Un paciente con un coeficiente intelectual inferior a 70 que recibe tratamiento con homeopatía mejora su condición en un 96%, según un estudio publicado hoy en el United States National Institutes of Health y del que se ha hecho eco el Ministerio de Sanidad.
Los expertos aseguran que un avance de estas características supondrá una revolución para el tratamiento de enfermedades en personas “de inteligencia discreta”, lo que, según el Gobierno, incluye “a casi todos los españoles, o eso creemos”.
“Es una suerte que estos últimos años hayamos comprobado que, como país, no somos muy listos, porque esto quiere decir que, salvo excepciones, la homeopatía puede ser una solución muy efectiva para todos”, ha señalado Ana Mato, ministra de Sanidad.
A partir de ahora, lo ideal, según el Ministerio, será que “los más inteligentes continúen usando los medicamentos tradicionales y los otros, la mayoría, optemos por la homeopatía, dado que nuestro cuerpo responde mejor a ésta”. Según la ministra, “no es una tontería” pensar que “distintas personas, con cuerpos y mentes y creencias distintas, requieran efectivamente distintos tratamientos” porque “cada cual es como es y sabe lo suyo”.
Ampliar en: EL MUNDO TODAY
En septiembre de 2003, miles de varones sudaneses acudieron a los puestos de socorro de la ciudad de Jartum convencidos de que una terrible enfermedad estaba haciendo encoger sus penes. El mal, que se transmitía por el mero hecho de dar la mano a un extranjero, adquirió tales proporciones que obligó a actuar a la policía y al ministerio de Sanidad. Este curioso fenómeno, conocido como Koro, es frecuente en otras zonas de África y especialmente potente en China, donde miles de hombres acuden cada año al médico con el convencimiento de que una rara enfermedad está haciendo desaparecer sus penes.
Los antropólogos han bautizado estas epidemias imaginarias como síndromes culturales, término que engloba a aquellas enfermedades propias de determinados grupos étnicos que en realidad no presentan más síntomas ni otra aparente causa que las propias creencias de quienes las padecen. En el mismo caso de la histeria ártica de los Inuits, la niebla cerebral del África occidental, el Hwabyeong coreano, la enfermedad del espíritu de las tribus norteamericanas o el famoso “mal de ojo” del que hablaban nuestras abuelas.
El denominador común de todos estos “males” es que sus poseedores enferman por la propia creencia, un hecho que entronca con lo que en Medicina se conoce como efecto Nocebo. Este fenómeno, una especie de reverso tenebroso del efecto placebo, provoca que un paciente empeore por el mero hecho de saber que está enfermo o porque se convence de que lo que tiene va a acabar con su vida.
La revista New Scientist documentaba hace unos meses el caso de un paciente llamado Sam Shoeman a quien, en los años 70, le fue diagnosticado un cáncer de hígado que le dejaba pocos meses de vida. Al cabo de unas semanas el paciente empeoró y murió, pero la autopsia reveló que los médicos se habían equivocado: el tumor era muy pequeño y no se había extendido. De algún modo, como dice la revista, Shoeman no había muerto de cáncer sino de saber que tenía cáncer.
Otro paciente, llamado Derek Adams, acudió a urgencias después de haber ingerido un bote de antidepresivos y estuvo al borde de la muerte hasta que el psicólogo que le trataba en un programa de pruebas indicó que aquellas pastillas en realidad no contenían nada dañino. Apenas quince minutos después, Adams se había recuperado milagrosamente de sus síntomas.
Para comprobar este particular resorte psicológico, Giuliana Mazzoni, de la Universidad de Hull, en el Reino Unido, hizo un experimento con estudiantes a los que pidió que inhalaran una muestra de aire normal y les dijo que podía contener una toxina que provocaba dolores de cabeza y náuseas. Al cabo de unos minutos, buena parte de ellos desarrollaron los síntomas de una enfermedad inexistente, multiplicado por el hecho de ver a otros compañeros enfermando.
