Hace unos años Andrew Wakefield se inventó, por sus propios intereses económicos un «estudio» que relacionaba la aplicación de la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) con la aparición de autismo en los niños vacunados con esta.
Él mismo, de hecho, no se atrevió a afirmar que existiera esta relación, sino que se limitó a decir que su estudio la sugería, aunque los matices siempre se pierden cuando alguien defiende alguna posición extremista.
Pero aunque el «estudio» de Wakefield, realizado sobre tan solo 12 niños, lo que ya de por si hace que sea para coger los resultados con pinzas, lleva años desacreditado, eso no es obstáculo alguno para que el movimiento anti-vacunas lo haya utilizado y lo utilice como arma arrojadiza en su cruzada contra las vacunas, cruzada que está teniendoconsecuencias muy preocupantes.
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