El problema de ser un verdadero creyente es que para ellos todo es posible, así que si Jesucristo primero resucitó a Lázaro y luego el mismo volvió de los muertos pues ¿porqué no lo pueden hacer los buenos cristianos?
Y eso es lo que debió pensar una anciana rusa cuando su marido falleció. En lugar de enterrarlo dijo a familiares y amigos que se encontraba indispuesto y descansando y durante cuatro largos meses ¡agárrense porque la idea no tiene desperdicio! ni corta ni perezosa intentó «resucitar» a su difunto esposo mediante una mezcla de rezos varios y constantes rociaduras con agua bendita. Con el paso del tiempo el cadáver se fue momificando naturalmente y el desaguisado sólo se descubrió por la rotura de una tubería tras la cual el vecino del piso inferior penetró en la vivienda de la desquiciada mujer y la momia de su marido. ¡Para que luego digan que los creyentes no están como un cencerro!