Un ejemplo poco conocido, pero terriblemente mutilante, de la devoción cristiana ocurre cada año en una pequeña localidad italiana cercana a Nápoles. Allí, unos piadosos pero también dementes estibadores transportan pesadas estructuras de cientos de kilogramos de peso en honor al santo local (en una fiesta que absurdamente es patrimonio de la humanidad) de tal manera que los recurrentes costaleros acaban teniendo las terribles deformidades que muestran orgullosamente en las siguientes fotografías
Fuente: Diario de un ateo