Que estamos gobernados por unos filofascistas irredentos y sin ningún complejo es algo evidente, pero que hasta la ONU haya tenido que enviar una comisión para analizar las cientos de miles de desapariciones y asesinatos que todavía siguen impunes en este país como si se tratara de cualquier república bananera o dictadura del Tercer Mundo es algo que debería no sólo ser motivo de vergüenza sino también de dimisiones.
Pero en esta pseudodemocracia de opereta en la que vivimos, regidos por unos gobernantes herederos intelectuales y también físicos del régimen genocida, todo es posible, y no sólo no se persigue a esos criminales que hasta el último momento de la dictadura y muchas veces más allá siguieron torturando y asesinando, sino que muchas veces se les ensalza y se les premia no sólo individualmente sino también colectivamente. Y por supuesto, para las víctimas nada de justicia y encima desprecio e insultos.
Fuente: Diario de un ateo