el mundo que se calcula que sólo en la última década más de 50 millones de niñas menores de 15 años han sufrido esta práctica criminal que atenta a los derechos más elementales de la infancia femenina y que condena a las menores a toda una vida de humillación, sufrimiento y violaciones.
Y por supuesto son los sectores más conservadores de cada país y especialmente los religiosos los que se oponen más tenazmente a la prohibición de esta terrible práctica. Por ejemplo en Yemen todos los intentos legales para impedir los matrimonios con menores de 17 años han fracasado reiteradamente porque se consideran antiislámicos, cosa nada extraña ya que únicamente hay que recordar que esta religión fue inventada por un beduino pederasta confeso.
Fuente: Diario de un ateo
El pasado 10 de septiembre, se celebró el Día mundial para la prevención del suicidio, que actualmente continúa siendo un problema de salud pública. Las cifras son alarmantes, ya que solamente en Estados Unidos 30.000 personas mueren por suicidio cada año. Y lo que es aún más preocupante, el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los adolescentes. Sin embargo, este problema es en gran medida, prevenible. Son numerosos los estudios sobre los factores psicosociales asociados con la conducta suicida y poco a poco se va conociendo algo más acerca de la neurobiología implicada en este comportamiento.
¿Podemos detectar de forma científica si existe riesgo de suicidio?
Un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana puede tener la respuesta científica a la pregunta tras hallar una serie de biomarcadores del ARN en sangre, los cuales podrían ayudar a identificar quién está en riesgo de quitarse la vida. Durante un periodo de tres años, Niculescu y su equipo siguieron a un grupo de pacientes diagnosticados con trastorno bipolar realizando entrevistas y tomando muestras de sangre cada tres meses. En un subgrupo concreto, los análisis de sangre fueron más variados, ya que estas personas informaron de un cambio dramático: de ausencia de ideas suicidas a una fuerte ideación suicida. Se identificaron diferencias en la expresión génica entre los bajos y altos estados de pensamientos suicidas, encontrando que el marcador SAT1 y una serie de otros marcadores aportaban la «señal» biológica más fuerte asociada con estos pensamientos suicidas. Después, para validar sus hallazgos, analizaron muestras de sangre de víctimas de suicidio y encontraron que algunos de estos mismos marcadores estaban significativamente elevados en estas personas.
Y no sólo eso. También encontraron una elevada correlación entre los niveles altos de biomarcadores en sangre y futuras hospitalizaciones por intento de suicidio. «Esto sugiere que estos marcadores no solo reflejan un estado actual de alto riesgo, sino que podrían predecir el riesgo a largo plazo» señala el doctor Niculescu.
Fuente: Medciencia