Un cura jienense nos ha dejado la siguiente perla de santo razonamiento cristiano
“Antes, a lo mejor un hombre se emborrachaba y llegaba a su casa y le pegaba a la mujer, pero no la mataba como hoy. Hoy es que la mata. O él a ella o ella a él. ¿Por qué? Porque antes había un sentido moral y hoy no lo hay. Antes había unos principios cristianos y antes había unos valores. Y antes se vivía los mandamientos y una persona tenía una formación cristiana, y aunque se emborrachara, sabía que había un quinto mandamiento que decía no matarás”.
Fuente: Diario de un ateo
Conseguir educar y maximizar los valores sociales y empáticos de un niño, si bien en parte vienen de serie, no es nada fácil. Tal y como señala Jeremy Rifkin en su libro La civilización empática:
Naturalmente, castigar a un niño por una transgresión social casi siempre tendrá un efecto contrario al deseado y hará que el niño acabe siendo menos empático. La mejor manera de desarrollar el potencial empático del niño es mediante el uso de la inducción, un método por el que los padres destacan el punto de vista del otro y dejan claro que la acción del niño le ha hecho sufrir […] La disciplina por inducción funciona en esta etapa porque el niño empieza a darse cuenta de que los demás tienen estados internos (emociones, deseos, pensamientos) que con frecuencia difieren de los suyos.
Con todo, el sentimiento de culpa que aparece tras poner a un niño en la posición de otro debe gestionarse con cuidado. Si se genera un exceso de culpa, es probable que el niño crezca sintiendo que, haga lo que haga, nunca podrá enmendar ningún daño ni restablecer los vínculos sociales.
Los padres adecuados hacen que el niño sepa que ha hecho algo mal, pero lo hacen afecto para que el niño también sepa que sigue siendo querido y respetado como persona. (…) Es igualmente importante que los padres hagan saber al niño que no lo quieren menos por su mala conducta. Nadie es perfecto. Lo mejor que podemos esperar unos de otros es que aprendamos de nuestras faltas y que en el futuro intentemos actuar mejor. Cuando un padre avergüenza a su hijo le comunica que no está a la altura de lo que espera de él y que no es digno de su respeto. El objetivo del acto disciplinario lo conforman las expectativas del padre, no la humanidad del niño.
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Si tomamos como ejemplo Estados Unidos podemos encontrar que las rentas más bajas (las que van hasta los 15000 dolares anuales) multiplican prácticamente por cuatro el volumen de robos con respecto a las rentas más altas (a partir de 75000 dolares anuales). Realmente esto es aplicable a todos los delitos, es decir, las rentas bajas sufren más delitos, sin embargo la proporcionalidad en los que a robos en vivienda se refiere se distancia mucho más que en cualquier otro tipo de delito.
Podríamos pensar que este hecho viene dado por la diferencia de volumen entre uno y otro perfil, pero esto se desmonta cuando vemos que los dos tramos intermedios de rentas mantienen la progresión, las rentas medias/bajas duplican a las medias/altas que a su vez duplican a las altas en lo que a sufrir robos en sus viviendas se refiere.
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