Para quienes han creído y venerado los restos que se atribuían a Juana de Arco, esta noticia es una jarro de agua fría. Las reliquias que conservaba el arzobispado de Tours (Francia) supuestamente de la famosa heroína, han resultado ser restos de una momia egipcia.
Desde que en el siglo XIX “se descubrieran” los restos carbonizados de Juana de Arco, se han venerado convirtiéndolos en un mito nacional, sin embargo, uno a uno caen irremediablemente todos los dogmas de fe a los que tienen acceso los científicos. Philippe Charlier, un médico forense que obtuvo el pasado año el permiso para poder estudiar las supuestas reliquias no esperaba que los restos pudieran pertenecer a una momia egipcia.
La historia de estos restos es muy curiosa y confiada, las supuestas reliquias se encontraron en el año 1867 dentro de una jarra de una farmacia de París. La conclusión que llevó a creer que los restos pertenecían a Juana de Arco era fruto de la inscripción que contenía dicha jarra, “Reliquias encontradas en la hoguera de Juana de Arco”, la verdad es que el trato no fue muy científico que digamos.
Un trozo de tela, una costilla humana aparentemente carbonizada, restos de madera quemada y el fémur de un gato, otorgaron el trato verosímil de los restos, la madera provenía de la hoguera, la costilla de Juana de Arco al igual que la tela y el fémur del gato, guardaba relación con la práctica medieval de lanzar un pobre gato negro a la hoguera donde se quemaba a la supuesta bruja.
Por fortuna, las pruebas científicas de hoy en día proporcionan la luz necesaria para esclarecer y mostrar la verdad sobre este tipo de mitos, la espectrometría de emisión atómica, la microscopía de electrones, los datos obtenidos de las pruebas de Carbono 14, el análisis de polen y, de manera excepcional la ayuda de expertos de la industria de perfume han sido claves, pero también la posibilidad de los científicos de acceder a los restos. Todavía se conservan y veneran otros restos a los que la iglesia no permite el acceso, evidentemente, mostrar la verdad puede ser infructuoso para algunos. Los detalles del estudio han sido publicados en la revista digital Nature.
Vía | Nature