La noticia, divulgada en dailymail.co.uk, ha causado tal revuelo que monstruo del lago Ness se ha convertido en la tercera búsqueda más popular en google en estos momentos, reviviendo una fiebre apagada desde hace mucho tiempo.
Las asociaciones de seguifores del monstruo están enloqueciendo ante la noticia, “expertos” aseguran que se trata de algo debajo del agua y el resto del mundo seguimos dudando que en pleno siglo XXI un monstruo de ese tamaño sea capaz de esconderse en un lago, por muy profundo y turbio que sea.
Parece que los mapas de Apple ya ganan a los de Google en algo: encuentran monstruos.
Tal y como se puede ver en southernfriedscience.com, parece que está claro que es un tipo de barco. En dicha publicación pueden verse fotos con mejor resolución de la misma zona, donde el perfil de la embarcación está perfectamente definido.
Fuente: wwwhat’s new
Todos tenemos derecho a nuestras propias opiniones, sin embargo, hay opiniones que son mejores que otras:
Algunas de nuestras opiniones se basan en la razón, el cuestionamiento crítico e incluso investigación que consume tiempo para aprender más sobre el mundo que nos rodea. Este es el tipo de opiniones que podemos defender porque tenemos una base razonable para ellas. Hemos cuidado la forma en que las formamos, haciéndolo con la deliberación. Podemos explicarlas de manera inteligente a los demás, y al hacerlo, en realidad podríamos convencerlos de que nuestra opinión es válida, aunque esto no significa necesariamente que ellos llegarán a compartirla.
Cuando la razón es una obligación moral, el medio para cumplir con esa obligación es el esfuerzo por tener opiniones objetivas y basar nuestras convicciones en la mejor evidencia disponible.
Las creencias no merecen respeto, y quienes exigen que respetemos sus creencias y opiniones, lo que realmente quieren es censurar la diferencia de opinión.
Fuente: DE AVANZADA
Según el diccionario de la Real Academia, “picadero” es un lugar donde las personas aprenden a montar caballos.
En Colombia, y en su puerto de Buenaventura, ”casa de pique” o “picadero” es sencillamente un lugar donde se descuartiza viva a una persona para luego hacer desaparecer sus restos sin posible identificación.
En las últimas semanas, instituciones como Human Rigth Watch y Naciones Unidas han levantado la alarma sobre una situación que la Defensoría del Pueblo denunció, sin éxito, a las autoridades desde octubre del pasado año, alertando sobre “descuartizados que aparecen en las calles y playas de Buenaventura”. Precisamente el informe de la ONG H.R.W. se titula La crisis de Buenaventura, desapariciones, desmembramiento y desplazamiento en el principal puerto de Colombia en el Pacífico.
Expulsada la guerrilla del Puerto, hace una década, la banda paramilitar de La oficina se adueñó de Buenaventura y practicó abiertamente el tráfico de drogas, el desplazamiento forzado de sus campos a la gente que molestaba para plantaciones “agroindustriales”, el chantaje a la totalidad de los comerciantes mediante sicarios, etc. Un imperio de impunidad con la vista gorda de autoridades civiles –el alcalde Bartolo- y la complicidad de policías y militares. Hablamos del puerto más importante de Colombia, por el que pasa el 55% de las exportaciones legales del país y un alto porcentaje de las ilegales. El 88,5 % de la población es negra y pobre.
Hace poco llegó otra banda de los herederos del paramilitarismo que amnistió Uribe, los llamados “Urabeños” y empezaron a darse plomo con los de “La empresa”, en procura de los negocios más jugosos. Recluta forzada entre la población: y al que se resista o se atreva a denunciar, se le espera en los picaderos.
El sociólogo Alfredo Molano, una de las más importantes figuras del pensamiento crítico colombiano, cuenta el modus operandi de estos verdugos: “la técnica del terror exige que la gente se dé cuenta pero que no cuente; vea la captura de la víctima en el barro, la manera como la arrastran y oiga los gritos de socorro, los alaridos de perdón y clemencia y por último los aullidos del dolor. Después silencio. Terrible vacío. Los gritos se quedan a vivir en la cabeza de la gente. Todos temen ser el siguiente en una lista que nadie elabora…las autoridades no oyen, no ven, no saben”.
Ampliar en: Público