La violencia es el problema de salud pública más urgente que enfrenta Colombia. Tal es la conclusión del informe Vivir con miedo: el ciclo de la violencia en Colombia, publicado el pasado mes de abril por Médicos Sin Fronteras (MSF), organización con asiento en el país desde 1985 y que en la actualidad hace presencia en el territorio colombiano con 49 voluntarios extranjeros y más de 115 nacionales que prestan asistencia a miles de personas afectadas por el conflicto en diversos lugares de la geografía nacional.
El informe que no tiene la pretensión de ser un estudio científico del impacto en la salud del conflicto colombiano, sino más bien resaltar las consecuencias directas de la violencia sobre la población -llamando la atención sobre el costo humano del conflicto- ofrece una visión general de la violencia como problema de salud pública que debe ser objeto de mayor atención y prioridad por parte del gobierno colombiano y de otras entidades involucradas en políticas públicas. Partiendo de la definición de violencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el uso intencional de la fuerza física o el poder, real o por amenaza, contra la persona misma, contra otra persona, o contra un grupo o comunidad que puede resultar en muerte, lesión, daño psicológico, problemas de desarrollo o de privación”, en Colombia constituye un problema de salud pública en concepto del doctor Alberto Concha-Eastman, asesor regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), básicamente por los siguientes motivos: 1) La alta mortalidad y morbilidad evitables, que afecta especialmente a mujeres, niñas, niños y jóvenes en mayor vulnerabilidad social. 2) Requiere de alta inversión médica, desviando recursos de otras necesidades de salud. 3) Afecta a la víctima, su familia y al ambiente social, con efectos negativos en lo económico, social y psicológico. 4) Afecta la cotidianidad de la comunidad, el derecho a disfrutar y hacer uso de los bienes públicos. 5) Afecta el desarrollo de las comunidades que la padecen y el del país en general, y 6) Afecta al individuo responsable del acto violento. Según el informe de MSF, la violencia es la principal causa de muerte en Colombia. Señala que en la última década la tasa de homicidios fue aproximadamente de 60 por cada 100.000 habitantes, cifra que contrasta con el promedio mundial de hace apenas 6 años que alcanzaba los 8,8 por cada 100.000 habitantes. El grupo más afectado son los hombres con edades comprendidas entre los 15 y 44 años, rango en el que se registra una tasa de homicidios de 221 por cada 100.000 habitantes. Y no son los únicos. El porcentaje de mujeres víctimas de la violencia también ha aumentado durante los últimos 20 años. La violencia es la principal causa de muerte para las mujeres entre los 15 y los 39 años con una tasa de 17 por cada 100.000, el doble que la segunda causa de muerte: las complicaciones durante el embarazo y el parto. Los niños también se ven afectados por la violencia, llegando ésta a constituirse en la segunda causa de muerte entre las edades de 5 y 14 años. Pese a estas alarmantes cifras, los efectos del conflicto armado en la población civil van más allá de las estadísticas y el diagnóstico médico. En el informe, los testimonios de los colombianos, ya sean pacientes, personal médico o miembros de la comunidad, describen un ciclo de violencia y desplazamiento sin fin: desplazamiento forzoso de zonas rurales a barrios marginales urbanos, y luego el retorno a casa, a las mismas condiciones que forzaron la huída inicialmente. Sin embargo, el aspecto más preocupante del conflicto es la forma en la cual la violencia se ha insertado en el tejido social, y en cada aspecto de la vida cotidiana. El peso de esta carga y sus efectos negativos sobre el bienestar y la calidad de vida de la población, deben ser seriamente considerados.
Fuente: El Pulso (Colombia)