Spinoza no tuvo la oportunidad de vivir de su pensamiento y se ganaba la vida como pulidor de lentes. La calidad de su trabajo fue elogiada por el astrónomo Christiaan Huygens, que además era buen amigo de Spinoza. Las condiciones de trabajo del taller donde Bento pulía las lentes imagino que no eran las más salubres, con una mala ventilación debido al frío y sin medio alguno de protección respiratoria personal… Era el siglo XVII y las preocupaciones eran otras bien distintas de las de la seguridad y salud en el trabajo o la vida cotidiana.
Algunos autores y en concreto el conocido neurólogo António Damásio (citando a Margaret Gullan-Whur) afirman que la enfermedad que mató a Bento fue la silicosis, y así lo cuenta este último en su muy recomendable libro En busca de Spinoza. Otros autores apuntan a que la causa de la muerte pudo ser una tuberculosis complicada por el hábito del tabaquismo, ya que Spinoza fumaba bastante en pipa, una costumbre frecuente en su época. No se sabe con total exactitud, o al menos yo no la he encontrado, pero la hipótesis de la muerte por silicosis es coherente con la actividad del pulido de lentes y el fin de Spinoza. El polvo que se desprendía en la operación de pulido y que respiró durante largos años Spinoza contenía sílice libre cristalina, y la sílice puede provocar una terrible enfermedad: la silicosis.
La silicosis es una enfermedad que produce una fibrosis nodular de los pulmones, y la consiguiente dificultad para respirar causadas por una inhalación, prolongada en el tiempo y derivada de una actividad profesional, de compuestos químicos que contienen sílice cristalina libre. La sílice cristalina fue incluida en 1997 en el Grupo 1 (carcinógenos en humanos) por la IARC (Internacional Agency for Research of Cancer). Existen tres tipos de silicosis:
– Silicosis crónica: Por lo general se presenta después de 10 años de contacto con niveles bajos de sílice cristalina. Éste es el tipo más común de silicosis.
– Silicosis acelerada: Resulta del contacto con niveles más altos de sílice cristalina y se presenta 5 a 15 años después del contacto.
– Silicosis aguda: Puede presentarse después de unas semanas o meses de estar en contacto con niveles muy altos de sílice cristalina. Los pulmones se inflaman bastante y se pueden llenar de líquido provocando una dificultad respiratoria grave y una disminución de los niveles de oxígeno en la sangre.
Bento Spinoza murió prematuramente a la edad de 44 años la tarde del domingo 21 de febrero de 1677 en su casa de La Haya. Si aceptamos la hipótesis de la muerte por silicosis, hay una paradoja aplicable a la exposición a sílice y en general al mundo de la seguridad y salud en el trabajo…
Spinoza firmaba su correspondencia con la palabra caute, que en latín significa cuidadosamente o con cautela. Y esa es la misma palabra que aparece en su tumba. Aunque en realidad los restos de Spinoza no están en este lugar ya que su cuerpo fue robado, nadie sabe por quién o cuándo exactamente, poco después de su entierro, cuando el cadáver yacía dentro de la iglesia.
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El 17 de febrero pasado, Valery Uvarov publicaba en su blog “Báculos de Horus” un artículo sobre una expedición a Gornaya Shoria, en Siberia, en la que encontraron unas ruinas megalíticas de enormes dimensiones. La expedición empezó el pasado 21 de septiembre, estando compuesta de 19 supuestos científicos. El acceso a la zona era bastante escarpado, con pendientes de hasta 60 grados. Dos días más tarde, se encontraron con una formación de rocas de extraordinarias dimensiones, que hacen parecer insignificantes a las que forman el Trilithon de Baalbek, y hasta la gran “roca de la mujer embarazada”, también de Baalbek y que aunque tallada, nunca fue desplazada.
Para Uvarov las conclusiones eran evidentes. Estas estructuras fueron levantadas por nuestros antepasados utilizando sistemas antigravitatorios. ¿Cómo si no, podrían levantarse esos colosos de piedra hasta esa altitud y colocarlas de es manera?
Pero ¿no habrá una explicación más sencilla?
Las afirmaciones sobre el origen no natural de estas estructuras es pura especulación. El currículum de Uvarov hace que las dudas sobre sus afirmaciones aumenten:
Científico, especialista en paleontología y ufología. 22 años estudiando la herencia de las civilizaciones antiguas. Director del centro internacional de información sobre investigación OVNI. Autor de numerosas publicaciones sobre ufología, egiptología y exotérica.
Sin pretender hacer un ad-hóminem, parece evidente que tiene el típico perfil de la persona que está precondicionada a dar una explicación paranormal a cualquier fenómeno natural que sea mínimamente llamativo.
La solución al caso es tratarlo como un fenómeno natural, en el que diversas capas de roca se han ido fracturando horizontal y verticalmente debido a la actividad tectónica y a los terremotos.
Fuente: La mentira está ahí fuera