Jim McCormick, quien ha vendido al Gobierno iraquí detectores de bombas basados en el zahorismo por 85 millones de dólares, está siendo investigado por ese fraude por la Policía de Avon y Somerset. Gerente de la firma ATSC, McCormick, de 53 años, se encuentra en libertad bajo fianza después de haber sido arrestado e interrogado. Según informa The Times, cientos de personas han muerto en los últimos meses en Bagdad después de que coches-bomba pasaran sin problemas por los controles de seguridad en los que policías y militares utilizan estos dispositivos para detectar explosivos.
El precio de cada dispositivo de ATSC oscila entre 11000 y 40000 euros. La compañía asegura que pueden detectar «todas las drogas conocidas y sustancias que contengan explosivos» basándose en «la atracción electrostática de largo alcance de iones altamente cargados». Según el fabricante, el dispositivo, llamado ADE 651, consiste en una empuñadura y una varilla, carece de batería u otra fuente de enegía y de componentes electrónicos, se carga al caminar el operador y, si hay explosivos cerca, la varilla apunta a ellos. A partir de esos principios, cabe concluir que se trata de simples varillas de zahorí disfrazadas de equipo de alta tecnología. El problema es que lo que está en juego aquí no es que le saquen los cuartos al ingenuo de turno, sino vidas humanas.
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