Según la investigación, el abusador tiene entre 20 y 45 años, su nivel educativo es de primaria y tiene un trabajo mal remunerado (obrero de construcción, vigilante informal o vendedor ambulante).
Su víctima, en el 89 por ciento de los casos, es una mujer. De ese total, el 71,6 por ciento oscila entre los 0 y 20 años y casi la mitad son estudiantes y menores edad.El violador, igualmente, está íntimamente ligado al entorno de la víctima: en el 70 por ciento de los casos, el agresor es el mismo papá, el padrastro, el hermano u otro familiar.La psicóloga que dirigió esta investigación le dijo a EL TIEMPO que entre los detalles más reveladores, está que los familiares de las víctimas -por miedo a represalias o vergüenza-, camuflan las violaciones con supuestos casos de violencia intrafamiliar.»Esto se da principalmente cuando los afectados son menores de edad. Pero la verdad surge durante los diálogos con ellos», sostuvo la experta.¿Por qué los menores?La investigación arrojó que estas personas cometen sus fechorías, en el 45,5 por ciento de los casos, en la propia casa de la víctima. Le siguen las vías públicas, con el 31 por ciento de los registros.Por localidades, las más afectadas por los violadores son Kennedy, Ciudad Bolívar, Bosa y Engativá. Las cuatro contabilizan el 58,5 por ciento de los 3.713 casos de violación denunciados en Bogotá en los últimos cinco años.El estudio señala que el sábado es el día preferido por los violadores para atacar. La hora: entre las 6 de la tarde y las 10 de la noche. Algo que llama la atención es que la mayoría de los violadores no necesita recurrir a armas de fuego o a cuchillos para amedrentar: solo cuatro de cada diez utilizan estos mecanismos. En la investigación de la Sijín, también se señalan algunas causas que explican por qué razón casi la mitad de las personas violadas en Bogotá son menores.
«Ese abuso sexual se facilita porque (los niños y las niñas) aprenden desde temprano que todo lo que tenga que ver con la sexualidad es tabú y por eso no conversan sobre el tema. Así interiorizan la primera ‘ley del silencio’ (frente a una violación)», señala el estudio de la Policía.»Las personas entrevistadas que sufrieron de abuso sexual en su infancia y -que no lo comunicaron en su momento- dicen que lo hicieron así para evitar un gran escándalo, confrontaciones dolorosas e incluso sanciones por parte de su familia», remata el estudio de la Sijín.
Uno de los casos El relato de una niña de 11 años estremeció a los investigadores de la Unidad de Vida de la Sijín de la Policía Metropolitana de Bogotá.Y no era para menos. «Me quiero suicidar tirándome a un bus para que me atropelle, porque este señor me besa y me hace cosas delante de mi hermanito (de 9 años)».El hombre al que se refería la pequeña era su propio padrastro: un vendedor ambulante de 35 años, con estudios de primaria y que dormía al lado de su habitación, en un barrio de Engativá.Capturan a dos violadores por díaEl año pasado fueron capturadas en Bogotá 816 personas por violación, es decir, un promedio de dos diarias, según cifras de la Policía. Hasta el pasado 30 de abril , iban 173. Actualmente, hay cerca de 360 personas presas por acto sexual abusivo y violación en las cárceles La Picota, Modelo, y las penitenciarias de Zipaquirá y Facatativá (Cundinamarca).Según cifras de la Fiscalía, cada día son abusados sexualmente en la ciudad un promedio de cinco niños.EL TIEMPO conoció que el acuerdo aprobado por el Concejo, para publicar en vallas las fotos de violadores condenados, está siendo estudiado por un grupo de abogados que lo consideran «inconstitucional». Dicen que un violador paga cárcel como sanción para resocializarse, y que podrían reclamar el buen nombre. «Cuando alguien sale de la cárcel, no deben por qué recordarles que cometieron un delito y menos con nombre y foto», dijo uno de ellos.
YESID LANCHEROS
REDACTOR DE EL TIEMPO (Colombia)