El efecto nocebo es conocido por los médicos, que a menudo notan cómo los pacientes refieren molestias antes incluso de haber comenzado el tratamiento. Queda mucho por saber sobre el impacto de las creencias o falsas ideas en la salud, pero la realidad nos dice que somos capaces de convencernos a nosotros mismos de casi cualquier cosa. Un ejemplo reciente lo dejan los habitantes de la ciudad sudafricana de Craigavon, que llevan semanas pidiendo la retirada de una torre de telefonía a la que atribuyen todo tipo de alteraciones de la salud: desde dolores de cabeza a quemaduras y problemas para dormir. Y la compañía acaba de certificar que la torre lleva apagada desde octubre.
Para saber más: The science of voodoo: When mind attacks body (New Scientist)
Fuente: Libro de Notas
Licencia Creative Commons
Los ateos de 13 países corren el riesgo de ser condenados a muerte , sólo por sus creencias (o no creencias ) de acuerdo con un nuevo informe global de la Internacional Humanista y Ética Unión a publicado este martes . Los 13 países identificados por el estudio son de mayoría musulmana .
Los países que imponen estas penas son: Afganistán , Irán, Malasia , Maldivas , Mauritania, Nigeria , Pakistán , Qatar , Arabia Saudita , Somalia , Sudán , Emiratos Árabes Unidos y Yemen. Con la excepción de Pakistán, los países todos permiten la pena capital contra la apostasía , es decir , la renuncia a una religión en particular . Pakistán , por su parte , impone la pena de muerte por blasfemia , que puede incluir , obviamente, no creer en Dios.
El mapa interactivo de El estudio da una buena y amplia, visión general de qué países castigan la apostasía y la blasfemia con la muerte ( negro ), con la pena de prisión (rojo), o imponen restricciones legales sobre (el no) discurso religioso y el pensamiento (amarillo):
La evidencia científica es uno de los pilares sobre los que se asienta la medicina moderna. Esto no siempre ha sido así: durante años, se aplicaron tratamientos médicos sin comprobar previamente su eficacia y seguridad. Algunos fueron efectivos, aunque muchos tuvieron resultados desastrosos.
Sin embargo, en la época en la que más conocimientos científicos se acumulan de la historia de la humanidad, existen todavía pseudo-ciencias que pretenden, sin demostrar ninguna efectividad ni seguridad, pasar por disciplinas cercanas a la medicina y llegar a los pacientes.
Los firmantes de este manifiesto, profesionales sanitarios y de otras ramas de la ciencia, periodistas y otros, somos conscientes de que nuestra responsabilidad, tanto legal como ética, consiste en aportar el mejor tratamiento posible a los pacientes y velar por su salud. Por ello, la aparición en los medios de comunicación de noticias sobre la apertura de un proceso de regulación y aprobación de medicamentos homeopáticos nos preocupa como sanitarios, científicos y ciudadanos, y creemos que debemos actuar al respecto. Las declaraciones de la directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) asegurando que “no todos los medicamentos homeopáticos tienen que demostrar su eficacia” y que “la seguridad no se tiene que demostrar con ensayos clínicos específicos” no hacen sino aumentar nuestra preocupación.
Por lo tanto, solicitamos:
También puedes leer nuestro manifiesto en galego, català y euskera.
Fuente: #nosinevidencia
Creía que ninguna declaración de Mariano Rajoy me podía sorprender. Desde aquellos hilillos de plastilina del Prestige hasta hoy han pasado muchas cosas: el “salvo alguna cosa”, el “la segunda ya y tal”, lo del plasma… Después de asistir a todo eso yo me creía ya inmune a cualquier cosa que hiciera o dijera Rajoy. Pero me equivocaba.
Y Rajoy me volvió a sorprender. Lo pondré por escrito porque aún no me lo puedo creer. Transcribo literalmente. Impresiona:
Fuente: erikenea.net