La revista Nature, en este artículo, plantea un debate acerca de si habría que prohibir los estudios de genética sobre raza, inteligencia, violencia y sexo. En el artículo se recogen diversas opiniones a favor y en contra, y también ha hablado de ello el columnista y autor John Horgan, partidario de prohibir ese tipo de estudios. Los argumentos utilizados son que los datos podrían ser malinterpretados, malutilizados, y se menciona el fantasma de la eugenesia. Aunque el tema tabú que se juzga aquí es el de la Genética de la Conducta, estamos ante un problema más general que es el de que una ideología, sea política o religiosa, o simplemente lo políticamente correcto, decida lo que la ciencia puede o no puede investigar, un tema muy serio.
- Volviendo al hogar, me metí en la casa que no es y choqué contra el árbol que no tengo.
- El otro coche chocó contra el mío, sin previo aviso de sus intenciones.
- Creía que el cristal de la ventanilla estaba bajado, pero me di cuenta de que estaba subido cuando saqué la cabeza a través de ella.
- Choqué contra un camión estacionado que venía en dirección contraria.
- Un camión retrocedió a través de mi parabrisas y le dio a mi mujer en la cara.
- El peatón chocó contra mi coche y después se metió debajo.
- El tío estaba por toda la calle y tuve que hacer varias maniobras bruscas antes de atropellarle.
- Saqué el coche del arcén, miré a mi suegra y me fui de cabeza al terraplén.
- Tratando de matar una mosca, choqué contra el poste de teléfonos.
- Había estado todo el día comprando plantas y al volver a casa cuando llegué al cruce, un arbusto surgió de repente, oscureciendo mi visión y no pude ver el coche que venía.
- Llevaba cuarenta años conduciendo cuando me dormí al volante y tuve el accidente.
- Cuando llegué al cruce apareció de pronto una señal donde nunca había habido una señal de «STOP» antes y no pude parar a tiempo.
- Para evitar colisionar con el parachoques del coche de delante, atropellé al peatón.
- Mi coche estaba correctamente aparcado cuando retrocediendo le dio al otro coche.
- Un coche invisible que salió de la nada me dio un golpe y desapareció.
- Le dije al policía que no estaba herido, pero cuando me quité el sombrero descubrí que tenía fractura de cráneo.
- Estaba convencido de que el vejete no llegaría nunca al otro lado de la calzada cuando le atropellé.
- El peatón no sabía en que dirección correr, así que le pasé por encima.
- Vi una cara triste moviéndose lentamente, cuando el señor mayor rebotó en el techo de mi coche.
- La causa indirecta del accidente fue un tipo bajito en un coche pequeño con una boca muy grande.
- Cuando el coche abandonó la calzada salí despedido, más tarde me encontraron en un hoyo unas vacas sueltas.
- El poste de teléfonos se estaba acercando y cuando maniobraba para salirme de su camino choqué de frente.
Había una ministra que era idiota. He dicho idiota. Pero era más idiota todavía. Dejaba a los trabajadores sin derechos y salía corriendo. Recortaba las pensiones y salía corriendo. Producía seis millones de parados y salía corriendo.
Todas las ministras se apoyan en datos. Pero esta ministra le rezaba a la Virgen del Rocío. Y es que la ministra era una idiota. No era una ministra era idiota. Era una idiota.
En las noches de invierno la luna de los gobiernos da grandes bofetadas a las ministras idiotas. Unas bofetadas que se sienten por las calles. Da mucha risa. Los curas y Rouco no podrán comprender nunca por qué son estas bofetadas, pero Rajoy sí. Y las ministras idiotas también.
Será menester que sepáis todos que Rajoy es una gran nariz que crece y crece, como sus mentiras. Tiene una piel de gurteles y encima una piel de bárcenas y encima una piel de discos duros, rotos, y encima una piel de plasma y encima una piel de cospedales. ¿Veis todo? Pues todo y además una piel de ministras idiotas. Esto era lo que no sabía nuestra idiota.
¡Da risa considerar lo simpáticas que son las ministras idiotas! Todas hacen “el camino”. Todas engañan. Todas les toman el pelo a los pensionistas. ¿Y qué me vais a decir?
La ministra idiota odiaba a los que trabajaban. Le gustaban los sillones, es cierto, como les gusta a la derecha las corbatas de raso y las gominas. Pero ella odiaba su propio ministerio. Y sin embargo no hay nada más hermoso que un ministerio, sobre todo si te toca en la tómbola.
Recién sacado del dedo de la Trotona, todavía caliente, es la perfección de la troika, la Merkel y los mercados. Es el rostro del Opus. ¿No lo entendéis? Yo sí. Lo dicen los cuentos y Martínez Camino, y algunas mujeres, idiotas, también lo saben.
Lo voy a decir: una ministra idiota enemiga de los trabajadores.
Ministra idiota. CEOE lista. Rajoy idiota. Los dos idiotas. CEOE lista. Ministra idiota.
Luchaban. Luchaban. Luchaban. Así todo el gobierno. Y diez. Y veinte. Y un año. Y todo el mandato. Siempre. Rajoy. Rocío. Fátima. Idiotas.
Fuente: Lucas Leon Simon