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Creencias conspirativas

Noticias criminología. Creencias conspirativas. Marisol Collazos Soto

Las teorías conspirativas han experimentado gracias a internet una difusión sin precedentes. Se pueden creer o no creer, pero siempre contienen una gran dosis de creatividad e incluso de conocimiento científico. Este se utiliza para dar mayor verosimilitud a la teoría conspirativa de turno y abundan las teorías cuyo bagaje científico es tan alto que una cultura común, incluso de universitario, no es capaz de desentrañar.

Los campos preferidos de las teorías conspirativas apuntan al gobierno mundial, al grupo Bilderberg, a la ingeniería social, a la acción de gobiernos, al 11 M entre nosotros o a los extraterrestres por poner algunos ejemplos. Son la continuidad de conspiraciones como las que encendían los progroms y persecuciones étnicas del pasado, y la desinformación típica de países en guerra. Pero sobre todo nos interesa ahora cuáles son las razones profundas de la generación de las teorías conspirativas.

Ante todo, está la forma altamente protocolaria con que se trata la información en los medios, que da preferencia a la información aparente y de servicio a fines propagandísticos de las élites. El público tiende a sospechar que hay más, mucho más. Las creencias conspirativas dan sobre todo una explicación completa e ingeniosa de la realidad que elude siempre las explicaciones de los portavoces públicos, repletos de correción política. Las teorías conspirativas inducen en quienes las creen una sensación de haber alcanzado una inteligencia profunda de las cosas, de participar en un secreto, una gnosis, que además está blindada contra los portavoces de la ordinaria sensatez que puebla los medios, ya sean políticos de turno, médicos, o astrónomos de la Nasa.

Una línea de teorías conspirativas no afecta a hechos humanos, como ocurre en el caso de los megaatentados, las hay de pánico global, como los cuerpos celestes que nos amenazan, pero siempre mencionarán a los ocultadores de información, usualmente gobiernos y científicos. El resultado acumulativo en el tiempo puede ser muy grave, en forma de descrédito global de las instituciones que afectaría a la gobernabilidad.

Hasta ahora ante hechos como atentados en zona occidental existía la versión del gobierno, la de la oposición, canalizadas a través de los medios. Ahora además se pone en marcha una producción autónoma de teorías, por medio de internet, que cuentan con la credibilidad de no constituir “fuentes oficiales”, es como si el sello de lo “oficial” fuera signo automático de descrédito.

Pero una teoría conspirativa tiene siempre la carga de la prueba en su contra, una tesis será conspirativa mientras no se demuestre lo contrario. Demostrarlo a menudo requieree el paso de varias generaciones. Por ejemplo el caso del asesinato de Prim, sobre el cual se especuló siempre en términos del quién conspirativo, hasta hoy, cuando se ha descubierto por medios forenses que la conspiración alcanzó a las máximas instancias, una de las cuales todavía tiene calle propia en Madrid, el general Serrano.

Desde luego la apelación a la simple teoría conspirativa también es un recurso para mantener el clima de “normalidad” que quiere todo poder para su entorno. Este fácil recurso a que los demás son conspiranoides produce un descrédito. Es una variante de los métodos de marginación para lo extraño, no previsto y las visiones alternativas. A menudo es un recurso para desprestigiar a los contrarios. Hay que limitarse a lo palpable, a lo evidente, a la verdad de superficie, si no se quiere ser tachado de conspiranoico. Estos son los rangos extremos de las teorías conspirativas, de un lado el exceso imaginativo y la construcción de explicación para una realidad, y por otro lado, el exceso contrario de tachar de conspiranoide cualquier mención a una colusión de intereses en la que estamos y queremos proteger.

Popper tenía una teoría sobre las teorías conspirativas un tanto simplista, en su obra “La sociedad abierta y sus enemigos”, venía a decir, que la opinión común no soporta no tener una explicación organizada o con huecos informativos sobre hechos que provocan shock público. Esto puede ser cierto pero en mucha mayor medida se da la “espiral del silencio” es decir, la rápida interpretación por el común social de qué no debe hablarse más que en estricta intimidad de ciertos temas y aún así cerrando bien las ventanas. Esa espiral que ocurrió en las sociedades totalitarias se da en no menor medida en las nuestras, sin necesidad de represión policial, bastante con que se prevea la amenaza de la burla, el sarcasmo, o la expresión extrañada, que a menudo también es aprendida socialmente. Creemos que esto fundamenta hoy el supuesto consenso popular de las ideologías de éxito del momento. Es a esta “normatividad” de la normalidad de creencias frente a la que se rebelan las teorías de la conspiración. Quizá hoy las opiniones más honradas sean aquellas que necesitan del manto de la intimidad más privada para expresarse. Cuando hay que mirar a todos los lados antes de decir algo, probablemente es porque se va a decir una gran verdad.

Autor: José Luis León

Fuente: #influencias 

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