A veces creo que todo el mundo está en mi contra. En la calle, el carril de al lado siempre avanza más rápido que el mío. Lo mismo ocurre en la fila del supermercado. Y ya que estamos en eso, ¿por qué siempre tiene que llover cuando no llevo paraguas? ¿Y por qué las avispas siempre quieren comer mi sándwich en los picnics y no los de la gente de al lado?
Hay solo dos explicaciones posibles: puede que el universo haya diseñado un plan maestro para vengarse de mí o que una suerte de prejuicio psicológico me esté haciendo sentir -de forma equivocada- que tengo mucha más mala suerte de la que debería.
Sé que la segunda opción parece un poco absurda o tirada de los pelos, pero exploremos esta idea por un momento antes de volver a la teoría que me convierte en una víctima del universo.
Mis impresiones en torno a la victimización están basadas en el juicio de probabilidades. O saco una conclusión basándome en el principio de causalidad (como me olvidé el paraguas, llueve) o lo hago por asociación (las avispas prefieren mis sándwiches a los de los demás).
Afortunadamente, los psicólogos saben mucho de cómo formamos impresiones de causalidad y asociación. Y, lamentablemente, no les tengo buenas noticias.
El mundo de la intuición
Nuestra capacidad para pensar sobre las causas y las asociaciones es muy importante, y siempre lo ha sido para nuestros ancestros. Es fundamental entender si un fruto en particular nos enferma, o si un patrón de nubes específico anuncia mal tiempo.
Por esta razón no sorprende que automáticamente emitamos juicios de este tipo. No necesitamos contar mentalmente incidentes o hacer correlaciones y descartar explicaciones alternativas. Tenemos intuiciones claras sobre qué cosas van juntas, intuiciones que surgen en nuestra mente sin – por lo general- gran experiencia previa.
Esto es bueno a la hora de tomar decisiones, en un mundo donde no solemos tener mucho tiempo para pensar antes de actuar. El problema es que estas intuiciones contienen una serie de errores predecibles.
Uno de esos errores es lo que se conoce como «correlación ilusoria», un fenómeno por el cual asociamos dos cosas que nos llaman la atención pero que no están vinculadas entre sí.
Ampliar en: BBC MUNDO
La respuesta la da Randall Munroe, autor de XKCD, en su divertida sección «What if». Teniendo en cuenta que un Tiranosaurio pesaba aproximadamente lo mismo que un elefante, Munroe calcula que debería consumir unas 40000 calorías al día, asumiendo que su metabolismo se pareciera más al de los reptiles que al de los mamíferos. Comerse un ser humano le proporcionaría unas 110000 calorías, así que el T-rex solo necesitaría comerse una persona cada dos días para sobrevivir en una ciudad como Nueva York. Si traducimos esta cantidad a hamburguesas, necesitaría comerse unas 80 hamburguesas al día (que no parece mucho), de modo que un solo McDonald’s podría mantener a una docena de tiranosaurios con su producción. «Y uno de ellos», añade Munroe, «¡dormiría en la piscina de bolas!»
Fuente: T-rex calories
Acanthaspis sp. es un insecto de la familia de las chinches asesinas que se camufla con los cadáveres de los insectos que se come, habitualmente hormigas. La estrategia le sirve de escudo protector, camufla su olor y le permite infiltrarse en las colonias de hormigas para alimentarse mientras pasa desapercibido. El Aníbal Lecter de los insectos.
Fuente: Wired
Episodio 5. Del documental Escépticos emitido el 17 de octubre de 2011 por primera vez por el canal español ETB escrito y dirigido por José A. Pérez y presentado por el periodista científico Luis Alfonso Gámez. Serie de televisión española dedicada al pensamiento crítico al escepticismo y ateísmo. Esta vez se centra en en el tema de la Ufología y Ovnis, el propósito de la serie es busca desmontar las grandes falacias y creencias más populares en la sociedad.