Un estudio elaborado por el Centro de Investigación en Criminología de la Universidad de Castilla-La Mancha para el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), y dirigido por la profesora Cristina Rechea, tiene como objetivo conocer la realidad con precisión para mejorar la intervención de la jurisdicción de menores. Las conclusiones revelan que los jóvenes españoles comienzan a presentar conductas antisociales a partir de los 13 años de edad.
Los actos delictivos que con más frecuencia realizan a esa edad van desde la violencia contra personas o cosas; robos en tiendas, almacenes o casas, robos de coches o tirones; consumo de alcohol, cannabis y drogas de otro tipo, así como su venta; un uso ilícito del ordenador, como hacer hacking o bajarse música ilegalmente de internet.
El Consejo General del Poder Judicial busca con este estudio esclarecer diversos puntos acerca de la jurisdicción de menores. El estudio responde a una metodología criminológica experimentada en Estados Unidos y también en Europa que permita reconocer con cierta aproximación los delitos que cometen los adolescentes y los jóvenes que nunca han sido denunciados.
Los principios valorables
El estudio se ha realizado empleando un cuestionario con 50 preguntas que contemplan aspectos como las características demográficas del menor y su situación socio-familiar; la victimación de los jóvenes; el uso del tiempo libre y las relaciones con los amigos; conductas antisociales o delictivas como el consumo de drogas o alcohol, la violencia, actos contra la propiedad o uso ilícito del ordenador. Además se analiza la prevalencia –es decir, si las conductas se han tenido con anterioridad–, la incidencia (cuántas veces se han tenido en un periodo de tiempo determinado), y la edad de inicio.
Para lograr estos datos se ha encuestado a escolares de toda España de entre 12 y 17 años, de 201 escuelas elegidas de acuerdo con los niveles de estudios y cursos que se imparten, contando con centros públicos, concertados y privados y de forma proporcional a la distribución nacional indicada por las Comunidades Autónomas.
En total han sido 4.152 los menores escolarizados encuestados. De ellos 2.042 son chicos (un 49,2%) y 2.203 chicas, (50,7%) desde Primero de la ESO hasta Segundo de Bachillerato y Formación Profesional.
Análisis de 19 conductas
De las conductas analizadas, 19 en total, coexisten dos tipos con repercusiones bien distintas, tanto por su gravedad como por sus consecuencias. Se trata de no meter en el mismo saco a los gamberros y a quienes sus conductas van más allá. La variedad de los delitos y, sobre todo, su gravedad son los criterios fundamentales en la predicción de la peligrosidad de cara al futuro.
Por ejemplo, el 42,6 % de los jóvenes son consumidores de alcohol y cannabis y el 5,01% vende drogas. Según el estudio, lo realmente peligroso es lo segundo. Cuando se trata de algo tan “normalizado” como bajarse música del ordenador, los autores del estudio no lo consideran un índice para el delito. Igual ocurre con el vandalismo o las peleas entre iguales.
Este tipo de conductas no deben ser consideradas como peligrosas o de riesgo para el futuro pues son abandonadas con la madurez, sin revestir gravedad.
A partir de los 13 años
Entre los 13 y los 14 años, cuando los adolescentes cursan 2º y 3º de la ESO, es cuando comienzan a manifestar conductas antisociales y delictivas de riesgo. Los menores se encuentran entonces en un estadio formativo y de desarrollo crítico, en el que existe mayor propensión para que caigan en este tipo de conductas.
El estudio saca a la luz que un 98,8% de los jóvenes encuestados en toda España han sido responsables en alguna ocasión de una de estas conductas. De dicho porcentaje, el 72,4% las ha tenido en el último año. Entre aquellas con mayor incidencia y que, además, generan mayor alarma social, se encuentra la participación en peleas, con un porcentaje del 25%. Sin embaro, otro tipo de conductas violentas y aquellas contra la propiedad no alcanzan el 5%. Salvo la descarga de música a través de internet –algo generalizado en la sociedad, que la mayor parte de los jóvenes hacen a diario– y el consumo de bebidas alcohólicas como cerveza, vino o calimocho (cada dos o tres fines de semana al mes) las demás conductas, en contra de lo que generalmente se piensa, tan sólo las han tenido los jóvenes una o dos veces dentro del último año, según reflejan los datos del cuestionario.
Fuente: Magisnet.com
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