A pesar del aumento en los métodos seguros y efectivos de anticoncepción y la distribución de información acerca de estos métodos, el embarazo no deseado sigue siendo un problema en algunas sociedades. Las mujeres que enfrentan un embarazo no deseado, ya sea en países desarrollados o en desarrollo, deciden interrumpir su embarazo en base a similares razones (Fuente: Cohen 2003). ¿La evidencia empírica justifica la condena al aborto? No.
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En los últimos 40 años se ha multiplicado el número de trabajos de investigación publicados, algo que también ha conllevado un fenómeno conocido como fraude científico. Diferentes expertos de ámbitos como la Ciencia o la Ética se reunieron en Madrid para debatir sobre el citado fraude, que también se ha multiplicado notablemente en los últimos tiempos y que amenaza la competencia y credibilidad del mundo de la investigación.
«El fraude es cualquierforma de mala prácticaque tenga el interés primario de engañar o ejercer una conducta contraria a la ética o la deontología científica», explica Miguel García, presidente de la Comisión de Ética del CSIC. Sin embargo, parece no haber una definición comúnmente aceptada sobre algo que, en palabras de Emilio Bouza, patrono de la Fundación Ciencias de la Salud, es la negación esencial del hecho científico.
«En EEUU ya no se llama fraude sino mala praxis, e incluye tres aspectos: fabricación -inventarse los datos sin hacer la investigación-, falsificación -los resultados existen pero de alguna manera se manipulan- y plagio-apropiación de ideas, procesos o resultados de otras personas-«, ilustra García. Lo que sí es importante para saber de qué se habla es hacer una diferencia entre el fraude y el error, como explica Fernando Cossío, presidente de Ikerbasque, Fundación Vasca para la Ciencia. «El error supone inducir datos inciertos pero de buena fe, mientras que el fraude implica falsificación a conciencia de datos incluidos en una publicación. El primero se subsana, y para el segundo se utiliza la retracción», matiza.
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