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Sudáfrica es el país más desarrollado de África, y por eso fue elegida para albergar el primer Mundial de fútbol en el continente. Sin embargo, sus problemas no dejan de ser los mismos que los de la región en la que se integra, la más pobre del mundo.

El torneo internacional, que tiene su preludio en la Copa Confederaciones de 2009, es el momento más importante para Sudáfrica desde el final del «apartheid», una oportunidad para una «segunda transición», según aseguró el jefe del comité organizador, Danny Jordaan.

Pero el fútbol no hará desaparecer problemas como el sida, la pobreza y la criminalidad, quizá los desafíos más inmediatos a los que se enfrenta el recién elegido presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma.

«No descansaremos», dijo el mandatario en su discurso de investidura, «mientras haya sudafricanos que mueran por enfermedades que se puedan prevenir».

El sida tiene en el África subsahariana su presa predilecta. El 60 por ciento de los enfermos de todo el mundo están en el continente, y Sudáfrica no es una excepción en esas estadísticas macabras.

Cinco y medio de los 47 millones de habitantes del país son seropositivos: más del diez por ciento de la población. Cientos de miles de personas mueren anualmente por la enfermedad.

La pobreza de los «townships», los barrios negros pobres, no ayuda en el combate contra la pandemia. Pese a su palpable mejora en calidad de vida desde la llegada de la democracia, la mayoría de la población de color sigue lejos de los niveles de renta de los blancos.

El desempleo, oficialmente en el 24 por ciento, es mucho más elevado en los suburbios negros de las grandes ciudades, donde el agua potable y la electricidad todavía no llegan a todos los hogares. Pese a que el país tiene el mayor PIB del continente, alrededor del 40 por ciento de la población vive aún bajo el umbral de pobreza.

La falta de expectativas condujo hace un año al estallido de un brote de xenofobia que terminó con la muerte de decenas de extranjeros, residentes en barrios deprimidos, a manos de sudafricanos.

La criminalidad es otra de las grandes preocupaciones en Sudáfrica, donde más de 50 personas al día mueren asesinadas, en su mayoría durante robos.

Según el jefe de la policía sudafricana, Andre Pruis, el «80 por ciento de los asesinatos que se cometen en el país son entre personas que se conocen, y muchos se dan entre el viernes y el domingo, por lo que alcohol también influye». La lucha contra el crimen, añadió el agente, «no es una cuestión de poner un millón de policías en las calles, sino de mejorar las condiciones sociales».

En cualquier caso, Sudáfrica aumentó en 55.000 agentes sus fuerzas de seguridad para llegar hasta los 190.000 en 2009. Y a eso se añadirán otros 100.000 reservistas para el Mundial.

Más de 640 millones de rand (unos 64 millones de dólares) se gastará el gobierno sudafricano en la implementación de su plan de seguridad para el evento. Un evento que tiene mucho más que un significado deportivo para el país.

«Yo viví bajo el apartheid», aseguró Jordaan, jefe del comité organizador. «Y nosotros mismos debemos comprender que uno no está condenado por sus condiciones de nacimiento. Por eso es tan importante que este Mundial sea el mejor de la historia. Para hacer de África un lugar mejor».

Fuente:  NuestroPaís

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