La tradición musulmana dice que el Corán le fue dictado a Mahoma entre el 610 y el 632 NE, y que esos dictados fueron pasados por tradición oral hasta el 650 NE, cuando se tuvo la primera compilación del Corán en forma de libro. Eso dice la tradición musulmana.
Para su pesar, la datación por carbono de la que se cree es la copia más antigua del Corán cuestiona la doctrina musulmana:
La datación por carbono de un fragmento de un Corán almacenado en una biblioteca de Birmingham sugiere que el libro fue producido entre 568 y 645 dC, dijeron científicos de la Universidad de Oxford, pero los eruditos islámicos en general creen que Mahoma vivió entre 570 y 632 dC
Si la datación por carbono es exacta, el Corán fue hecho antes de que se ensamblara el primer texto formal por orden del califa Uthman en 653 — y podría ser de la época de la infancia de Mahoma, o incluso antes de su nacimiento, informó The Times de Londres.
De confirmarse —y se estima que estas fechas tienen una precisión del 94%—, el descubrimiento sugeriría que hubo otro libro entre 50 y 100 años antes del Corán y que habría sido ‘cooptado’ al hacer el Corán — bastante parecido a como el cristianismo plagió la epopeya de Gilgamesh, particularmente las historias del Jardín del Edén, Noé y el libro de Eclesiastés.
Y ahí se cae la ya de por sí ridícula historia de que un fantasma le estuvo dictando un libro ‘sagrado’ a un analfabeto durante 20 años.
Fuente: DE AVANZADA
Esta es la paradoja del diablo:
Estás en el infierno, condenado para toda la eternidad. El diablo te ofrece una salida. Solo tienes que decidir qué día participar en una lotería en la que, si ganas, vas al cielo también para toda la eternidad y, si pierdes, te quedas como estabas, en el infierno para siempre jamás. El truco es que las probabilidades de ganar cambian cada día de la siguiente manera: si eliges que la lotería sea hoy la probabilidad de ganar es 1/2, si eliges que sea mañana pasará a ser 2/3, pasado mañana será 3/4, al día siguiente 4/5 y así sucesivamente. Como vemos, a medida que esperas la probabilidad de ganar aumenta. Permíteme que insista: la lotería es solo una vez, ganes o pierdas, ya no habrá más. Suponemos, habrá que decirlo, que el infierno te disgusta mucho (quema y eso) y el cielo te encanta (hay más atracciones aparte de estar tocando la lira).
La paradoja surge porque pareciera que siempre conviene esperar un día más. Por mucho que te disguste el infierno y te guste el cielo, esperar un día más supone estar un día en el infierno a cambio de un aumento de la probabilidad de estar infinitos días en el cielo. Por pequeño que sea este aumento, es un aumento y es por infinitos días. Claro que si siempre merece la pena esperar, entonces te quedas siempre en el infierno, cosa que tampoco quieres.