El Congreso Nacional de Psicología Jurídica y Forense reúne desde ayer a 400 especialistas en el campus de La Merced. Allí debatirán hasta mañana sobre violencia de género, familia y acoso laboral, entre otros aspectos. Juan Romero, psicólogo de la cárcel de Pamplona, aporta su experiencia sobre la complicada rehabilitación de violadores y maltratadores.
– Ha presentado en este congreso un nuevo programa de tratamiento para maltratadores y violadores.
– Estamos intentando nuevos tratamientos, con éxito, con maltratadores domésticos y también con violadores, con delincuentes sexuales. Son dos colectivos que hasta hace poco no sabíamos como entrar a resolver. Ahora estamos haciendo programas de un año o dos y los resultados son muy positivos. Al ser tratados, las posibilidades de que vuelvan a delinquir descienden al 5%.
– Es un dato sorprendente. La percepción social es otra muy distinta. En la calle predomina la idea de que un violador o un pederasta nunca abandona su conducta.
– Las cifras son muy concretas. En el caso de los delincuentes sexuales, el hecho de que pasen por la cárcel permite que el 80% no reincida. El miedo a volver a prisión es suficiente en estos casos. Queda un 20%, pero si pasan por tratamiento reducimos a un 5%. Es decir, la terapia eleva el éxito hasta el 95%. El problema es que siempre se conocen en los medios de comunicación los fracasos, no los éxitos. Pero es verdad que hay un 5% que por su nivel de psicopatía, de gravedad, posiblemente reincida. Pero al menos estos programas nos permiten detectarlos.
– ¿Qué se puede hacer con ese 5% una vez finalizada la condena? Porque imagino que usted está en contra de la cadena perpetua.
– Las cadenas perpetuas no sirven. Es verdad que si hay casos ante los que la sociedad se muestra especialmente indignada y reclama la cadena perpetua o incluso la pena de muerte es precisamente ante este tipo de delitos sexuales. Pero la ley está ahí. Cuando la condena termina, la persona tiene que salir a la calle. Sólo nos queda la esperanza de que ese tiempo pasado en prisión le impida volver a recaer. Pero en ese porcentaje del 5% del que hemos hablado es difícil. La sociedad debería replantearse otras soluciones que están en la mente de todos: los ficheros, la supervisión o vigilancia externa… Pero son cosas que no están legalmente previstas.
– ¿La castración química que propuso Sarkozy tiene sentido?
– La castración química actúa sobre la genitalidad. En principio, no es eficaz porque ellos cuando violan no suelen hacerlo sólo por deseo sexual, también por una cuestión de sumisión. Por eso, muchas veces aunque sean impotentes pueden delinquir con tocamientos u otro tipo de actividad sexual. De todas formas, ahora hay varias líneas de investigación, y merece la pena estudiar qué reacción provoca esa castración química.
– ¿En qué se basa el éxito del tratamiento que aplican a maltratadores y delincuentes sexuales?
– Más allá de que sea pederasta o quienes sean sus víctimas, el problema de un delincuente sexual es que no controla su impulso. Nosotros no tratamos tanto el hecho de que sea pederasta; no podemos saber por qué le gusta un niño de 7 años. No es fácil evitar eso. Pero sí podemos hacerle ver que puede controlar ese impulso agresivo, aunque cognitivamente él siga teniendo sus problemas. En esa parte es donde somos más eficaces. La sociedad tiende a identificarse con la víctima y piensa: que se pudra el que le ha hecho eso. Pero en la cárcel no se pudre nadie y hay que trabajar para que no reincidan. Dedicamos mucho tiempo dentro del programa a hablar de la víctima. Les planteamos: ¿te gustaría que a tu madre o a tus hijos les pasase algo así? Aprenden al menos a valorar que el daño que han generado es muy grave, a veces irreversible.
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