Apreciado Bernie Grant, parlamentario:
«Quemar libros -dijo usted en la Cámara de los Comunes exactamente un día después de la fetua– no es una gran preocupación para los negros». Las objeciones a semejantes prácticas, afirmó, daban prueba de que «los blancos querían imponer sus valores al mundo». Recuerdo que muchos líderes negros -el doctor Martin Luther King, por ejemplo- fueron asesinados por sus ideas. El perplejo observador pensaría, por tanto, que eso de exigir el asesinato de un hombre por sus ideas sería para un parlamentario negro algo aterrador. No obstante, usted no plantea ninguna objeción. Usted representa, señor mío, la cara inaceptable del multiculturalismo, su deformación en una ideología de relativismo cultural. El relativismo cultural es la muerte del pensamiento ético, es dar apoyo al derecho de los sacerdotes tiránicos a tiranizar, de los padres despóticos a mutilar a sus hijas, de los fanáticos a odiar a los homosexuales y a los judíos, porque hacerlo forma parte de su «cultura». El fanatismo, los prejuicios y la violencia o la amenaza de violencia no son «valores» humanos. Son prueba de la ausencia de dichos valores. No son las manifestaciones de la «cultura» de una persona. Son indicativos de la falta de cultura de una persona. En asuntos tan vitales, señor mío, por citar al gran filósofo monocromo Michael Jackson, da igual si eres blanco o negro.