En pleno siglo XXI todavía se sigue muriendo por blasfemia y religión. El último caso, que ha conmocionado al mundo, es el de la joven Meriam, encarcelada y condenada a pena de muerte por casarse con un cristiano siendo ella considerada musulmana.
Un estudio del Centro de Investigaciones estadounidense Pew Research Center, ha revelado que el 29% de los países del mundo castigan con la cárcel, multas o pena de muerte por cambiarse de religión, incumplirla u ofenderla.
En 2012, nada menos que el 22% de los países, la mayor parte de Oriente Medio y del Norte de África penalizaban la blasfemia y el 11% la apostasía.
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