Cada vez somos más conscientes de la necesidad de analizar el gran volumen de información que recibimos cada día. Esta información nos ayuda en nuestro desarrollo cognitivo y participa en la construcción de nuestro esquema de percepción de la realidad. En el caso de los niños y jóvenes este esquema está en pleno desarrollo.
El pensamiento crítico es un proceso cognitivo que propone el análisis sistemático de las informaciones, opiniones o afirmaciones que cotidianamente aceptamos como válidas o ciertas. Es una habilidad fundamental para una ciudadanía competente, libre y responsable.
No se trata de cuestionar toda la información que recibimos a diario, se trata de ser crítico con aquella que es relevante para cada uno de nosotros cuando nos formamos un criterio sobre un tema.
Educar en el pensamiento crítico implica educar en la capacidad de tomar decisiones, implica que los alumnos no acepten como válidas opiniones o afirmaciones sin someterlas a su propio análisis y por tanto a su consideración basándose en sus conocimientos y en otras opiniones o información que les permita establecer su propio criterio de lo que es cierto o falso.
Todas estas habilidades tienen una clara transversalidad con la educación en valores, tan de actualidad en este mundo cada vez más tecnológico y, para algunos, en proceso de deshumanización.
Trabajar con los alumnos el pensamiento crítico permite potenciar en ellos:
Educar en el pensamiento crítico es educar personas capaces de gestionar su vida personal y profesional; capaces de encontrar respuestas y solucionar problemas. Es el camino para formar ciudadanos críticos y responsables. Ciudadanos capaces de afrontar los retos del futuro.
Fuente: ELESAPIENS