Con el nuevo año, ha entrado en vigor en Irlanda una ley antiblasfemia que castiga con una multa de hasta 25000 euros a quien publique o difunda una expresión «manifiestamente abusiva o insultante relacionada con algo tenido por sagrado por cualquier religión, que indigne intencionadamente a un sustancioso numero de seguidores de esa religión». Los legisladores irlandeses han extendido así la protección legal a los seres imaginarios de todos los credos, cuando hasta ahora estaba limitada a los del panteón cristiano. Cuando la ley irlandesa castiga la blasfemia hacia «cualquier religión», eso pone a todas al mismo nivel, sean el islam o el raëlianismo. La verdad es que da lo mismo que el Ser Supremo sea el Yahvé tronante del Antiguo Testamento que decide acabar por ahogamiento con toda la vida en la Tierra porque el ser humano se porta mal, los pendencieros y juerguistas dioses de la Grecia clásica o La Fuerza que lo impregna todo en el Universo de George Lucas. Los principios de cualquier credo, tomados literalmente, son ridículos desde la razón, y es únicamente la costumbre la que hace que algunos de nuestros paisanos vean con distintos ojos la transustanciación y el vudú.
Como han dicho los Ateos Irlandeses, «esta nueva ley es a la vez absurda y peligrosa. Es una tontería, porque las leyes religiosas medievales no tienen sitio en una república laica moderna, donde el derecho penal debe proteger a las personas y no las ideas. Y es peligrosa porque incentiva la indignación religiosa y porque los países islámicos, liderados por Pakistán, están utilizando ya la existencia de esta norma irlandesa para promover nuevas leyes sobre la blasfemia en la ONU. Creemos en la regla de oro: que tenemos derecho a ser tratados con justicia y que tenemos la responsabilidad de tratar a los demás con justicia.
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