En Guadalajara el mercado erótico atrae cada vez más a las adolescentes que ejercen la prostitución; algunas lo hacen para sufragar sus estudios; otras por placer y porque, así lo admiten algunas de ellas, ganan lo suficiente para consumir lo que les gusta. Lo cierto es que la falta de oportunidades laborales y la doble moral son los factores que las orillan a ese tipo de actividades, sostiene el psicólogo de la Universidad de Guadalajara José de Jesús Gutiérrez, quien advierte que, en lugar de satanizarlas, las autoridades deben atender este problema. Jennie es una adolescente delgada y rubia que durante varios meses se dedicó a la prostitución sin que su familia ni su prometido supieran de su actividad. Pero cuatro días antes de su boda estalló el drama: Ella se iba a casar con Jaime, a quien sus amigos le habían organizado una despedida de soltero que sería amenizada por “dos chicas”, una de las cuales era precisamente Jennie. Cuando llegó al domicilio convenido descubrió que la fiesta era para su novio. De inmediato se alejó del lugar y comenzó a correr como loca por las calles tapatías. Jennie estuvo al borde del suicidio. La depresión le duró varios meses. Superado el trauma, se reincorporó paulatinamente a sus estudios de administración de empresas, aunque sabe que su vida ya no será la misma. “Tengo un vacío en mi pecho”, dice. Casos como el suyo son frecuentes en los consultorios de la Universidad de Guadalajara (UdeG) en los cuales se proporciona terapia sicológica a los jóvenes que sufren depresión por la doble vida que llevan o por problemas emocionales, declara el jefe del Departamento de Clínicas de Salud Mental del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la universidad, el psicólogo José de Jesús Gutiérrez Rodríguez. Según el especialista, en los últimos meses el número de jóvenes universitarias que se dedican a actividades relacionadas con el sexo ha ido en aumento. Y apunta: “Uno pensaría que como son universitarias su meta es ser profesionistas, pero por diversos factores ejercen la prostitución”. Dice que una de las causas de ese comportamiento juvenil es la necesidad económica; pero más que eso, “ante la falta de oportunidades y los sueldos bajos, es la dinámica consumista la que empuja a esas jóvenes y a algunos varones a acumular día a día más bienes materiales”. Jorge “N”, estudiante de una universidad privada, asegura que en los pasillos de las escuelas abundan los rumores de que hay estudiantes que se prostituyen. “Se sabe que trabajan en lugares de categoría donde bailan desnudas o que van a fiestas de solteros”. Él mismo, dice, ha visto a algunas haciendo su show en algún table dance. Los universitarios (mujeres y en menor medida hombres) que se dedican a esas actividades provienen de diferentes instituciones, pero el fenómeno se multiplica más en carreras relacionadas con el ramo económico administrativo y en las escuelas privadas, en las que se batalla para pagar las altas colegiaturas, que a veces llegan hasta los 50 mil pesos por semestre. En el negocio erótico no todas se dedican a lo mismo. Algunas sólo bailan en algún table dance, pero no se involucran con los clientes; otras llegan al sexo oral; las más atrevidas llegan a acostarse con algún visitante. Y sólo unas pocas buscan una relación estable con quien esté dispuesto a darles una estabilidad económica duradera. La realidad es que la mayoría se dedica a la prostitución de manera descarada; algunas llegan a atender hasta 50 clientes por semana, con ganancias que oscilan entre los 20 mil y los 80 mil pesos, según la categoría de los clientes y los servicios prestados. Denisse, una joven de 21 años, alta, trigueña, con el cabello teñido y delicada figura, se desplaza con naturalidad en un bar exclusivo de Guadalajara, donde trabaja como scort (dama de compañía), uno de los eufemismos que se utilizan para clasificar las actividades en el mundo de la prostitución. Ella acepta hablar con el reportero sobre su quehacer. Se acomoda en un sillón y comienza a relatar que se metió en esto porque el dinero no le alcanzaba para pagar la carrera de mercadotecnia. “La agencia me promociona y se lleva un porcentaje de 40%. Me contactan con clientes elegantes, como gerentes o empresarios, que vienen a Guadalajara y necesitan una dama de compañía”, dice. Admite que el paquete incluye otro tipo de servicios, como masajes, sexo oral y coito. Presume que le ha tocado atender a algún político. “Es un servicio personalizado –dice–, pero sin caer en lo vulgar”. Denisse atiende en promedio 10 clientes por mes.
Autor: Julio Alejandro Ríos
Fuente: Tribuna de los Cabos