Los funcionarios públicos colombianos tienen esta increíble facilidad para ofender distintos grupos sociales y promover la discriminación.
Hace unos días, el presidente Juan Manuel Santos acusó a su primo de tener «sida en el alma«, lo que no cayó muy bien entre la comunidad de personas afectadas por el VIH. A los pocos días, Santos presentó excusas:
«Mi solidaridad con la comunidad afectada por el VIH. Mis declaraciones no tenían el ánimo de discriminar su condición. Tienen nuestro respeto», escribió el presidente Juan Manuel Santos a través de su cuenta en Twitter.
El nuevo director del Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte (Datt) de Cartagena, Jorge Enrique González Marrugo, también se ha visto envuelto en una polémica estos días por un tweet en el que afirmaba que «Si Hitler hubiese conocido a los champetuos no se hubiera metido con los judíos«; ya el vicepresidente Angelino Garzón lo instó a presentar disculpas.
Pues bien, a principios del 2013, en un evento de proselitismo religioso(al que, constitucionalmente, tiene prohibido ir) el presidente Santos arremetió contra los ateos, calificándonos como no aptos para la política:
En ese sentido, el presidente dijo que “sin el poder de la fe, el poder político no tiene sentido. Sin el poder de la fe, sin creer, el poder político es como una embarcación sin puerto de destino”.
Esta es la fecha en la que el señor Santos sigue sin presentarle excusas por sus comentarios a la comunidad atea. ¡Qué fácil es discriminar a la población más perseguida y minoritaria de la historia, señor Santos – aunque eso no le impide pagarse su sueldazo con nuestros impuestos! (También es la fecha en que el «poder de la fe» no ha conseguido que el presidente Santos cumpla su promesa de hace tres años de reconstruir de Gramalote, por mencionar una).
Fuente: DE AVANZADA